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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 23 DE AGOSTO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Siniestros y calamidades
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¿Han visto en la tele el accidente ferroviario de hace un par de días? Cuatro muertos, múltiples heridos y un montón de víctimas sin más efecto secundario que, el correspondiente soponcio y una enorme disposición a relatar su tragedia particular ante cámaras y micrófonos. Me parece que las cámaras llegaron antes incluso que los efectivos sanitarios, para cubrir la noticia y llenar espacio en los telediarios y no es que acuse de morbosos a los informadores, simplemente el país es así y las tragedias parecen repetirse todos los veranos.

¿Recuerdan lo de Biescas y sus dantescas imágenes grabadas por un videoaficionado? Avalancha de agua y lodo, cuerpos flotando, vehículos destrozados y una especie de aprensión generalizada ante las acampadas porque, aquí se infringe tanto la legislación que ya no se sabe si un camping o unos apartamentos están ocupando una vía fluvial, llega la gota fría o la gota caliente, se abren los cielos, aparece la riada que en Málaga se llama “la riá” y todo en general se va directamente a tomar por el culo con la consiguiente pérdida en vidas humanas y bienes materiales.

Echo la memoria para atrás y me parece estar regresando de visitar a unos rifeños en la mísera prisión de Cartagena y la noticia por la radio del accidente mortal de un autobús cargado de adolescentes, la angustia inenarrable que experimentamos mi compañera Inés Barba y yo ante esa terrible afrenta a la ley natural que es el hecho de que, los padres, sobrevivan a los hijos.

Y, años más tarde seguimos igual: siniestros y calamidades cada estío. Las carreteras convertidas en agujeros negros que van directos del más acá al más allá. Cuarenta y nueve ¿O son cincuenta y nueve? Mujeres asesinadas por sus maridos en lo que eufemísticamente se llama “violencia doméstica” cuando no debería llamarse así, de hecho, violencia doméstica se experimenta en mi hogar cuando mis hijos traen malas calificaciones y no por eso llega la sangre al río que hay a la vera de mi casita que se llama el arroyo de Jaboneros. Se debería llamar a esa cursilada denominada “violencia de género” algo más contundente como “crímenes machistas”, porque no se trata de episodios violentos puntuales, sino de auténticos asesinatos, muchas veces con premeditación y alevosía, cuando no con auténtico ensañamiento. Las mujeres asesinadas han sido siniestra noticia este verano y van… Mientras, los maltratadotes apresados, hacen “cursitos” pamplinosos en los que se les indica que tienen que ser buenos, solidarios y tolerantes, cuando más de uno de ellos está directamente para ser enviado de una patada en los huevos al psiquiátrico de Font Calent en Alicante, uno de los raros psiquiátricos penitenciarios donde, a fuerza de química, neutralizan los malos instintos y atemperan la mala condición.¿Ven ustedes? Si este gobierno tan babosil y melindroso estuviera de buenas con el hermano americano, lo mismo nos mandaban dineros para construir la docena de psiquiátricos penitenciarios que necesitamos de forma perentoria para encerrar a nuestros presos locunos. Les hablo con conocimiento de causa, porque, en la distinguidísima cárcel de Alhaurín y en su enfermería que es igualmente VIP, se curan un buen puñado de esquizofrénicos paranoides, más peligrosos que tres sacos de bombas, pero controlados químicamente a base de pastilleo. Y no es el lugar. Y no se dan las condiciones, por muy de cinco estrellas que sea la cárcel malagueña y muy macizo que esté su director. Necesitamos guita para los enfermos y la UE ni nos da para locunos ni nos da para frenar a los cayucos cargaítos de africanos.

Ahora que yo arreglaba el problema de los cayucos en una semana, se lo garantizo a ustedes. Con nuevas leyes de inmigración mucho más eficaces en las que se contemple el más estricto respeto a los derechos humanos: Cayuco que llegue se entrega la manta, el chandall, el agua, las galletas y las raciones de supervivencia a cada ocupante y, de inmediato, sin tomarse los eternos prolegómenos de tratar de identificar a unos extranjeros que se niegan a facilitar su auténtica identidad, el cayuco remolcado ipso facto de vuelta para Mauritania o Senegal. Remolcado por naves españolas y sin otra alternativa que el regreso inmediato, nada de desembarco ni centro de acogida : entran y se les devuelve.

De otra forma la avalancha, siniestra por su fondo desesperado, no tiene solución. Tengan en cuenta que, la inmigración procede de países de mierda, pésimamente gestionados por sátrapas medievales o por dictadorzuelos corruptos que dejan morir de hambre a sus pueblos. El darles sacos de billetes solo beneficia a las cuentas suizas de los gobernantes, pero al pueblo normalmente no le llega ni un pirulí. El gobierno de Senegal querrá dinero, mucho dinero para cerrar las fronteras, los mauritanos querrán otro porrón de millones. La pobre Africa languidece y pena en manos de gobiernos de pacotilla y la única ayuda que les llega directa es la que llevan las monjitas, los misioneros, o los de alguna que otra oenegé, pero la que llevan encima en sus mochilas, si no les roban por el camino. Es curioso, Africa se muere de hambre y enfermedades, pero todos los “gobiernos” y los satrapillas o dictadorzuelos, tienen sus correspondientes ejércitos armados hasta los dientes. Para arroz y mijo no hay dinero, ni para potabilizar el agua. Para disfrazar a los tipos de guerrilleros de opereta y darles subfusiles y munición siempre existen fondos y para guerras siempre buscan financiación. ¿Qué la culpa es de los países ricos? ¡Qué románticos son ustedes!. La culpa de las catástrofes de la naturaleza puede ser de la imprevisión; la culpa de los accidentes de errores humanos, la culpa de los crímenes de hijoputas descontrolados y la culpa de las calamitosas circunstancias del continente africano es verdad que pueden ser de Occidente, aunque no será porque Occidente no lleva malgastadas fortunas en Africa. Tal vez la solución fuera un neocolonialismo hasta que los países llegaran al nivel social y cultural bastante como para autogestionarse democráticamente. Pero los gobiernos del continente negro no quieren neocolonialismo, sino dinero para ellos y para sus mariachis. Recuerden al dictadorzuelo Obiang, o al increíble Mobutu Sese Seko o al Bocassa con sus diamantes ¿Ustedes piensan que tiparracos de esa catadura pueden gobernar ni un gallinero sin que los animales fenezcan de gripe aviar y hambrunas?. Los gobernantes africanos piden dinero, pero no toleran ningún control posterior de los billetes. Eso para ellos es “injerencia” ¡tendrán cara los gachiles!.

Tragedias, siniestros y calamidades veraniegas, donde casi siempre están las cámaras para que nos desayunemos con el correspondiente telediario sangriento y es que, reconozcámoslo, nos chalamos por la información. Por “todo” tipo de información. Será que la información es poder. No, no “será”, la información, sea del género que sea, en invierno o en verano, calamitosa u optimista, es auténtico poder.
 

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