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El segundo en sólo tres meses. El
morabito, ahora el del Sarchal ha sido forzado, asaltado y
quemado intencionadamente llevándose consigo el patrimonio
de cientos de años cuando eran utilizados para el rezo
durante las peregrinaciones de los musulmanes.
Recientemente, el conocídisimo morabito de Sidi Embarek fue
quemado en parecidas circunstancias a las de ahora.
Entonces, las sospechas recayeron sobre grupos islamistas
extremos que se están asentando en la Ciudad Autónoma al
calor de unas circunstancias favorables para ellos y que,
como un cáncer, van carcomiendo mentes en la sociedad
susceptibles de ser ‘tocadas’ dada la precariedad en valores
en la que encuentran su caldo de cultivo.
La Policía, no lo dudamos en ningún momento, debe actuar y,
de hecho, trabaja en la necesidad de aislar y erradicar
estos focos de extremistas incapaces de utilizar el
raciocinio por ser éstos evidentemente obtusos e incapaces
-por su obnubilación- de ver la realidad de las cosas. Son,
los captados, claros objeto de hipnosis revestida de
religiosidad y espiritualidad que en verdad esconde el afan
de dominio seudonazi de quienes odian a la humanidad y no
comulgan con la diversidad.
En España, estos radicales deben ser extirpados de la
sociedad. Del mismo modo que los ultras-políticos andan
perseguidos, los ultras-religiosos que resultan, por su
extremismo, peligrosos para la convivencia y bien general,
deben ser perseguidos. Y si carecen de nacionalidad
española, expulsados de inmediato del país. Habrá que seguir
gritando ‘basta ya’ de persecuciones y miedos en El
Príncipe, en Ceuta.
El mismo terror causa el miedo a las armas que el temor
inculcado por los humanos sobre Dios, que es todo lo
contrario a lo que, interesadamente, hacen ver estos
extremistas. Dios es misericordia y paz. Por tanto aquí
están de más los necios que creen en pamplinas al ser
diametralmente distintas a esta última verdad. Aunque la
Policía investiga, los rumores apuntan a estos extremistas
antes aludidos en tanto que pensamos idem de cualquier
extremo religioso llevado a lo irracional sea de la
confesión que fuese.
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OPINIÓN / EDITORIAL
