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OPINIÓN - MARTES, 08 DE AGOSTO DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Podía contar todo cuanto he visto en la feria, mejor dicho en el recinto ferial, que me ha emocionado hasta límites insospechados. Cómo será la cosas de la emoción que he sentido la necesidad, imperiosa, de derramar par de lágrimas en el tarro de las emociones fuertes. ¿Por qué tendré la fea costumbre de estar, siempre, en el lugar justo, en el momento adecuado?. Creo, con toda sinceridad, que eso tiene que ser cosas de mi ángel de la guarda, que el tío trabaja a destajo.

Y es que, desde que me he enterado que no voy a ir al infierno porque, el infierno, no existe, pensando en eso de largarme al cielo, lo mejor es creer en el ángel de la guarda.

Hoy, se quiera o no, hace falta una buena recomendación, para poder entrar en cualquier sitio.Y la mejor recomendación me la puede dar, sin duda alguna, mi ángel de la guarda. Que, por cierto, tengo que decir y digo de él, que es un pazo de ángel que no se pue aguantá de lo bueno que es y, encima , trabajador a destajo para cuidar y velar por este peazo de cuerpo serrano.Te quier, tío.

Hay, por cierto, otra clase de recomendaciones pero esas son más terrenales, y no se necesita que las haga el ángel de la guarda. Para un puestecito con una buena pasta gansa, en ésta tierra, no hace falta ningún ángel de la guarda, basta con haber sido del GIL y haber criticado duramente al Partido Popular, diciéndole de todo menos bonito. Buen puestecito y buena pasta gansa garantizada por el sistema del “dedátil”.

Volviendo a lo que han visto, en el recinto ferial, estos peazos de ojos que no hay quien los mejores y el estar, en todo momento, en el lugar adecuado, me han enriquecido hastala saciedad, preparándome para poder contarles, a todos ustedes, cosas y más cosas, para cuando se acerquen las elecciones. Les voy a poner un simple ejemplo.

Les puedo decir y les digo, que enciendo la tele, esa que es de todos nosotros eso, al menos, dicen los que saben y, oiga amigo guardia, me dan unas imágenes de personajillos que da gloria verlos por la forma de “tajelar” que tienen los gachés y de “pegarle” al ”yodo”.

Que razón llevaba, la sabia de mí abuela, cuando me decía: “la cara es el espejo del alma”. Y vi, algunas caras, por mi santa de mi alma, con dos “roetes” colorados en ambas mejillas que eran gloria pura para el anuncio de una buena marca de “morapío”.

Me recordarón, aquellos anuncios del colacao, en el que aparecían dos personajes, uno antes de tomarlo y otro después de haberlo tomado. La diferencia, entre ambos dos, era abismal.

Había que ver lo canijo que estába el niño antes de tomarlo y lo gordito que estába después de haberse tomado un buen vaso de colacao. Ya lo dijo aquel: a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

Y ya que hablamos del colacao ni te puedes imaginar, serrana del alma mía, la fuerza que tiene una buena publicidad, a pesar de que el producto no sea muy bueno que digamos, pero que ese escaparate que es la tele, en tu propia casa, te los hace comprar.

No es el caso, por supuesto, del colacao que, a pesar de la calidad del producto, cada año sacan un nuevo spot publicitario, por aquello del aburrimiento que produce ver o escuchar, siempre, lo mismo. Renovarse o morir.

Los anuncios publicitarios, tienen una duración y, de nuevo, cuando termina hay que sacar otro sport, antes de que el personal, se aburra de escuchar lo mismo o ver las mismas imágenes.

Es lo que hacen, todas las grandes marcas, para seguir siendo líderes de venta, caso de la coca cola, el producto más vendido en el mundo entero.

Algunos no se enteran y vuelven a repetir spot publicitarios con más de treinta años de antigüedad y, naturalmente, el personal cansado de ver y escuchar, desde hace treinta años, el mismo spot, pasa olímpicamente de él. Vamos,que no le hace ni puñetero caso.

Vale que hace treinta años, el spot lanzado por el fabricante del producto, tuviése su éxito, quizás porque era su primera salida al mercado y fue acogido con alegría por el personal que invirtió mucho en el producto, lo que hacía muy feliz al lanzador del mismo, que veía como con éste producto, se le iba allanado el camino para conseguir lo que se había propuesto gracias a esa publicidad.

Lo malo, de todo esto, es que el producto ofreciío sólo valía para ayudar a su lanzador a conseguir su objetivo. El personal, que no es tan tonto como parece, se dio cuenta del asunto y para lo que había válido aquella publicidad, Y, naturalmente, el lanzador del mismo, conseguido su objetivo, gracias a la publicidad, además gratuita, ya no era bien visto porque, todos entendieron que era un aprovechado.

Ahora, después del tiempo pasado y viendo la caída en picado del lanzador del producto, se vuelve a sacar la publicidad efectuada hace treinta años tratando, con ella, salvar la cara del lanzador del producto.

Si eso es todo lo que sabe hacer el nuevo publicista, mejor haberlo dejado donde estaba.Y es que, no se entera, “renovarse o morir”. Ave César....
 

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