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OPINIÓN - SÁBADO, 2 DE DICIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / SIN MIEDO

El lenguaje político y la Desinformación


Jorge Pérez Blanca
jorgeperezblanca@elpueblodeceuta.com
 

Expliquemos una de las definiciones que di sobre Desinformación: La demonización o satanización consiste en identificar la opinión contraria con el mal, de forma que la propia opinión quede ennoblecida o glorificada. Hablar del vecino como de un demonio nos convierte a nosotros en ángeles y las “guerras santas” siempre serán menos injustas que las guerras, a secas. Por otra parte, algunas palabras y expresiones no admiten réplica ni razonamiento lógico: son los llamados adjetivos disuasivos, absolutamente contundentes y obligan a someterse a ellas.

Su contundencia eclipsa toda posible duda: la constitución o la integración europea es, por ejemplo, irreversible. La misma aplicación tienen los adjetivos incuestionable, inquebrantable, inasequible, insoslayable, indeclinable y consustancial. Su maximalismo sirve para remachar cualquier discurso y crear una atmósfera irrespirable de monologías.

Además, según Noam Chomsky, muchas de estas palabras suelen atraer otros elementos en cadena formando lexías: adhesión inquebrantable, inasequible al desaliento (incorrecto, ya que inasequible significa inalcanzable, inconseguible), deber insoslayable, turbios manejos, legítimas aspiraciones, absolutamente imprescindible... Lexías redundantes, como en totalmente lleno o absolutamente indiscutible, inaceptable o inadmisible.

El esoterismo es la tendencia al enigma y al oscurantismo en la expresión, que es sibilina, ambigua y enredada, cercana a las razones que ni atan ni desatan o bernardinas, de forma que cualquier interpretación es plausible y, por lo tanto, errada. Por ejemplo, es habitual entre los políticos hablar de las reglas de juego, pero nadie dice cuáles son; también se habla del marco institucional, pero nadie ha descrito ese marco; tampoco existe quien lleve el empadronamiento de las llamadas familias políticas, etc.…Las palabras del político, además, abusan del léxico abstracto, toman segundos acentos enfáticos al principio o en los prefijos y se alargan mediante procedimientos inútiles de derivación: ejercitar (y mejor, é-jercitár) por ejercer, complementar por completar, señalizar por señalar, metodología por método, problemática por problema... Son característicos los verbos ‘ampliados’ viciosamente con el sufijo –izar, como judicializar por encausar, criminalizar por incriminar, concretizar por concretar, sectorializar, potencializa… se trata de hablar mucho sin decir nada.
 

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