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OPINIÓN - JUEVES, 27 DE ABRIL DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

El candidato Vivas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Ángel Acebes, portavoz nacional del PP, ha anunciado que los alcaldes y presidentes autonómicos volverán a ser candidatos en las próximas elecciones. Y Juan Vivas, aunque ha dicho que no sabía nada oficialmente del asunto, ha manifestado su satisfacción “íntima y personal” por la “confianza” que el partido ha depositado en él.

Lo cual es una respuesta acorde con la forma de ser del presidente. Que es más cumplido que un luto alicantino. Pero en este caso, quien ha fallado ha sido Acebes, que bien pudo hacer una excepción y pronunciarse así:

-Miren ustedes: hemos decidido que en las próximas elecciones vuelvan a ser candidatos todos nuestros alcaldes y presidentes autonómicos. Pero en el caso concreto de Ceuta, el partido entiende que a Juan Vivas habrá que rogarle para que se presente. Porque si acaso dice que no, seguro que perdemos la presidencia de esa ciudad.

Hubiera sido el mejor homenaje del PP a alguien que puede estar más tiempo en el cargo que Fraga lo estuvo en Galicia. Y, sobre todo, a un militante de nuevo cuño -pues bien visto es casi un recién llegado al partido-, que ha rendido ya muchos beneficios a los populares. Y lo que te rondaré, morena.

Y, de paso, el partido hubiera saldado una deuda que sigue teniendo con el presidente. Porque conviene recordar que en un principio las dudas sobre las posibilidades de Vivas, como presidente, estaban instaladas en la sede de la calle Génova.

Y todo porque alguien le había dicho a Javier Arenas que no era Juan la persona indicada para ocupar ese cargo. Y Arenas lo miraba con la desconfianza de quien piensa que su partido con semejante elección iba a pegar un petardo en una ciudad donde el GIL había sembrado ya las huellas de la corrupción.

De manera que los primeros pasos del presidente fueron mirados con lupa. Y hasta se deseaba que se produjeran contratiempos donde el presidente tuviera que tomar decisiones sobre la marcha para ver si daba la talla.

Es decir, Javier Arenas, la mejor copia de Charles Boyer, pensaba como los buenos taurinos: esperar a ver si una cornada hacía mella en el ánimo del nuevo político revestido de tanta autoridad. Pues la papeleta de Vivas era, ni más menos, que debutar en una plaza pequeña, pero compleja y con problemas de urbe grande.

Y me consta que, durante cierto tiempo, las actuaciones de Vivas eran analizadas minuciosamente y los había ya esperando que diera muestras de estar cortito de valor para ir con el cuento a Arenas y, así, conseguir quitarle del cartel.

Mas Juan Vivas los fue metiendo a todos en la canasta de su muleta poderosa, hasta convertirse en figura de un partido que anda escaso de políticos como él. O sea, de políticos con templanza y que huye del tremendismo como de la peste. No es un político al uso. Y, por lo tanto, los ciudadanos lo estiman y lo votan porque lo consideran el mejor de cuantos hay en esta tierra.

Y, claro, ante hecho tan evidente, llegó el día en el cual Javier Arenas creyó en él. Y ahora, a toro pasado, no hay quien tenga cojones de ir a Javier Arenas con el cuento de que Vivas se asusta ante las dificultades.

Por ello, cuando he leído lo anunciado por Acebes me han entrado unas ganas locas de llamar a Génova y decirle al portavoz que no tiene ni idea de cómo vender la continuidad del candidato Vivas en esta tierra. Pues de haberle dado a éste el sitio correspondiente, la gente estaría ya hablando de lo merecido que el presidente tenía el reconocimiento de los jerarcas populares. Y, desde luego, la precampaña habría empezado ya con el buen pie que necesita Vivas para obtener otra mayoría absoluta.
 

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