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OPINIÓN - JUEVES, 03 DE AGOSTO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Verano Alhaurino
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

La carretera que lleva al Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre, que es el destino de moda este verano, resulta liosa, está sin señalizar, tiene rotondas claramente innecesarias y si se llega a la cárcel es porque te llevan conducida en un ataud de hierro guiado por los picoletos, o porque te iluminan la lógica y el Espíritu Santo.

El truco te lo dicen: Llegas a Churriana, luego hasta la rotonda de las palmeras de los viveros Guzmán, allí se gira y se coge la carretera y luego siempre girando y a la derecha, como Dios manda. El único cartelillo es una cutre indicación y antes de torcer de nuevo a la derecha tirando para la sólida construcción de la prisión, a la izquierda, cosa rara, hay una sucísima venta que no hace más negocio con los familiares de los presos porque está muy mal atendida. En mis tiempos dorados con mi hijo mayor Gabriel Pineda de las Infantas, que una vez se llevó por delante la barrera de seguridad del puesto de la Guardia Civil conduciendo a toda pastilla y hablando a la vez por dos móviles (no vean el susto de los guardias, sacaron hasta las armas porque no sabían de que se trataba aquella exhalación) pues eso, en nuestros bellos días azules, la venta estaba atendida por un matrimonio muy laborioso que ponía almuerzos camperos, sanos y abundantes y allí comíamos saliendo o entrando al o del talego y allí trabajábamos en nuestras agendas escritas en diferentes colores.

Gabriel se fue a la luz y tardé mucho tiempo en pararme en la ventita, para entonces había cambiado de dueños y tenía un tiene un aspecto cochambroso y descuidado. Por eso se paran poco las familias. Aunque Alhaurín tiene el inmenso inconveniente de que carece de cafeterías como Córdoba o el desastre de Botafuegos, aquí hay un mostradorcito atendido por un argentino. Lógico. En la Costa la hostelería la están copando los porteños que encima acarician el español con sones de tango y son amabilísimos.

Los familiares hacen cola, luego toman algo, recién apuntados y luego hacen de nuevo colas, siempre hablando de los malayos y del postín de los familiares marbelleros que se acercan a visitar al clan de los millonetis. Si tuviéramos que atender a las charlas talegueras “todo” el mundo conoce a Roca y a Julián Muñoz y miran con mala uva a los periodistas del corazón que hacen guardia hora tras hora para ver si pillan a la Pantoja llegando a comunicar. Mala estrategia la pantojil. Debería mandar a un propio y alertar a los familiares para que la protejan si llega a comunicarse con el ex alcalde, ella es medio gitana, zu primo, y en esta cárcel la etnia gitana aparece con una importante representación y en plan solidario, las mujeres se lanzarían como fieras a majar a palos al cámara que quisiera robar la foto de Isabel desencajada, con su certificado de convivencia en la mano o con el DNI haciendo guardia hasta que abran la ventanilla de comunicaciones.

La verdad es que existen periodistas, existen plumillas y existen carroñeros del corazón que buscan la carnaza del dolor ajeno y hacen preguntas, alcachofa en mano, con voces chillonas y destempladas, unas voces que piden a gritos un buen profesor de dicción. Si mis primas gitanas se ponen a hacer causa común con el derecho de Isabel a comunicar en paz las alcachofas se las iban a meter por el culo a los que buitrean en el verano alhaurino, pasando calores frente a la puerta del Centro. Por mi que les jodan.

El amarillismo reporteril está bien como entretenimiento, pero yo prefiero explicaciones periodísticas sobre el suntuoso veraneo de Zetapé antes que enfrentarme al gesto contrito de la Pantoja en su papel de mujer de preso. Yo he sido mujer de preso, cuando lo de mi anciano esposo Erik el Belga y es un papel muy triste y el recorrido hasta los locutorios tiene mucho de vía dolorosa. Aunque no hay que avergonzarse.Nuestra Madre, esa mujer judía, fue madre de preso y si ella aguantó, es que se puede aguantar, aunque siempre hemos de pedirle al buen Dios que no nos mande todo aquello que somos capaces de soportar, porque el ser humano tiene una capacidad inmensa para soportar el sufrimiento, por eso mejor pedir al Señor que nos ahorre pulsos con el dolor y no tener que aceptar el reto.

El verano alhaurino es duro y caluroso. Aunque la cárcel es un modelo de excelente gestión y funciona de puta madre dirigida por un director joven que hace volver cabezas femeninas a su paso y despierta algún que otro suspiro. Funciona y se nota. Hasta en los lugares más tristes como son los módulos de enfermería. Nada que ver con Botafuegos que es una cárcel que yo personalmente detesto, por todo, por lo que me han referido, por lo que me ha tocado vivir en la piel de mis pobres clientes. Alhaurin es un cinco estrellas y si comparamos con el horror de Jaén sobrepasa la puntuación. Eso si, se están construyendo once nuevas cárceles, sin capilla, para apenar aún más a los reclusos y que se sientan más solos, pero con menús islámicos, porque con los moros Zetapé y los suyos no se atreven, les dan yuyu ¿Hay alguien que quiera relatarme alguna historia para no dormir del módulo nueve de Topas?. Acepto todas las informaciones e intento contrastarlas, hablo de lo que, humildemente, me es conocido y digo que Font Calent es una cárcel zarrapastrosa pero con una dirección llena de buenos propósitos y unos funcionarios number one. Granada, a nivel locutorios, es bastante siniestra, Albolote, que es como se llama y las cárceles madrileñas no son buenas, son tristes y están muy lejos. Para una cárcel madrileña yo prefiero Ceuta y Melilla, que son poca cosa, pero que tienen un equipo humano fetén en plan dirección y gestión.

¿Qué si me obsesiona el tema carcelero? Bueno, colegas, con las nuevas leyes de conducción y las restricciones, lo mismo alguno de ustedes tiene que chupar reja ¿Qué dicen ustedes, que eso no le pasa a la gente “normal”?No bromeen, he conocido a mucha gente normalísima y buenísimas personas que han pasado un quinario taleguero y luego han sido absueltos y, cosa rara, los culpables del quinario no han recibido la justa retribución. Nadie está libre de una desgracia. Pero si llega el momento de hacer colas, mejor el paisaje alhaurino, pese a los buitreadores del colorín y a la ventita de las moscas.
 

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