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OPINIÓN - JUEVES, 03 DE AGOSTO DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Siempre se ha dicho, y quienes lo han dicho sus razones tendrán para decirlo, que tiempos pasados nunca fueron mejores.

Servidor, con el debido respeto a quienes lo han dicho y a quienes así piensan, quiero decir y digo que, como todas las cosas de la vida, eso también es discutible.

Como he prometido que, en estos días dedicados a las fiestas patronales en honor de la patrona de Ceuta Santa María de Africa, no voy a tocar más temas que los de la feria siguiendo fiel a mi palabra, cosa a la que nunca fallo, vamos pues, a dedicarlo todo a la feria, incluso lo de discutible que las ferias pasadas nunca fueron mejor que las actuales, por aquello de que nunca tiempos pasados fueron mejores.

Y les decía que todo eso es discutible, porque pensando en aquellas ferias que tenían su sede en el Muelle Cañonero Dato, se me antojan que fueron muy superiores a las ferias actuales. Me explico.

Las casetas montadas por el desaparecido Centro de Hijos de Ceuta, Centro Cultural de los Ejércitos, Suboficiales, Unión Africa Ceutí o la Popular superaban, en mucho, a las actuales.

Aquella caseta del Rebellín, de mampostería con olor a jazmines, perfectamente cuidada por María Miajas, era la envidia de todos los que llegaban de fuera y eran invitado a la misma.

Aquella rivalidad mantenida, años tras años, por el Centro de Hijos de Ceuta y por el Centro Cultural de los Ejércitos por conseguir las mejores atracciones iba, sin lugar a dudas, en beneficio de la feria de Ceuta porque,en esa lucha, Ceuta conseguía traer, a sus fiestas patronales, a las mejores atracciones nacionales e internacionales.

Aquel señorío, de aquéllas noches de verano, con las mujeres ceutíes portando sus mejores galas, acompañadas por sus esposos o novios con traje y corbata, daban al recinto ferial un don de gente irrepetible, como irrepetibles sería, hoy día, poder contar con todas aquellas estrellas que desfilaron por la ferias de Ceuta en aquellos años.

Aquellos años son irrepetibles en todos los conceptos porque, aquellas ferias de Ceuta, fueron consideradas con toda justicia como una de las tres mejores de Andalucía.

Pasaron los años y el recinto ferial, por imperativos, tuvo que instalar sus casetas de feria en la Gran Vía. Y allí nacieron las auténticas casetas familiares, Las Penas, Los Varales, Agüita de la India, El Agüjero y Los Abánicos entre otras.

Esas casetas nacieron por deseo expreso de unos grupos de amigos que, durante nueve días, trasladaron el comedor de sus casas al recinto ferial y que,. al final de las fiestas patronales, había que rascarse el bolsillo de sus fundadores porque, siempre, había un déficit al que hacer frente.

No había, por tanto, ningún ánimo de lucro por parte de los fundadores de las casetas familiares donde, además, sus fundadores se dejaban, cada día, una buena pasta, en invitar a todos aquellos amigos, queles hacían una visita, y a los que no se les permitía pagar ni una sola peseta porque, al fin de cuentas, erán unos amigos que venían de visita a la casa.¿Y quién es el qué es capaz, cuando una visita llegue a casa y se tome un café, pedirle el coste del mismo?. Nadie.

Con permiso, de todos ustedes, quiero rendirle desde aquí, un homenaje a mi hermano Pepe, alma mater de “Los Abánicos”, al que nos unimos ocho amigos dispuestos a sacar adelante el proyecto.

Podemos decir, con auténtico orgullo que, en nuestra caseta, cada noche, había una actuación de un grupo de sevillanas de renombre. Por ella desfilaron, el poeta sevillano, Francisco Palacio ”El Pali”, Los de Sevilla que dedicaron e incluyeron en uno de sus discos unas sevillanas dedicadas a Ceuta, Ecos del Rocío, Los Maravillas, Solera 4, Los Romeros de la Puebla, Los de Gines y otros grupos de categoría que, en estos momentos no recuerdo además, para que no nos faltase de nada la Orquesta Juan y Victoria amenizaban, cada noche la velada.

Nada de extrañar, pues, que a todos los componentes de la caseta, nos costase dinero al final de la feria. Sin esa aportación especial, de cada uno de nosotros, dfícilmente hubiésemos podido ofrecer todas y cada una de esas actuaciones en nuestra caseta. A laque además de ese dinero dedicábamos, más hora que un reloj, en montarla, adornarla y al final, recogerla.Trabajo que recaía en nuestras mujeres trabajando a destajo, para que todo estuviése a punto.

Hoy, pocas casetas están ataviadas con motivos andaluces, no hay ninguna preocupación por ello, simplemente cuatro farolillos y algún que otro mantón de manila.

Las auténticas casetas familiares se han perdido o sonmuy difíciles de encontrar en el recinto ferial.

Hoy, desgraciadamente, nadie traslada el comedor de su casa a su caseta, sólo son bares trasladados al recinto ferial a ganar dinero.

Por ello decía al principio, que eso de que nunca fueron mejores tiempos pasados, era discutible. Me quedo con las ferias pasadas.
 

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