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OPINIÓN - JUEVES, 20 DE ABRIL DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

No se estila
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Cantaba María Dolores Pradera “No se estila, ya sé que no se estila…Que te pongas para cenar, jazmines en el ojal…”. El ritmo candencioso de la genial cantante me llena las neuronas y me hace meditar sobre lo que se estila o no se estila, que viene a significar lo que está de moda.

“La moda no incomoda” le decía mi abuela a mi madre mientras le aplicaba cruelmente las tenacillas hirvientes para hacerle bucles en su lacia melena de niña de la posguerra. Medito sobre las modas y más concretamente sobre lo fashion en política y resulta que, lo fashion es que, las autonomías que conforman nuestra España, tienen que revisar sus respectivos estatutos para acomodar lo de “nación” “nacionalidad” o, rizando el rizo, como le rizaban las greñas a mi pobre madre, “realidad nacional”. Y yo no lo entiendo. Como buena cateta rifeña me quedo a cuadros y no me entero de nada.

Desde la perspectiva que me da el ser una maruja católica y de la ciberderecha, pueblo del pueblo y por más señas, de la barriada del Palo de Málaga, el sentimiento que me inspira esta escalada de nacionalidades dentro de nuestra geografía es de incrédulo horror. Yo no puedo creer lo que están haciendo y lo que están permitiendo que se haga. Y el tema no viene de ahora, he trabajado en prensa durante la etapa del PP y desde mi humilde columna lanzaba fulminaciones contra la imposición lingüística, claramente inconstitucional, de la lengua catalana. Pero los populares lo permitían. He bramado, hemos aullado contra las ikastolas, esos lavaderos de cerebros que han venido envenenando a generaciones de pequeñines y ni puto caso.

Yo no era nadie, una catetilla que escribía en un periódico local, pero voces de más relevancia han rabiado, aunándonos para exigir el rigor que se aplicaba contra el descansado Jesús Gil y sus chanchullos, ese mismo rigor contra el PNV y sus trajines a la voz de “El independentismo nacionalista vasco acabará ante el Tribunal de Cuentas y los juzgados de guardia, igualito que Jesús Gil” Pero ni de nuevo ni repajolero caso.

El problema endémico de los políticos que detentan el poder es que se aíslan y no llegan a palpar los latires y sentires del sabio pueblo llano. Los Poderosos se rodean de lameculos y trepadores, de vasallos y pelotilleros que siempre les dan la razón y su visión es totalmente parcial. No eligen como consejeros a gente corriente, a marujas y a curritos, a españoles sencillos, de esos que pasan y pasamos fatiguitas para subsistir entre créditos e hipotecas. Al igual que no se estilan los jazmines en el ojal como llevaran nuestros abuelos, no se estila oír la voz del ciudadano medio. Aquí no es como en EEUU donde los electores tienen hasta los teléfonos de sus senadores para quejarse de lo que apetezcan y amenazarles con no volver a votarles. Aquí hay jarilleo y acercamiento en periodo electoral, el resto del tiempo el despego y la distancia con los cargos electos es infinita. Y por ello no nos dan opción para opinar sobre esa fiebre de nacionalidades, naciones y realidades nacionales, términos que a servidora, que es una simple, asemejan al deseo de los mandamases de esas supuestas nacionalidades de tener más poder y más manejo y disponibilidad de los dineros y más campo para colocar a sus enchufados y darles un jornal, quintuplicando cargos públicos.

Por cierto Ceuta y Melilla permanecen elegantemente silenciosas, como Extremadura y las dos Castillas así como los aragoneses y asturianos. Fieles regiones españolas silenciosas y prudentes que no aspiran a la independencia ni a la autodeterminación ni a balcanizarse, que es el riesgo que subyace en toda esta movida. Las autonomías que observan las veleidades de cuatro mamarrachos que llegan, como Carod Rovira a anunciar que Cataluña será un Estado y los vascos con su referéndum de autodeterminación de los cojones, esos pueblos prudentes y patriotas de nuestra España, son los que parecen obstinarse, aunque no se estile, en ponerse para cenar, jazmines en el ojal… Puede que mediten y confíen en el artículo de la Constitución que contempla al Ejército como garante de la integridad de España, aunque ese artículo no puede vocalizarse porque equivale a que te arresten de inmediato. Está en la Constitución, en nuestra querida Carta Magna, pero para comentarlo hay que hacerlo de tapadillo y como mucho en tertulias de discreta rebotica, de lo contrario ¡al calabozo!.

¿Saben que les digo? Que me siento muy orgullosa de escribir en un periódico ceutí porque, aunque no se estile, los ceutíes son de los que, para cenar, se ponen olorosos jazmines en el ojal y eso es muy ser como Dios manda. Será que Dios manda en todo lo bello y lo bueno del Universo.
 

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