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OPINIÓN - MARTES 18 DE OCTUBRE DE 2005

 

OPINIÓN / EL OASIS

Juicio a la vista
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Dijo alguien, posiblemente interesado en su defensa, que el retraso de la Justicia es un mal común a toda la Europa comunitaria. Pero, a pesar de que los juicios se celebren cuando apenas nadie recuerde ya el escándalo ocasionado por los hechos ocurridos, no debemos olvidar que quienes infringen las normas establecidas, y son denunciados, terminan por sentarse en el banquillo de los acusados. Que otra cosa es, como no podía ser menos, la condena que dicten los jueces o el jurado popular.

Pues bien, un jurado popular será el encargado de impartir justicia en el caso contra Susana Bermúdez, Francisco Cazalla y Antonio Sampietro, cuando los tres comparezcan en la Sala Sexta de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta, el 16 de enero de 2006. Un juicio que despertará interés y que volverá a enfrentarnos con la siguiente realidad: la ciudad vivió entonces momentos tan grotescos como dañinos para su reputación.

Una situación de la que hicieron burlas los periódicos de gran tirada nacional, propiciando la mofa general de los ciudadanos peninsulares y el que se señalara a Ceuta como el mejor lugar para instalar un patio de monipodio adaptado a las necesidades de la época.

Pero conviene aclarar, sin pérdida de tiempo, que para que Susana Bermúdez pudiera convertirse en el hazmerreír de toda España y de paso poner a su pueblo en la picota, antes debió ocurrir que muchos caballas se confesaran rendidos admiradores de las huestes de un Jesús GIL, que en el cielo estés, cuya propaganda consistía en anunciarnos que nos sacaría de la pobreza y nos protegería de los ladrones que, según él, pululaban por nuestras calles.

Unas calles que fueron tomadas por un camión cargado de murales y donde las promesas eran muchas y muy atractivas: hotel flotante, policías patrullando a caballo como expertos canadienses, relaciones extraordinarias con Marruecos, y un casino que sería la envidia de todos los que tienen su sede en Las Vegas.

Siguiendo al camión de la felicidad, aparcado en los distintos barrios ceutíes, iban periodistas, funcionarios, políticos, negociantes, y toda esa gente que anda siempre dispuesta a sacar tajada de cualquier cambio que se produzca en el Gobierno de la Ciudad. Gente que había decidido convertir a Jesús Fortes en el culpable de todos los males reinantes. Y a fe que lo crucificaron. Y algunos de los judas habían comido en las manos del presidente y hasta se habían refocilado, con dinero público, en algún que otro escenario holandés.

Y no crean ustedes que los tales fueron repudiados y siguen siendo visto con malos ojos, ni hablar: casi todos disfrutan de canonjías; o sea, empleos de mucho provecho y poco trabajo. Y si uno pregunta a quienes lo consienten, sobre las razones que existen para esas distinciones, suelen responder que es una decisión tomada para demostrar que no quedan rencores. Marchando una de cuento de hadas.

Mas volvamos a Susana Bermúdez: una mujer cuyo egoísmo puso a Ceuta en manos de personas que venían dispuestas a saquear las arcas de la ciudad. No sé si ella, con el paso del tiempo, se habrá percatado del daño causado y de cómo pudo cambiar la vida de su tierra. Por lo tanto, justo es que ahora apechugue con la incertidumbre de lo que pueda sucederle si el jurado la condena por delito de cohecho.

De todos modos, mi interés radica más en oír las declaraciones de Simarro, citado como testigo. Por cierto, para saber qué piensa de todo lo sucedido entonces, he aquí una idea. Que lo entrevisten en RTCE, y si es posible al alimón entre Higinio Molina y Andrés Sánchez. Sería un éxito de público y una previa estupenda para amenizar el juicio.
 

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