Desde que alcanzan mis
entendederas de Maestra Liendre que de ná sabe y de tó
entiende, mis amistades marbelleras han venido arrastrando
la coletilla. Me refiero al “ser fashion” que se pronuncia
en andaluz “Sé fáchion”. Porque, en estas tierras de María
Santísima, o se es fashion, es decir, moderno y actual o no
se es y el concepto va variando conforme pasan los años.
Antes molaba hablar con anglicismos o directamente en ese
speak english que se dice “pichingli” y que es un auténtico
idioma en sí mismo considerado, porque lo hablan todos los
sudacas de los Estados Unidos de América y todos los
camareros de la Costa. Por ejemplo, el catalán es una lengua
porque tan solo lo hablan un puñáo de gente de una región
determinada. El pichingli, por el contrario, es idioma
porque tiene proyección universal y va desde Nigeria, donde
estrozan el inglés, hasta la dorada California, desde los
inmigrantes que van arrecíos de frío por Londres hasta los
chiringuitos mediterráneos, paseándose por toda Europa
donde, el segundo idioma, es el inglés con el acento propio
de cada uno de ellos, purísimo en los belgas, horroroso en
los griegos. Pichingli al fin y al cabo.
Pues así se habla. Así o en el musical idioma ruso, que es
puro arte, como arte su escritura cirílica y su patrimonio
religioso. Los rusos tardan una media de seis meses en
aprender el español y en un par de años lo dominan con
maestría y acento de Valladolid, mientras que, tal facilidad
lingüística que es idéntica para nosotros, ya que, al
parecer, el ruso es fácil para los españoles, está muy
desaprovechada, por gandulerío o ignorancia y porque no nos
damos cuenta de que, Europa, sin Rusia, se irá al carajo y
que la gran esperanza blanca está en la cultura del norte,
por mucho que sus gobernantes suelan ser bastante
incorrectos políticamente y cambien la excepcional babosería
europea ante los temas espinosos por drástico jarabe de
palo. Me crean, Europa sin los ruskis, es tan solo un cursi
club de jilipollas y de logreros. Y confraternizar,
negociar, hacer amistad y coleguear con los rusos es fashion
¡Y cuidáo que suelen ser guapos y guapas los muy joíos! ¡Y
lo que entienden de moda y de marcas! Los ruskis en la Costa
son “lo más”, mientras que los ucranianos son tan solo
currantes y los polacos altos profesionales que acarician el
idioma al poco tiempo con un acento indefinible, hasta
acabar hablando el castellano neutro de los locutores.
De hecho, como los médicos y las enfermeras españoles, que
son de los mejores del mundo, tienen que emigrar por el
mucho trabajo y poco salario, se están sustituyendo por
médicos del Este, que vienen bien preparados y convalidan
estudios, pero de los que, el pueblo, a veces recela, porque
pa el pueblo que va al dispensario, el tío es un “guiri” y
prefieren a un nacional, puro chauvinismo supongo y no se
ofendan porque utilice un término francófono, ya que los
españoles sabemos que el gran filósofo alemán Schpenhauer
decía, talentoso como era que “Africa tiene a los monos y
Europa a los franceses” Y además “La Virgen del Pilar dice
que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la
tropa aragonesa”. Ser mariano es fashion y presumir de
idiosincrasia y de raíces étnicas es más fashion todavía.
Lo que está demodé, es decir, pasado de moda, es ser
“progresista de salón” como en los ochenta, cuando Felipe y
los pelotazos, entonces se llevaba, ahora es hortera y
además resulta de infinito mal gusto el atacar nuestro hecho
cultural y las tradiciones hondamente arraigadas en nuestra
cultura. De eso están al tanto todos los alcaldes andaluces
que repescan tradiciones, vuelven a poner fashion antiguas
celebraciones y aplauden el folklore porque todo lo
autóctono atrae al turismo cultureta, que puede ser de dos
tipos: de calcetín blanco, sandalia, estropajoso, con
botellín de agua que rellena en los aseos de los bares y que
no se gasta un duro, es decir turismo llamado familiarmente
“guirisdemierda” o fashion y fino, que acude a los pueblos a
rescatar cortijos centenarios, restaura cuevas en Motril o
en Baza, se encapricha de mansiones abandonadas, escarban
por anticuarios y chamarileros en busca de tejas, nazaríes y
materiales de la época y por donde pasan dan trabajo y dejan
buena pastora, esos son “distinguidosresidentesextranjeros”
y en la Costa se les adora, aunque vayan de colonizadores
comprando finca tras finca y casa tras casa hasta repoblar
los pueblos pero en plan bien, en plan fashion, respetando y
resaltando la riqueza patrimonial.
En Marbella, lo último es mezclar piezas de diseño con
trapajillos de Zara, usar la colonia de verano de Ralph
Lauren, las sandalias menorquinas de colores, las alpargatas
de diez euros también de colores, los adornos para el pelo
de Evita Peroni comprados en el Corte Ingles y para los
maromos el negro Versace, el cadenón de oro de Cartier, lo
falso y lo auténtico entremezclado, jiñarse de risa ante la
docena de pulseras que suele lucir el cursi de Marichalar,
recordar tiempos pretéritos de príncipes árabes comprando
las joyas al peso y los rolls por docenas, horterazas como
eran y aplaudir el rock castrojo del Koala, amen de mal
hablar de la Operación Malaya diciendo que es “un montaje
del Pesóe” y decir que los de la gestora marbellí, tomaron
como principal y urgentísima primera resolución el ponerse
sueldos de cinco y seis mil euros, así que, tan deficientes
mentales teledirigidos no deben ser.
¿Periódico? La Razón por la caña que mete ¿Emisora? La COPE
y para enterarse de los secretos de sumario de los malayos,
cualquier programa rosa con su habitual tertulia de gentuza.
¿Qué cual es el destino del que más se habla? Pues de
Alhaurín de la Torre, todo es un puro chiste alhaurino y el
tema hace mucha gracia, tanta como apostar que, la Malaya,
dejará sanos y salvos a los trajinosos de la Junta de
Andalucía. Todo muy fashion.
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