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SOCIEDAD - LUNES 28 DE NOVIEMBRE DE 2005


EMILIO JALIL EN SU BUFETE. EL PUEBLO

ENTREVISTA / EMILIO JALIL
 

“Los jueces no tienen la culpa
de que la Justicia sea lenta”

El abogado libanés Emilio Jalil afirma que el problema de los Juzgados de Ceuta es la falta de funcionariado: “hay una gran saturación y la gente no da más de sí”
 

CEUTA
Verónica Fernández

local
@elpueblodeceuta.com

A sus 70 años, Emilio Jalil Abumalham es toda una institución del Derecho en Ceuta, ciudad en la que vive desde hace 36 años. A lo largo de todo este tiempo, este libanés ha venido ejerciendo su profesión como abogado privado pero también como miembro del turno de oficio, una experiencia que, confiesa, económicamente le supone “una miseria” pero profesionalmente le permite “cumplir con una obligación de atender y asistir a nuestros clientes con la misma seriedad y entrega que si nos estuvieran pagando”.

No le gustan los clientes que le dicen lo que tiene que hacer para llevar sus casos y no duda en poner los puntos sobre las íes para que nadie interfiera en su trabajo. Por ello, no es extraño encontrarlo en los pasillos de los Juzgados de Ceuta riñendo a alguno de sus defendidos por replicarle mientras él le explica la estrategia que van a seguir o mientras le recomienda que acepte una determinada condena, alcanzada mediante una negociación previa con la acusación, ya sea pública o privada.

Dice que le gusta su trabajo y que siente que está “bien considerado y muy bien tratado” pero se muestra muy crítico con la justicia actual: “los juicios rápidos son contrarios al espíritu de la Constitución y de la jurisprudencia. Para mí es una decadencia de la justicia”. Asegura que esta nueva forma de solventar los delitos o faltas de manera inmediata, sin tiempo para estudiar el caso, es una manera clara de fusilar la Ley, y se refiere a los juicios rápidos como “la ley de la lenteja” porque no deja opciones al acusado.

Jalil señala, además, que esta nueva forma de hacer justicia por la vía rápida debe contar siempre con el consentimiento del acusado ya que “la Constitución dice que todos tenemos derecho a un abogado y a una buena defensa”. Por ello se muestra crítico con un sistema que no pregunta a nadie y que le resulta “absurdo porque no es normal que, como abogado del turno de oficio, yo acceda al atestado y, antes de tomar declaración a mi cliente, el fiscal ya haya calificado la situación y haya tomado una decisión al respecto”.

En cuanto al caos reinante en el edificio de Juzgados, Emilio Jalil asegura que la culpa no es del personal que desempeña allí su labor que está “saturado” sino de la falta de funcionarios. Dice que Ceuta es un sitio “al que vienen muchos jueces de fuera que, al ver la sobrecarga de trabajo que hay, renuncian a la plaza y esto, no favorece mucho a que la Justicia sea rápida”. Está de acuerdo en que el Juzgado de Instrucción número 4, al que se le asignaron los temas de violencia doméstica, es el más saturado de trabajo y cuenta que “hay casos que llevan atrasos de hasta seis años” pero insiste en que “no es culpa de los jueces ni tampoco de los funcionarios ya que todos trabajan constantemente, sin descanso”.

A pesar de estos ‘inconvenientes’, Emilio Jalil Abumalham está satisfecho con la profesión que lleva desarrollando desde hace 40 años y con la experiencia que este trabajo le ha proporcionado. Una experiencia que no le ha llevado a arrepentirse nunca de llevar ningún caso, que no le ha causado ningún problema con ningún cliente y que le ha llevado a vivir alguna situación como un intento de soborno, “con el dinero sobre mi mesa”, para que dejara un caso que iba en contra de una persona que quería haberlo contratado para defenderlo. “Esto, lejos de preocuparme, incluso me da un cierto orgullo porque considero que se valora mi capacidad como abogado y que esa persona tenía miedo de perder el caso si yo defendía a quien se enfrentaba a ella”.

Sostiene que la función del abogado no es la de mentir a cualquier precio sino la de “buscar salidas para aliviar o atenuar el motivo de la acusación” y tratar de alcanzar siempre el acuerdo que más beneficie a su cliente. El abogado debe confiar en la palabra de aquel a quien defiende y “buscar jurisprudencias que lo puedan ayudar” aunque las pruebas resultan determinantes para que una persona acusada de un delito salga absuelta o sea declarada culpable.

En cuanto a la idea, un tanto pueril, de que el juez puede hacer y deshacer a su antojo para meter en la cárcel a ‘los malos’, Emilio Jalil asegura que su trabajo se rige por unas leyes y normativas que no le dejan tanta libertad de maniobra como parece: “el juez es un árbitro de la Justicia y como persona que es, no es infalible”.

La parte final de la charla tiene como tema la pretendida ‘convivencia’ entre las cuatro culturas que existen en Ceuta. Sobre eso, su opinión es bastante clara: “la convivencia real es muy escasa debido sobre todo a los asuntos de política y a las vanidades personales; para que hubiera convivencia debería existir el mutuo respeto y la convivencia sana”. “El auténtico político debe trabajar por su patria y hacer cosas que no hicieran daño al conjunto del pueblo”.

Así es Emilio Jalil Abumalham, un hombre que ejerce la abogacía “en la más absoluta libertad” que no se deja amedrentar por nadie y que cada noche, duerme con la conciencia tranquila por el trabajo bien hecho.
 

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