Si algunos políticos no hicieran
el avestruz, escondiendo la cabeza ante determinados
problemas y vivieran la realidad de la calle, no su realidad
trasladada a hacernos creer que es la mejor de las
realidades que se deben hacer extensibles a todo un país, se
darían cuenta de que se están equivocando al tratar de
imponer su realidad que dista mucho de ser la realidad de
esos millones de personas que conforman un país.
Basta ver la celebración de la Semana Santa en los distinto
pueblos y ciudades que forman el territorio nacional para
darse cuenta, sin ser ningún sabio de Grecia, que hablar del
laicismos del pueblo español está sólo en la mente de todos
aquellos no creyentes que tratan de inculcar a los demás su
forma de ver y entender las creencias religiosas del pueblo
español.
Ser creyentes es un sentimiento que a igual que otros
sentimientos, como es el amor, es personal e intransferible
que se queda sólo para el que así lo siente sin necesidad de
tener que proclamarlo a los cuatrovientos, porque se queda
para uno mismo que es quien vive éste sentimiento con toda
intensidad.
El maestro Ortega y Gasset, cuyos conocimientos de la
sociedad española, eran tan grandes que, hoy día, está todo
cuanto dijo que pasaría de la más rabiosa actualidad, cuando
iba a fallecer, solicitó la presencia de un sacerdote.
Aquello no era un arrepentimiento de nada, porque de nada se
tenía que arrepentir el maestro era, simplemente, un
sentimiento personal del que nunca había hablado porque, los
sentimientos son profundamente personales y sólo en muy
contadas ocasiones se dejan ,a otros, participar de esos
sentimientos personales e intransferibles.
La inmensa mayoría del pueblo español, demostrado está, se
ha lanzado a la calle para celebrar la Semana Santa que,
además, es un tradición española que viene de siglos. Y
contra las tradiciones como contra los sentimientos nose
puede luchar para derrotarlos, porque, de antemano, es una
lucha perdida.
La Semana Santa es algo tan nuestro, que es como esa
herencia que se viene dando entre las familias desde tiempos
ancestrales y que, cada uno de nosotros, al recibirla,
intentan hacerla algo mayor de la que nos entregaron.
Intentar luchar contra esa herencia recibida, desde la época
de nuestros antepasados, es como tratar de derribar un muro
de cemento armao pegándole golpes con un palillo de dientes.
Sin duda alguna, donde se vive, de forma más popular la
Semana Santa, es en Andalucía que, por cierto, es el mayor
granero de votos que tienen los socialistas. De hecho
nuestro paisano, Manuel Chaves lleva gobernándola durante
más de viente años.
Nadie nos podrá decir que los andaluces que han participado
en las procesiones de Semana Santa, portando sobre sus
hombros de costaleros los distintos pasos, son sólo personal
de la llamada derecha beata que ha sido la que ha llevado
las procesiones a las calles de los distintos pueblos y
ciudades de Andalucía. Sencillamente, quienes así sean
capaces de manifestarlo, estarían mintiendo.
Debajo de esos pasos, soportando cincuenta o más kilos de
peso iban sin lugar a dudas, de todas las ideas políticas
porque, sus sentimientos y sus creencias en eso que ellos
soportan sobre sus espadas con orgullo desmedido, es mucho
mayor que sus ideas políticas.
Es fácil de demostrar cuanto decimos, basta con preguntarle
al gran actor español, afincado en América, Antonio
Banderas, que según sus propias palabras, para él es un
orgullo poder colgar sobre sus hombros el paso de su
cofradía. Y no creo, por supuesto, que el genial actor
español, sea sospechoso de ser de esa derecha beata,. Sus
ideas políticas están más que mostradas y demostradas.
Pero aquí no valen las ideas, aquí sólo valen los
sentimientos de cada uno de nosotros. Y los sentimientos de
, todos esos, por mucho que algunos se hayan empeñados en
hacerlos cambiar, son más fuertes que todas las ideas
políticas juntas. En el supuesto, que es mucho suponer que,
a estas alturas de la vida que nos ha tocado vivir, queden
ideas políticas.
Ir contra los sentimientos es una locura, porque nada ni
nadie, podrá derrotar, jamás, a los sentimientos de cada una
de las personas, creyentes o no, pero unidas por el
sentimiento que nos da el ser como somos y sentir como
sentimos.
No pertenezco a eso que le han dado llamar, a los progres de
pacotillas, la derecha beata ni, por supuesto, ningún me
apilas que se pase, todo el día en la iglesia, dándose
golpes de pecho, nada más lejos de la realidad de mi forma
de ser, pero tengo mis sentimientos, como la inmensa mayoría
del pueblo español, y esos sentimientos a igual que los de
esa inmensa mayoría, nada ni nadie los va a destruir por
mucho empeño que pongan en el asunto.
Los que creen que España es laica, lo tienen claro, que
suspendan las procesiones de la Semana Santa y asunto
concluido.
¿Cuanto creen qué durarían gobernando al pueblo español?.
Pues, menos tiempos que decir amén. ¿O no?
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