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OPINIÓN - SÁBADO 17 DE SEPTIEMBRE DE 2005

 

OPINIÓN / SIN MIEDO

Dios no existe ¿seguro?: El aire
 


Jorge Pérez Blanca
jorgeperezblanca@elpueblodeceuta.com
 

¡Cuanto dinero gastado por los hombres buscando agua y aire respirable en otros planetas! ¿Y hasta ahora que han encontrado? NADA.

Cuando el hombre juega a hacer de Dios, lo único que consigue es hacer el ridículo.

A diario vemos la poca importancia que tiene el agua en nuestra vida, hasta que nos falta. Si Dios no existe ¿porque no la hacemos nosotros?

Hablar del elemento en el cual todos los humanos estuvimos sumergidos durante 9 meses antes de nacer, seria interminable; con lo que dije en el articulo del sábado pasado creo que todos nos hemos hecho una idea del poder de Dios “Que exista una bóveda que separe las aguas.

Y separó las aguas de debajo de las aguas de encima.

Y llamó Dios a la bóveda “cielos”.

Y dijo Dios:

Que se junten las aguas de debajo del cielo.

Y Dios llamó a los continentes “tierra”,

Y a la masa de las aguas la llamó “mar”.

Y vio Dios que era bueno.”

Veamos ahora el tercer elemento: EL AIRE.

“El milesio Anaxímenes, hijo de Eurístrato, compañero de Anaximandro, dijo, como éste, que la naturaleza subyacente es una e infinita, pero no indeterminada, como él [Anaximandro], sino determinada, y la llamó aire; se diferencia en las sustancias particulares por rarefacción y condensación. Al hacerse más sutil se convierte en fuego, al condensarse en viento, luego en nube, más condensado aún en agua, tierra y piedra; las demás cosas se producen a partir de éstas. Hace también eterno al movimiento gracias al cual nace también el cambio” (Simplicio, Fís. 24, 25-26).

Dios hace al hombre después de soplar su espíritu en una figura hecha de agua, tierra y fuego. Fue el nacimiento del hombre, aire de Dios en la nariz humana. Y el hombre muere por falta de aire.

Dios introdujo el aliento del espíritu divino en las narices de Adán con un soplo de aire, por eso perdura (Isaías 2 y Salmos 103). Dios mismo nos mantiene el soplo de vida con su espíritu, dando aliento a esos seres que habitan la tierra y espíritu a esos que la pisan, por eso vivimos, nos movemos y existimos en Él (Isaías 42 y Hechos 17). Viento de los cuatro vientos y aliento de los cuatro alientos unidos por Dios que resucitan a los muertos (Ezequiel 37). A partir de un soplo de aire, Dios concede el espíritu divino a hombres en los cuales la vida del aire inspirado ya era innata. De ahí que en hebreo “espíritu” se represente de igual forma que “aliento”. A partir del aire, Dios otorga el espíritu divino, introduciendo el aire junto con el espíritu mismo y la llama de la propia divinidad que llena el aire.

Nuestra vida se nos otorga y se nos salvaguarda a través de la bendición de su aliento, como Job.

Como cita Aristóteles en sus libros De Anima, la idea de Orfeo de que el espíritu divino es transportado por los vientos y entra con una inspiración plena es cierta. Las enseñanzas de Ezequiel nos dicen que el espíritu divino contiene una especie de sustancia elemental y, como Dios mismo enseña, se trata de algo presente en la sustancia de la sangre.

Hay que referirse al aire como espíritu, porque en lenguaje sagrado no existe un nombre específico para designar al aire. Es más, este hecho indica que el aliento divino está presente en el aire que el espíritu del Señor llena.

Si Dios nos da la vida y la mantiene dentro de nosotros es porque su Espíritu mora en nosotros hasta que nos llega el momento de volver a CASA.

Pues si. El hombre entiende de lo físico, de lo tangible, de los científico, de lo racional; no cree en lo que no ve, por eso somos imperfectos.
 

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