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OPINIÓN - LUNES, 11 DE DICIEMBRE DE 2006

 
OPINIÓN / EDITORIAL

El Biutz del nunca acabar

Los técnicos policiales acostumbrados al control de masas, los que conocían las dificultades de su propia organización por lo escaso del número de agente, advirtieron en su momento, al anterior delegado del Gobierno, Jerónimo Nieto de la complicación que se derivaría de la apertura del antiguo paso próximo a la antigua fabrica de cerveza. El Biutz fue un asunto propuesto y zanjado en el acto por el delegado del Gobierno Luis Vicente Moro, pero reabierto y puesto en valor, de nuevo, por Nieto tras la victoria del PSOE a nivel nacional.

Entonces, los problemas se centraban en los colapsos que se originaban en la frontera del Tarajal –en el famoso tubo- por donde debían pasar los miles de porteadores que a diario cruzan hasta nuestra ciudad.

La apertura del Biutz, que conllevó numerosas reuniones con el gobernador marroquí, se llevó a cabo. Parecía la panacea. Los empresarios encontraron en esta nueva fórmula la solución a sus problemas… pero no fue así. Pronto llegaron los problemas derivados de lo que, en su día, advirtieron los técnicos policiales. Problemas que no sólo no han ido en descenso, sino que ha provocado complicaciones añadidas que hacen insostenible para el empresario el mantenimiento del Biutz.

Es un caos. Es un caos el Tarajal en toda su extensión –nos referimos a las naves-. Se trata de un lugar no regulado, ni circulatoria, ni administrativamente. Lo que se proyectó para dar salida activa a una economía que miraba a Marruecos, se ha convertido –por mimetismo, quizá- en el desconcierto que es común en cualquier callejuela de Castillejos. Ventas ambulantes, pícaros, cargadores, cambistas. Naves que se convierten en refugios de quienes portan según qué elementos poco aconsejables. Un submundo que gira al amparo del aduanero marroquí de turno. Los hay honrados que no ponen la mano para permitir el paso, pero los hay habitualmente que la ponen y se erigen en los auténticos señores del caos. Los principales damnificados, nuestros agentes de Policía Nacional que tienen que soportar el hecho de que enfrente se cierre el paso según el estado de ánimo del marroquí. En definitiva, un desastre que debe tener en algún momento fin. Parece que una nueva salida por el propio Tarajal pudiera ser ahora la solución. Veremos pues. Entre tanto, cada vez queda menos para que el país vecino libere sus aranceles de importación, lo que devendrá en un caos para su población que, al menos, se gana la vida pasado mercancía desde Ceuta. Los empresarios ceutíes también tendrán lo suyo, y lo venimos advirtiendo desde no hace poco.
 

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