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OPINIÓN - MARTES, 29 DE AGOSTO DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Cuando se intenta lavar una imagen, es signo inequívoco, de que la imagen está deteriorada.Por qué se deterioran las imágenes. La pregunta puede tener varias repuestas pero, normalmente, las imágenes se deterioran por el paso del tiempo o por la sencilla razón deque, se le haya pintado con una capa fina de pintura que con la lluvia ha ido desapareciendo, hasta dejar a la imagen tal y como era sin esa capa de pintura.

Para recuperar esa imagen, no cabe más solución que contratar a un imaginero, que le vuelva a dar la belleza que antes tenía. Cosa bastante difícil porque ya no quedará lo mismo, por muy fino que hile el imaginero. La pintura empleada, sin discusión alguna, nunca alcanzará la perfección de la original.Y eso, contratando al mejor de los artistas restauradores de imágenes.

Imaginense si al artista qué se contrata, para lavar la imagen y devolverle todo el explendor que tuvo antaño, lo primero que tiene que hacer es lavar la suya que está bastante deteriorada. Fracaso seguro. Esa clase de artista cuya imagen está más deteriorada que la que le tiene que darle el lavado de cara, dificilmente podrá realizar el trabajo.

A veces, a igual que esas imágenes de las que hablamos, las imágenes de los políticos, por el desgaste que supone el poder, también es necesario hacerle un lavado de imagen, para que recuperen ese deterioro que han tenido que sufrir con el paso del tiempo.

Para ello, los políticos o los que juegan a ser políticos, que tampoco hay que abusar del asunto, contratan a un asesor de imagen.

El asesor lo primero que hace, es un estudio del personaje, antes de iniciar el lavado de cara al que le tiene que someter. Una vez realizada la mencionada operación y habiendo estudiado a fondo al personaje, procede a actuar.

A veces, simplemente, basta con un cambio de look, dándole otra forma a la manera de peinarse, recortarle un poco más el bigote, cambiarle los movimientos que realiza cuando habla o haciéndole sonreír de otra forma diferente a la habitual.

Los grandes políticos, llamando grandes políticos no sólo al que gobierna sino al equipo que tiene detrás, suelen traerse esta clase de asesores de los américanos de América y, hasta ahora, han dado unos excelentes resultados.

El problema, a la hora de elegir a esa clase de asesores, lo tienen los politiquillos de medio pelo, aquellos a los que, la tómbola de la vida les dio la gorra y el pito con mando o como decía la sabia de mí abuela: Dios le da pañuelos a los que no tienen moco.

Estos personajillos, a la hora de elegir a esa clase de asesores, apuestan por algún amiguete con cierta experiencia en determinados campos que, precisamente, no son los de asesores de imagen. Porque de haber sido asesores de imágenes, lo primero que deberían haber hecho, estos amiguetes, es lavar la suya que bastante deteriorada está.

Ahora hay que reconocerles, a estos amiguetes, su capacidad de distraer la atención de ciertas actuaciones para que se fijen en otras que dejan o cree él que es así, en buen lugar, al personajillo al que hay que darle un lavado de imagen.

Eso no es más que querer tomar por tonto al personal insultando su inteligencia. Lo que es real, no se puede disimularon una manita de pintura que, a la primera de cambio, con la caída de un par de gotas, se vendrá abajo y dejará al descubierto la gran mentira de ese lavado de cara de la imagen del politiquillo en cuestión.

Díje, por activa y por pasiva que, a muchos de estos politiquillos de medio pelo o del tres al cuarto, como ustedes los prefieran llamar, cuando se les cayera la careta tras la cual se ocultan esos lobos con piel de cordero, iban a dejar al descubierto toda la maldad, la falsedad y la hipocresía que llevan dentro, por muchos asesores que quieran contratar, para tratar de mejorar lo que, de ninguna de la maneras es mejorable.

Quizás la falta de tiempo, no digo de dinero, porque dinero tienen, les hacen no contratar a uno de esos asesores américanos de América y porque, además, esas contratación sería un gran escándalo al ser realizada por uno de esos politiquillos de medio pelo o del tres al cuarto.

Se recurre, pues, a tratar de conseguir el asesoramiento de algún amiguete que de eso no sabe mucho pero que, de chanchullos sabe una jartá y, por medio de esos conocimientos de chanchullo, igual les pueden dar ese lavado de cara que necesitan.

Y empieza el juego, de esos amiguetes especialistas en chanchullos que, además, tienen el total convencimiento deque el personal es tonto con balcón a la calle.

Lo primero es buscar un estómago agradecido, que escriba o diga de aquel al que le tienen que lavar su imagen, que es el no va más de las inteligencias políticas de este fermoso pueblo, a lo que hay que añadir las dotes de buena persona, siempre dispuesta a ayudar a los demás con la sencillez y la nobleza que, durante toda su vida, le han caracterizado.

¡Anda ya, chalao!.
 

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