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OPINIÓN - SÁBADO, 26 DE AGOSTO DE 2006

 
OPINIÓN / EL MAESTRO

Publicar en Ceuta

Por Andrés Gómez Fernández


Me sentí muy ilusionado, cuando apoyado por unos compañeros, conocedores de mis “archivos” sobre mis “vivencias” como maestro en activo, me incitaron a que las publicara. Era una de las razones por las que inicié la aventura de ponerme manos a la obra; otra, venía de una idea surgida por la responsable de Educación, que pretendía que todos aquellos maestros que nos jubilábamos redactáramos unos documentos donde se recogieran anécdotas ocurridas durante nuestra trayectoria docente. Así lo hice yo, como, al menos otro compañero. Quizás, en aquellos momentos no hubiera más aportaciones, porque el proyecto, según mis informaciones, no se realizó. Por esta principal razón me decidí, a nivel personal, a recopilar mis anécdotas en forma de libro.

Mi falta de recursos económicos, hizo que me lo pensara mucho, pero animado por escritores, con más experiencias que yo en estos avatares, me decidí a solicitar una subvención. Para tal efecto, previa entrega de los documentos exigidos, intervine en la convocatoria de ayudas a la edición de libros-2004. La misma tenía una consignación presupuestaria de 18.000 euros. La Comisión de Valoración, tendría en cuenta los siguientes aspectos: a) autor nacido en Ceuta o residente en ella; b) tema de estudio centrado en Ceuta o su entorno; c) interés cultural; d) trayectoria y proyecto editorial. Por otra parte, las ayudas concedidas serían del 30% del coste de la edición.

Conocedor de la fecha de reunión de la Comisión de Valoración, al día siguiente me personé en el Negociado correspondiente para saber si había tenido suerte, o, por el contrario, no había sido afortunado. Para mí, en aquellos momentos era fundamental, casi vital, para mis intereses, que me hubiesen concedido la subvención. Era mi interés que el libro se presentara en la Feria del Libro de ese mismo año. Y la tirada estaba a punto de terminarse, ya que en la Imprenta Olimpia trabajaban denodadamente para que así fuese. Pero, algo venía a romper mis ilusiones, cuando supe que la subvención me la había denegado.

Todavía había un rayo de esperanza para que no fuese así. La funcionaria que de forma extraoficial me trasmitía que no había tenido suerte, sí que me comunicó que alguien (?) quería hablar conmigo. Dejé pasar unos días, hasta conocer, de forma oficial, que, en efecto, mis ilusiones se había roto. Un escrito de la Consejería de Educación y Cultura de la Ciudad autónoma de Ceuta, me dio la “estocada” definitiva. En el mismo punto 2) de la parte dispositiva se explica: “Se deniegan a las personas, entidades e instituciones de Ceuta que figuran en el anexo II adjunto sus solicitudes de subvención, siendo la causa única de denegación el exceso de ejemplares presentados a la convocatoria.” Lo que comunico en su condición de interesado, significándole que ANDRÉS GÓMEZ FERNÁNDEZ, se encuentra entre los relacionados en el anexo II, con el libro “Vivencias de un maestro”. Y se termina “contra la mencionada resolución se podrá interponer recurso de reposición que cabrá fundar en cualquiera de los motivos de nulidad o anulabilidad previstos en los artículos 62 y 63 de la citada Ley…”.

La suerte estaba echada. Los libros había que pagarlos, por lo tanto, una “ayudita” no me hubiese venido mal. Pero todas las puertas no se cerraron, porque una mano tendida, la de un gran amigo, me ayudó. ¡Y los libros se abonaron! Después, su aceptación o no, nada tuvo que ver con el problema de la subvención.

Transcurridos unos días, después de mi decepción, recibí una llamada telefónica de otro autor, que vio también, como su ciudad pasó de puntillas ante la subvención de su libro. El comunicante disponía de mejor información que yo, pensando que se había cometido una injusticia en el reparto de los 18.000 euros presupuestados. Posiblemente fuese así, porque el total de lo consignado para la ayuda a la edición de libros-2004, se había ido íntegramente a una Editorial de la Ciudad Condal, -“el premio gordo” de los libros-. Se conoce, lógicamente, que no cumpliera con el anexo II, y sí con el anexo I, que diría lo contrario. Mi compañero en este “vía crucis” me invitó a que podríamos interponer recurso. Le dije que necesitaba ampliar lo comunicado, porque dicho así “sonaba” que una Editorial de Barcelona que se llevaba todo el importe de la subvención, me parecía una broma.

Recabada una aclaración sobre lo que parecía un hecho de claro partidismo, a todas luces, injustificado – si es que el partidismo pudiera justificarse - se me dijo que esa Editorial trabajaba para la Ciudad Autónoma de Ceuta, sobre determinados temas de interés, de índole histórico. Bueno, siendo así, paré las intenciones del tan frustrado compañero de viaje en las tareas literarias. ¡No hubiese servido para nada!

Me viene a la mente unas reflexiones: A) Si el presupuesto previsto para la subvención de libros-2004 se lo lleva íntegramente la mencionada Editorial, ¿para qué nos convocaban, si ya de antemano estaba concedido? Por otra parte B), la única causa de denegación fue el exceso de ejemplares presentados, ¿Se referían a autores, o al total de los ejemplares que presentamos todos? En mi caso concreto fue, como se vio en el transcurso de la venta, excesivo. Presentar en nuestra ciudad 500 libros, sobre un tema que aunque relacionado con la enseñaza, estaba dirigido a muy limitado número de lectores. Pues gracias a la colaboración presentada por algunos centros educativos, que incorporaron en sus bibliotecas varios ejemplares, el problema fue menor. ¡Y eso que el libro tuvo una gran difusión en los medios de comunicación!

Para finalizar esta aventura-desventura, todavía estoy esperando que “alguien” me llame, como así se me hizo constar en mi primer contacto con la triste realidad. Pude apreciar, en al acta, que en el lugar reservado a los “condenados” a no recibir la subvención, junto a mi nombre había una señal. ¿Para qué, “alguien”, quería hablar conmigo, cuando la suerte estaba ya echada?

Quizás, para decirme que no me apurara, que otra vez sería, dándome en la espalda una palmadita de consuelo. Me quedé con la duda, porque ya no me llamarán. Por todo ello, estimado lector, si alguna vez se le ocurre publicar aquí, no se lo piense y busque otro lugar, porque posiblemente tenga más suerte que yo.
 

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