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SOCIEDAD - LUNES 31 DE OCTUBRE DE 2005


En condiciones infrahumanas. REDUAN.

INMIGRACIÓN / reportaje
 

Cientos de inmigrantes malviven hacinados en pleno centro urbano

Montañas de basura, excrementos y ratas inundan el solar ubicado tras la Cruz Blanca. La mayoría rebusca entre los contenedores urbanos para poder comer
 

CEUTA
Mada M.

madam
@elpueblodeceuta.com

Sin agua corriente, ni luz, y entre pilas de basura, restos de comida y excrementos. En este escenario viven cuatrocientas personas en el centro de Ceuta. El olor que desprende el interior del solar abandonado da a entender que las condiciones de higiene son inexistentes.

Desde hace más de cuatro años, el antiguo almacén de Crisa sirve de refugio a unos inmigrantes instalados en una especie de limbo legal, invisibles para la Administración y para la Policía. Sólo los vecinos del residencial Galera, anexo al barracón, parecen haber percibido su presencia. Los que actualmente sobreviven en este solar, ubicado detras del edificio de la Cruz Blanca, llevan más de una semana sin lavarse. La comida la encuentran rebuscando entre los desperdicios de los contenedores urbanos. El colectivo argelino - unos ochenta en total- ocupa la última planta, al final de un pasillo intransitable a causa de los cientos de bolsas de basura que lo invaden.


Sentados sobre colchones, mantas y cartones, en habitáculos medio encharcados, algunos comentan que llevan allí varios meses. Incluso hay un chico que lleva más de un año.

La situación no es nueva, pero cada vez se agrava más. A pesar de estar al lado de las instalaciones de la Cruz Blanca, explican que esta organización no puede proveerles de comida ni agua. Tampoco pueden acudir al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta. La razón: no tienen abierta ninguna ficha policial y por lo tanto, son invisibles en la Ciudad; no pueden acogerse a ningún tipo de asistencia social.

La versión de estos inmigrantes argelinos apunta a que en las dependencias de la Comisaría no creen que sean nacionales de este país, sino que les reconocen como marroquíes. Si fueran identificados como tales, el proceso de devolución a territorio argelino sería más lento, ya que habría que comprobar su filiación.

El segundo contacto con los Cuerpos de Seguridad se produce, según explican, cuando los agentes acceden a la zona, echan un vistazo y desaparecen. También hay menores y algunas mujeres de origen magrebí. Estas últimas se han agrupado en otra habitación, en la que además duermen un par de inmigrantes que dicen estar enfermos. “Muchos tienen la sarna”, comenta uno de ellos; otros se quejan de asma o de heridas infectadas. Las condiciones son infrahumanas. Los vecinos de la Galera aseguran haber visto ratas del tamaño de gatos saliendo del barracón.

Hace tiempo, integrantes del Plan de Empleo limpiaron parte de las basuras. Pero las garrapatas hicieron que no se volviera a repetir la visita. “Esto es un callejón sin salida para nosotros”, dice un argelino que lleva más de 20 años en España, “no tenemos donde ir y esto es un pozo de enfermedades”. La organización en el interior del edificio se reduce a separarse por lugares de origen y sexos. Así, los subsaharianos habitan el piso inferior y magrebíes y mujeres viven arriba. Por lo demás “cada uno se arregla como puede”: pidiendo por las calles, limpiando coches de manera ocasional, acarreando bolsas de la compra o, simplemente, rebuscando entre la basura.

¿Y para conseguir luz y agua? La Cruz Blanca tiene una toma que funciona de forma intermitente. Con cubos o envases de plástico recogen la que pueden y la usan para asearse o lavar la ropa. Las mujeres, que se lavan en el interior, duermen al lado de grandes charcos. La otra toma, que quedó al descubierto tras las obras de construcción del residencial La Galera, es otra de sus fuentes. Entre otros, este es un punto de fricción con los vecinos de esta comunidad, que aseguran que se han quedado sin agua en muchas ocasiones. Las discusiones y los altercados han provocado varias denuncias, pero los vecinos aseguran que el silencio ha sido la única respuesta que han recibido de la Administración, salvo en el caso del presidente de la Ciudad Autónoma, Juan Jesús Vivas.

Vecinos e inmigrantes sólo coinciden en una cosa: exigen una solución que dignifique las condiciones de cientos de personas. Si continúa la inoperancia institucional la situación no hará más que agravarse. La zona es un foco para las infecciones y demuestra que la miseria, a veces, no está lejos; en este caso, está en el centro de la Ciudad Autónoma.

De vez en cuando, algún acogido de la Cruz Blanca lanza a los inmigrantes su postre: un par de bricks de zumo.
 

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