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OPINIÓN - MARTES, 01 DE AGOSTO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Ser fashion
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Desde que alcanzan mis entendederas de Maestra Liendre que de ná sabe y de tó entiende, mis amistades marbelleras han venido arrastrando la coletilla. Me refiero al “ser fashion” que se pronuncia en andaluz “Sé fáchion”. Porque, en estas tierras de María Santísima, o se es fashion, es decir, moderno y actual o no se es y el concepto va variando conforme pasan los años.

Antes molaba hablar con anglicismos o directamente en ese speak english que se dice “pichingli” y que es un auténtico idioma en sí mismo considerado, porque lo hablan todos los sudacas de los Estados Unidos de América y todos los camareros de la Costa. Por ejemplo, el catalán es una lengua porque tan solo lo hablan un puñáo de gente de una región determinada. El pichingli, por el contrario, es idioma porque tiene proyección universal y va desde Nigeria, donde estrozan el inglés, hasta la dorada California, desde los inmigrantes que van arrecíos de frío por Londres hasta los chiringuitos mediterráneos, paseándose por toda Europa donde, el segundo idioma, es el inglés con el acento propio de cada uno de ellos, purísimo en los belgas, horroroso en los griegos. Pichingli al fin y al cabo.

Pues así se habla. Así o en el musical idioma ruso, que es puro arte, como arte su escritura cirílica y su patrimonio religioso. Los rusos tardan una media de seis meses en aprender el español y en un par de años lo dominan con maestría y acento de Valladolid, mientras que, tal facilidad lingüística que es idéntica para nosotros, ya que, al parecer, el ruso es fácil para los españoles, está muy desaprovechada, por gandulerío o ignorancia y porque no nos damos cuenta de que, Europa, sin Rusia, se irá al carajo y que la gran esperanza blanca está en la cultura del norte, por mucho que sus gobernantes suelan ser bastante incorrectos políticamente y cambien la excepcional babosería europea ante los temas espinosos por drástico jarabe de palo. Me crean, Europa sin los ruskis, es tan solo un cursi club de jilipollas y de logreros. Y confraternizar, negociar, hacer amistad y coleguear con los rusos es fashion ¡Y cuidáo que suelen ser guapos y guapas los muy joíos! ¡Y lo que entienden de moda y de marcas! Los ruskis en la Costa son “lo más”, mientras que los ucranianos son tan solo currantes y los polacos altos profesionales que acarician el idioma al poco tiempo con un acento indefinible, hasta acabar hablando el castellano neutro de los locutores.

De hecho, como los médicos y las enfermeras españoles, que son de los mejores del mundo, tienen que emigrar por el mucho trabajo y poco salario, se están sustituyendo por médicos del Este, que vienen bien preparados y convalidan estudios, pero de los que, el pueblo, a veces recela, porque pa el pueblo que va al dispensario, el tío es un “guiri” y prefieren a un nacional, puro chauvinismo supongo y no se ofendan porque utilice un término francófono, ya que los españoles sabemos que el gran filósofo alemán Schpenhauer decía, talentoso como era que “Africa tiene a los monos y Europa a los franceses” Y además “La Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la tropa aragonesa”. Ser mariano es fashion y presumir de idiosincrasia y de raíces étnicas es más fashion todavía.

Lo que está demodé, es decir, pasado de moda, es ser “progresista de salón” como en los ochenta, cuando Felipe y los pelotazos, entonces se llevaba, ahora es hortera y además resulta de infinito mal gusto el atacar nuestro hecho cultural y las tradiciones hondamente arraigadas en nuestra cultura. De eso están al tanto todos los alcaldes andaluces que repescan tradiciones, vuelven a poner fashion antiguas celebraciones y aplauden el folklore porque todo lo autóctono atrae al turismo cultureta, que puede ser de dos tipos: de calcetín blanco, sandalia, estropajoso, con botellín de agua que rellena en los aseos de los bares y que no se gasta un duro, es decir turismo llamado familiarmente “guirisdemierda” o fashion y fino, que acude a los pueblos a rescatar cortijos centenarios, restaura cuevas en Motril o en Baza, se encapricha de mansiones abandonadas, escarban por anticuarios y chamarileros en busca de tejas, nazaríes y materiales de la época y por donde pasan dan trabajo y dejan buena pastora, esos son “distinguidosresidentesextranjeros” y en la Costa se les adora, aunque vayan de colonizadores comprando finca tras finca y casa tras casa hasta repoblar los pueblos pero en plan bien, en plan fashion, respetando y resaltando la riqueza patrimonial.

En Marbella, lo último es mezclar piezas de diseño con trapajillos de Zara, usar la colonia de verano de Ralph Lauren, las sandalias menorquinas de colores, las alpargatas de diez euros también de colores, los adornos para el pelo de Evita Peroni comprados en el Corte Ingles y para los maromos el negro Versace, el cadenón de oro de Cartier, lo falso y lo auténtico entremezclado, jiñarse de risa ante la docena de pulseras que suele lucir el cursi de Marichalar, recordar tiempos pretéritos de príncipes árabes comprando las joyas al peso y los rolls por docenas, horterazas como eran y aplaudir el rock castrojo del Koala, amen de mal hablar de la Operación Malaya diciendo que es “un montaje del Pesóe” y decir que los de la gestora marbellí, tomaron como principal y urgentísima primera resolución el ponerse sueldos de cinco y seis mil euros, así que, tan deficientes mentales teledirigidos no deben ser.

¿Periódico? La Razón por la caña que mete ¿Emisora? La COPE y para enterarse de los secretos de sumario de los malayos, cualquier programa rosa con su habitual tertulia de gentuza. ¿Qué cual es el destino del que más se habla? Pues de Alhaurín de la Torre, todo es un puro chiste alhaurino y el tema hace mucha gracia, tanta como apostar que, la Malaya, dejará sanos y salvos a los trajinosos de la Junta de Andalucía. Todo muy fashion.
 

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