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OPINIÓN - VIERNES, 28 DE ABRIL DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Semana de emociones
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En Villarreal llevan dos días tratando de que Román Riquelme deje de llorar por el penalti fallado ante el Arsenal. Pero el argentino no ha respondido a ninguna llamada amiga y sigue encerrado en su casa. Riquelme, de tristeza congénita y timidez casi enfermiza, sabe que en momentos así es preferible lamerse las heridas entre bastidores. Y si es posible hablando con su mascota, que seguro que la tiene; ese perro fiel que siempre se da cuenta de que su dueño está pasando por un mal trance.

Fernando Martín tampoco debe estar en condiciones de ponerse al teléfono para responder a quienes le llaman para regodearse con su brevedad presidencial. A Martín, un lince en los negocios, según nos cuentan, le han venido dando todas las patadas en el culo que no le han podido dar a Florentino Pérez.

Malos tiempos corren para el Madrid. Mejor calificarlos de pésimos. La ruina del equipo comienza cuando Makelele es injustamente tratado y no se le renueva. A partir de ese momento, todas las desgracias se acumulan en un club donde Butragueño parece contratado para que sea el último que ponga pies en polvorosa y apague la luz.

Y como las desgracias nunca vienen solas, según reza el tópico, va Zinedine Zidane y anuncia que se retira después del Mundial. Y a los madridistas se nos va poniendo cara de Riquelme. Por que sabemos, a ciencia cierta, que perdemos lo único que nos quedaba de valor. Y allá que la nostalgia se cuela por todos nuestros poros. Y es que nunca más volveremos a disfrutar de la presencia en el césped de alguien distinto; de un genio que todavía nos cautivará en los momentos finales de su carrera.

Es curioso: Zidane, en el momento de anunciar su adiós, recordó a Calude Makelele: “La verdad es que desde que perdimos a Makelele perdimos mucho”.

Y tanto... Perdieron al hombre generoso en la ayuda a los compañeros y un grande tácticamente en el campo. Y Zidane, sobre todo, se quedó huérfano de su escudero y amigo.

Es la hora de mirar hacia atrás, sin miedo a quedarse como la mujer de Lot, para recordar cómo la prensa madrileña, afín a Florentino Pérez, entonces, insistía en proclamar que como Makelele había innumerables jugadores. Y uno se empeñaba, desde provincia, en llevarles la contraria a Tomás Roncero, a Guasch, a Ortego, a Segurola, a Relaño, etc, y a todos los que ahora dicen lo contrario.

Y, para más inri, ya está el Barcelona dispuesto a jugar en París contra el Arsenal. Una final a la que ha llegado merecidamente. Aunque bien harían los azulgrana en nombrar socio de honor a Markus Merk; un alemán que se sumó a la fiesta con el mejor regalo que podía hacer a sus anfitriones: anular un gol a Shevchenko. Tan válido como fue el conseguido por Giuly en San Siro. Las cosas claras y el chocolate espeso.

Ha sido también , sin duda, una semana en la cual hemos visto la cara y la cruz de dos eliminatorias. Y, cómo no, éstas nos han permitido comprobar la gran calidad que atesoran los porteros del Arsenal y Milán. Los dos habían sido puestos en la picota por parte de esa prensa madrileña que sólo tiene ojos para Casillas. Y que ha dado en la manía de desprestigiar a todos los guardametas del mundo.

Dida, a quien yo he visto muchas veces, sigue siendo ese extraordinario cancerbero que intimida con su presencia y que en el Camp Nou demostró que es genial por elevación y en eso que llaman el uno contra uno. O sea, las salidas de portería para obnubilar la mente de los delanteros. En cuanto al otro, al tan denigrado Lehmann, dio todo un curso de saber estar en una portería. Porque, además de parar, los porteros deben manejar el ritmo del partido.
 

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