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OPINIÓN - SÁBADO 15 DE OCTUBRE DE 2005

 

OPINIÓN / EL OASIS

Ángel Gómez
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Está pasando por el trance más complicado de su carrera profesional. Entiéndase la perteneciente a la Policía Local. En la cual lleva la tira de años: un cuarto de siglo y puede que me quede corto. Ángel Gómez es un hombre curtido en mil batallas y está acostumbrado a salir airoso de todos los asedios a que fue sometido.

Aún recuerdo de qué manera supo librarse de las garras de Francisco Fráiz -alcalde atrabiliario que se la tenía jurada desde antes de tomar posesión del cargo-. Aunque bien es cierto que tuvo que luchar denonadamente para poder reintegrarse a un puesto que el monterilla trató por todos los medios de quitarle.

En aquella ocasión, se hablaba de que a Gómez se le temía por las muchas cosas malas que sabía de los demás. Le achacaban ser el hombre más enterado de la ciudad en relación con la vida y milagros de los políticos. Y, claro, los había dispuestos a enviarlo al paro por la vía de la infamia. Pero como bien dije antes, el vallisoletano sorteó las tarascadas del alcalde y volvió a su sitio con nuevos aires y mejores bríos.

Ángel Gómez sabe latín y griego. De no ser así, ya me contarán ustedes como ha sido capaz de mantenerse al frente de la Policía Local tantos años y acumulando honores, recompensas y ascensos titulados de manera rimbombantes. Misión imposible para alguien que no fuera tan astuto y despierto como lo es él.

Mas no sólo con habilidad y mente clara se puede dirigir un Cuerpo que ha ido creciendo con el paso de los años hasta convertirse en una institución tan poderosa como nutrida y complicada. Para ello, hace falta algo más: tener unos conocimientos de la profesión capaces de superar con creces sus defectos: que son varios y de dominio público por reiterados. Defectos de humano, claro está; así que tire la primera piedra quien esté libre de ellos.

Ángel Gómez lleva mucho tiempo bebiéndose los vientos por el Partido Popular. Si bien nunca le he preguntado si es militante. Y, de serlo, está en su perfecto derecho. Tal vez por ese motivo Antonio Sampietro le quitó todos los poderes y lo convirtió en un cero a la izquierda de los militares que se hicieron cargo de la Policía Local.

Con la llegada del GIL, nuestro actual director general de Gobernación volvió a ser tratado como un don nadie. Y vivió un exilio repleto de injusticias y lleno de traiciones. Sobre todo porque varios de sus hombres, los más queridos y protegidos por él, se pasaron al bando de los ganadores y le hicieron tragar quina. Todavía me acuerdo de cómo se lamentaba Ángel de su situación. Mucho peor, según él, que la sufrida durante la persecución de Fráiz.

Pero también supo resurgir de sus cenizas y se nos presentó, de la noche a la mañana, con más fuerza que nunca y con la confianza absoluta de los nuevos gobernantes: los suyos; es decir, los pertenecientes al PP. Y pasó lo que tenía que pasar: ascendió de Jefe de la Policía a Superintendente y, luego, a Director general de Gobernación. Logros conseguidos en el menor espacio de tiempo y que venían a paliar en parte el maltrato recibido por el GIL.

Pues bien, seguro estoy, a pesar de que llevo muchos meses sin hablar con Ángel Gómez, de que ni Fráiz ni Sampietro, con sus manías persecutorias, pudieron hacerle tanto daño como le está haciendo la manifestación de una parte numerosa de los suyos ante las puertas del Ayuntamiento. Creo que es un golpe del cual tardará en recuperarse. Como creo que alguna culpa debe tener en que se hayan producido tales muestras de desagrado. Aun así, y no teniendo yo motivos para la defensa, pienso que Ángel Gómez merece seguir en el cargo. Pues es muy válido.
 

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