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OPINIÓN - MARTES 4 DE ABRIL DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

La política, dejando a un lado los extraños compañeros de camas que se dan y el deseo irrefrenable de encontrar votos como sea, debe tener algo oculto que hace que, cuando alguien llega a lo más alto, se sienta embriagado de poder y deja de ser la persona que fue o, al menos, la que creíamos que era.

Tan es así que hay que estar de acuerdo con aquel que dijo: “este no es mi Pepe que me lo han cambiado”. Y llevaba toda la razón del mundo, en cuanto somos incapaces de reconocer a aquel que creíamos conocer a la perfección, pero que ya no es el mismo. Quizás, porque no hemos equivocado al juzgarlo con el corazón de la amistad mientras él, dejando a un lado esa amistad que creíamos tener, se ha presentado con el disfraz de la falsedad y la hipocresía. Disfraz, del que se ha deshecho rápidamente, en cuanto ha conseguido el sillón del poder, desde donde puede decir “aquí el que manda soy yo” .

Una frase que es una gran mentira porque, jamás, tendrá el suficiente valor para hacerle frente a los problemas y se apoyará en aquellos que cree sus amigos, cuando nada más son un puñado de “Brutos” prestos a darle, en la primera oportunidad, la puñalada por la espaldas que le baje de la nube en la que está subido.

Esta clase de políticos, sin duda alguna, también existen con sus miedos, sus dudas, sus cobardías y ese desprecio a los amigos de verdad, mientras le tiende la mano y se pone, incondicionalmente, a la disposición de todos aquellos que juegan a acabar con él.

Disfraz carnavalero de ogro que se va a comer al mundo, cuando sólo es un cobarde que se oculta tras ese terrorífico disfraz, con el cual sólo da miedo a los niños de teta, porque a los hombres de verdad e incluso a sus amigos, aquellos que creían conocerlo y ya no le conocen, lo único que les produce, al verlo vestido de esa forma, es una gran pena.

Estos patéticos personajes con mando en plaza, que como las meigas haberlos haylos tratan, por todos los medios a su alcance, que no se conozcan sus fallos o sus meteduras de patas garrafales y, siempre, buscan a alguien a quien cargarle el “mochuelo” de sus errores. Porque ellos son intocables y no pueden aparecer ante los ojos de sus convecinos, sin esa caretas de hombre frío, inteligente y casi perfecto.Ya que si se les quita, la careta, aparecerán, tal y como son un grupo de cobardes incapaces de tomar determinaciones sin necesidad de buscar ayuda, precisamente, entre los que quieren acabar con ellos.

Es la teoría del absurdo, porque esa es su propia teoría, ya que ellos, en si mismo, son auténticamente absurdos. Unos tíos absurdos que, con ese proceder de la falsedad tienen engañados a muchos de sus convecinos. Pobre, de ellos, el día que se les vaya cayendo la careta tras la que se ocultan. La sorpresa, tan impresionante, que se van a llevar, todos aquellos, que creyeron en ellos con la fe del carbonero.

He intentado estudiar a fondo, cuál es el motivo de que esta fauna de personajes, cambien hasta de forma de ser cuando le dan un puesto de mando.Y he llegado a la conclusión de que, una vez más, se ha producido ese refrán, que tanto los pobres decimos cuando vemos a algunos de los nuevos ricos paseándose por nuestras calles sabiendo que, aún, llevan marcado el aro del cubo en el culo. “Dios le da pañuelos a quien no tiene mocos”

En mi negativa a jugar a la política a ser político y que conste, en acta, sería mucho mejor político, que la mayoría de los que fueron, son y serán, no entra, sin embargo, el sólo pensar cómo puede existir esa fauna que tiene todo para gobernar y que son incapaces de hacerlo sin la ayuda de esos cerebros “privilegiados” aunque, al final de cuentas, no son más que personajillos de medio pelo que tienen el cerebro carcomido por el gusanillo de la ignorancia o sea sus cerebros, para entendernos, pura diarrea mental.

Pues como les decía, si en alguna ocasión se hubiése dado el hipotético caso de que el menda tuviese todo el mando de mi pueblo, el que gobernaba, rodeado de los asesores de mi confianza, equivocado o no, eso me da igual, era servidor con todas las consecuencias y, más, sabiendo que mi cerebro e inteligencia son muy superiores, a la de todos esos que se pegan como una lapa, tratando de decirme como lo debo hacer, cuando no tienen ni... idea de política ni de lo que es ser político.

El valor, en el político, no basta con decir “se le supone”, sino que tiene, día a día, que demostrarlo sin necesidad del apoyo de nadie que, además, lo más seguro es que nos equívoco que porque, todos esos que tanto nos adulan y nos hacen creernos los mejores son, en política, más nulo que el de una muñeca.

El que manda, es el que manda y el resto, les convenga o no, a obedecer. Eso de la disciplina de partido y todos los rollos macabeos es puro cuento chino, que sólo vale para que unos inútiles quieran dirigir, desde sus sillones al que, realmente, por méritos propios manda.
 

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