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OPINIÓN - MARTES 29 DE NOVIEMBRE DE 2005

 

OPINIÓN / EL OASIS

Consejero eficaz
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Camilo José Cela decía que los entrevistadores son unos inquisidores que tendrían que pagar a los entrevistados. De ahí que cuando se prestaba al juego de las entrevistas se mantuviera, según dicen y vimos a veces en la televisión, en guardia y dispuesto a cantarle las cuarenta a quien no supiera estar a la altura que él marcaba. Las entrevistas pertenecen a un género literario que tiene más importancia de la que hasta ahora se le ha venido dando. Pocos medios pueden prescindir de las declaraciones obtenidas mediante el diálogo. Y la primera exigencia para dialogar con el personaje elegido es tener un gran conocimiento de su personalidad o sus ideas, e incidir en los aspectos menos conocidos de ellas.

En ocasiones, por causas ajenas al entrevistador, éste se presenta ante el inquirido sin cuestionario y hasta con cierto desbarajuste mental. Son excepciones, claro está, cuando el profesional es consciente de lo que está haciendo. Un día, de hace ya varios años, me senté ante el presidente del Tribunal de la Rota de Sevilla sin saber ni papa de lo concerniente a su labor. Y menos mal que acerté a preguntarle, de sopetón, las razones que había para que la Iglesia fuera sabia. Y aquel cura, con cara de no estar muy dispuesto a conversar, reaccionó con tanta prontitud como sinceridad: -¡Por alcahueta, por alcahueta, por alcahueta!...

Y a partir de ese momento, nos arrellanamos en un sofá del hotel La Muralla, y comenzamos a hablar de manera distendida. Cuando di por concluida la sesión, aquella autoridad eclesiástica quiso halagarme diciéndome que estaba muy preparado en el tema, y mi contestación no se hizo esperar:

-Haga el favor de no cachondearse de mí a estas horas de la mañana (ocho de la mañana de un día invernal). Pues sepa que no tenía ni la menor idea de cómo la Iglesia se manejaba en asuntos donde las relaciones del tálamo nupcial quedan rotas y hay que arreglarlas como Dios manda.

Le hizo tanta gracia mi respuesta al presidente del Tribunal de la Rota, que me puso al tanto de cómo se estaba llevando la nulidad del matrimonio de Pedro Carrasco con Rocío Jurado y de otras parejas de famosos, que entonces pleiteaban bajo las directrices marcadas por la curia. Pocas veces más he acudido yo sin cuestionario y sin saber vida y milagros de mi interviuvado, porque se expone uno a quedar peor que la chata de Cái. Ya que las improvisaciones son recursos necesarios, pero nunca convenientes por sistema.

La semana pasada me presenté en el Ayuntamiento, llamado ahora, pomposamente, Palacio de la Asamblea, para solicitarle una entrevista al Consejero de la Presidencia, José Luis Morales, y no sólo accedió sino que me propuso realizarla en el acto. Ni tengo cuestionario ni grabadora, le dije. Lo de la grabadora lo solucionó Javier Martí, prestándome la suya. Y allá que nos sentamos el consejero y yo para cumplir con la tarea.

Resumiendo: Lo que quiero destacar es la predisposición de José Luis a fin de facilitarme el trabajo. Un hecho que se da muy poco entre los políticos. Aunque en mi caso, justo es destacarlo, escasean quienes me ponen pegas. Si acaso gustan de darse cierto pote, tirando de agenda y haciéndome ver que no cesan de trabajar durante todo el día. Lo cual tampoco es como para que a mí se me suba la tensión ni nada por el estilo. Lo acepto como un acto pasajero de vanidad y que debo respetar en su justa medida. Si bien me quedo con la forma de comportarse del ya citado Consejero de la Presidencia: ¡qué bien José Luis…! Cómo se nota que la experiencia y la buena disposición son capaces de hacer que alguien gane en un día lo que otros tardan en conseguir, si acaso lo logran, mucho tiempo. Que sirva de ejemplo.
 

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