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OPINIÓN - JUEVES, 27 DE ABRIL DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Temas inquietantes
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Ego, me confieso una inmensa receptora de noticias, será que vivimos en esta era globalizada donde todos estamos ahítos de información y muchos de nosotros, al tiempo, sedientos de conocimientos.

Pero si hay un tema que siempre me ha inquietado, dentro de la avalancha informativa que nos torpedea a diario, es el del nebuloso e inquietante “tráfico de influencias” ¿Equivale tal vez esta figura a la de la “recomendación” de toda la vida? Porque hemos nacido, crecido y madurado oyendo hablar de “recomendaciones” y “recomendados” y siempre lo hemos visto como algo normal y al tiempo hemos adoptado una postura un tanto pesarosa porque, la recomendación era objeto de deseo y apertura directa de muchas puertas tan solo asequibles para algunos elegidos. En las oposiciones, en los exámenes, en los concursos de méritos, en las instituciones e incluso en el Ejército donde se hablaba de que habían recomendado a tal soldado y había acabado en el cómodo puesto de chofer de un general. ¿Qué hubiera sido de nuestra España Cañí sin las seculares “recomendaciones”? ¿Quién no ha conocido a través de su aventura vital a alguien que presumía de conocer a un tercero que tenía “mucha mano”?. La España del Lazarillo de Tormes latía en esos tejemanejes que pertenecían a la más genuina picaresca, porque la picardía late en nuestro ADN, es algo innato al ser español, por muy atemperado que se haya vuelto por la evolución social y cultural.

Pero, como nos hemos vuelto la cagaíta de la paloma, ahora dudamos entre los que es “echar una mano” o “echar un cable” y el genuino tráfico de influencias. Porque, puestos a ser puristas, la sencilla carta recomendando al opositor a un miembro del tribunal puede ser constitutivo de un tráfico de influencias, cualquier menganillo que tenga cualquier carguillo puede ser sospechoso de traficar o trajinar son sus saberes, haberes y conocimientos. Y resulta inquietante esa amenaza acechante en una sociedad tan globalizada como la actual, donde los intereses de las multinacionales, los grandes grupos empresariales y los lobbys, las OPAS hostiles y demás zarandajas, difuminan los contornos. Llegan los de Ezquerra Republicana reclamando un impuesto a los funcionarios públicos y ya no sabemos si el pedigueño en cuestión, está haciendo valer y rentabilizando su privilegiada posición para extorsionar a los funcionarios y sacarles sus chavitos, si está traficando con influencias o es que la cosa es así de genuinamente pícara, diseñada al efecto por Lázaro de Tormes. Inquietante, inquietantes los llamados “cargos de confianza” que tienen como máximo exponente de méritos académicos el que se confíe en ellos y que personas influyentes les designen sin tener por que dar más explicaciones. Me digan ¿Eso está bien o mal? O es que así son las cosas y aquí el que no corre vuela.

Se habla últimamente y mucho, por ejemplo, de lobbys empresariales especialmente afanados en detentar su parcela de poder e influencias en una ciudad que, como Ceuta, es garantía de futuro y ganadora de todas las apuestas. Y no por esa acepción de crisol de culturas ni por el hecho de haber comprendido que no puede circunscribirse a cuatro culturas sino abrir sus brazos a otras muchas, siempre bienvenidas en esta ciudad bien hallada. Lo de las culturas es un prodigio de marketing espiritual. Pero los proyectos concretos de esta ciudad, los fondos europeos, lo mucho que hay por hacer y las muchas fronteras que abrir, la hacen especialmente apetecible para los grandes grupos.

Y la cautela ha de ser infinita y la transparencia radical la nota dominante y predominante, atajar cualquier tipo de murmullo interesado o de sospecha mezquina, cortar con rumorologías arteras y catetas tipo “fulano tiene mucha mano e influencias porque financia a tal o cual formación”.

El futuro empresarial va mucho más allá de las guerras soterradas de intereses y las apuestas de quien tiene o no tiene más o menos posibilidad de movilizar influencias. Eso no vale. Vale el que canten las urnas que son, en definitiva, el principio y el fin de cualquier decisión en un sistema democrático y que hablen con absoluta transparencia y que si alguien sospecha o recela, que ese “alguien” pida luz y taquígrafos para exponer públicamente sus desazones y que se le de cumplida explicación. Derecho a desconfiar tiene todo quisque, eso es libre, pero aún más derecho tiene a que se diluya esa desconfianza con explicaciones claras y concisas. No se puede concurrir a unas elecciones esenciales para el futuro desde la inquietud o desde el magón de fondo, sino desde la claridad y el respeto al juego limpio democrático y participativo.

“Tráfico de influencias” que uno que tiene influencia influya ¿a cambio de que? Si se trata de un simple favor ¿es tráfico? Si de una sencilla recomendación por compromiso, sin segunda partes ¿se trafica? Mejor abstenerse, hasta que no tengamos varias toneladas de jurisprudencia explicativa mejor ir por libre, con la cara lavada para no llamar a engaños y el ojo puesto en la ranura de las urnas. Mejor que hablen ellas, esas no entienden “de mano” ni de “recomendaciones”.
 

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