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OPINIÓN - DOMINGO 9 DE ABRIL DE 2006

 
OPINIÓN / SEMANA SANTA

Sólo pido que le miréis

Por Antonio Ceballos Atienza*


Mis queridos diocesanos:

Se acercan los días de la Semana Santa. Para mucha gente son simplemente días de vacaciones: en las playas, en la montaña o en el pueblo. En pocas cosas como en ésta, de la Semana Santa, se nota hasta qué punto ha minado a nuestra sociedad eso que llamamos “secularización”, es decir, la retirada de la presencia de la fe en ella.

En mis muchas correrías por los pueblos y tierras gaditanas y ceutíes hay algo que me ha maravillado mucho y me ha dado mucho que pensar. Me estoy refiriendo a las muchas y bellísimas imágenes del Crucificado. Los hay atormentados, próximos a nuestro dolor y desamparo, serenos y cercanos a la victoria de Dios sobre la muerte. De todos modos, son una señal de la fe honda de nuestro pueblo.

Mucho camino tuvo que recorrer la fe cristiana hasta atreverse a representar a Jesús en la Cruz. Las primeras generaciones cristianas lo criticaron. Uno de los pensadores cristianos más grandes de todos los tiempos, Orígenes, escribía en el siglo III: “La muerte en cruz, suprema infamia”. Aparte de la crueldad del suplicio de la crucifixión, a éste sólo se condenaban a los esclavos, sediciosos y bandidos.

Pero, en nuestros tiempos, la imagen del crucificado ha pasado a ser, en muchos casos, sólo una obra de arte, para el puro y simple disfrute estético y un adorno sin más. Para convertirlo en objeto de “consumo cultural” se ha vaciado el crucifijo de su realidad y verdad, por la que la imagen alumbraba un intercambio salvador: Dios venía a participar del dolor y desamparo del hombre y el hombre de la vida inmortal de Dios.

La verdad es que nunca estuvo tan cerca de nosotros Dios todopoderoso, como cuando en su Hijo querido gustó la debilidad y la miseria extrema. Únicamente de este modo pudo probar Dios que lo más poderoso, lo que lo sostiene todo, es el amor, y no el poder, con el que soñamos todos.

En este siglo XXI, el Papa Benedicto XVI, en su encíclica “Dios es amor”, nos invita a fijar la mirada en el costado traspasado de Cristo del que nos habla el apóstol Juan (cf. Jn 19,37), dado que ayuda a comprender que Dios es amor. Allí, en la cruz, es donde se puede contemplar esta verdad. El cristiano encuentra la orientación de su vida y de su amor fijando su mirada en el crucificado.

En esta Semana Santa os pido “sólo que le miréis”, que miréis al crucificado y dejéis que Él os mire. Considero que entonces la contemplación de las magníficas imágenes del crucificado os conducirán a contemplar esas otras imágenes vivas: los enfermos, los maltratados, los enfermos de sida, etc. Ahí podéis encontrar mejor al crucificado y en Él la fuerza de Dios. Ahí encontraréis una buena forma de amar.

Esta Semana Santa la viviréis con mayor sentido si se participa activa y conscientemente en los oficios litúrgicos del Triduo Pascual. Así la liturgia y las procesiones podrán recuperar la unidad que primitivamente tenían, y se vivirá más fuertemente el sentido cristiano que encierra para los creyentes la verdad de que el crucificado murió pero ha resucitado.

¡Feliz Semana Santa 2006!

* Obispo de Cádiz y Ceuta
 

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