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OPINIÓN - SÁBADO 7 DE ENERO DE 2006

 
OPINIÓN / EL MAESTRO

Los manuscritos

Por Andrés Gómez Fernández


Los Manuscritos comenzaron a utilizarse en 1860 y se emplearon hasta mediados del siglo XX. Estos libros reproducían más de 200 tipos de letra y servían para acostumbrar al alumno a comprender cualquier clase de letra. Además, facilitaban los modelos para redactar todo tipo de cartas y documentos.

He tenido la gran suerte, en estos días, de recuperar, de mi desordenada biblioteca, dos pequeñas obras. Se tratan de “Guía del Artesano”, de Esteban Paluzíe y Cantalozella, una autoridad dentro de la Academia de la Historia y otros interminables títulos. Se trata de una edición de 1953. El libro contiene los documentos de uso más frecuentes en los negocios de la vida, y ¡240! caracteres de letra para facilitar a los niños la lectura de manuscritos, tan útil a toda clase de personas.

El objeto de la obra era, según el artículo 62 del Reglamento vigente de Escuelas Públicas de Instrucción Primaria Elemental, “se enseñará a todos los niños a leer manuscritos, eligiendo entre éstos los que parezcan más útiles, hasta tanto que haya en abundancia cuadernos litografiados destinados a este objeto”.

“En las precedentes palabras, que literalmente copiamos, se indica bien a las claras la necesidad de libros litografiados, compuestos expresamente para enseñar la lectura de manuscritos. Y en efecto, por poco que se medite, se reconocerá la inmensa ventaja de dichos libros sobre los proceso de causas civiles o criminales, y otros papeles análogos, que muchas veces por precisión se debían poner en manos de los inocentes niños, con detrimento de la moral y escaso provecho de la enseñanza, por cuanto los documentos mencionados no siempre versan sobre ideas sanas, ni están escritos en la diversidad de caracteres de letras con cuya lectura conviene se familiaricen los escolares. A fin, pues, de llenar el vacío que revela el artículo citado me decidí a publicar la presente obrita, que contiene 240 formas de letra usual en nuestros días, y una colección de documentos interesantes a la clase artesana, que es la más numerosa de nuestra patria. El autor”.

El otro libro, más o menos con los mismos objetivos de “Guía del Artesano” se titula “El primer Manuscrito” de D. José Dalmáu Carles, Profesor y Director de la Esuela Nacional Graduada de la Ciudad de Gerona, con fecha de la primera edición, en Abril de 1905, y una edición de 1947 corregida y aumentada.

En el prólogo de este libro “se invita a los maestros que sería imperdonable error no considerar la Escritura como el medio más eficaz para la enseñanza de la Lectura, es decir, enseñando a leer escribiendo, simultaneando ambas enseñanzas, el niño se identifica de tal modo con los manuscritos, que prefiere su lectura a la de los de molde, y esto es tan cierto, que algunos maestros competentísimos han pensado formalmente en la conveniencia de prescribir por completo los caracteres de imprenta, durante el primer período del aprendizaje que nos ocupa”.

Incluyo, de “Guía del Artesano” un documento, ejemplo, que se utilizaba para que un padre solicitara informe al párroco cuando un hijo se quería casar con una joven residente en otra localidad. “Al Rdo. cura Párroco de Sanlúcar de Barrameda”. Cádiz, 10 de Noviembre. “mi venerado Señor: Cumpliendo con los deberes que nuestra Santa Religión nos impone, la presente no tiene otro objeto que el de molestar a V. para que tenga la bondad de informarme de la familia de D. Juan Samprivat y de la conducta de su hija María, pues como un hijo mío establecido en ésa, llamado Eugenio, quiere casarse con ella, es mi obligación, antes de dar el permiso, informarme primero de las cualidades y circunstancias de las personas con quienes habrá de emparentar.

Como en esa población no conozco a nadie de quien valerme para tomar los referidos informes, me he dirigido a V. como Pastor de la Iglesia, e incapaz de faltar a la verdad, para que me diga cuanto sepa relativo a esa familia en la inteligencia que de su contestación pende el dar consentimiento a mi hijo.

Disimule la libertad que me he tomado, y disponga en cuanto pueda serle útil este S.S.S.Q.S.M.B., Enrique Trobador”.

Del manuscrito “El Primer Manuscrito”, selecciono un fragmento del capítulo “Caridad”.“Poco antes de las dos de la tarde, Paquito y Sebastián se dirigían, contentos a la escuela.

Eran alumnos de un mismo grupo, y ambos niños se distinguían por su amor al Maestro, por sus buenos modales, por su aseo y limpieza, por la atención con que escuchaban las lecciones, por la reflexión con que las estudiaban en su casa y por el esmero con que desarrollaban los deberes que el profesor encargaba.

Al cruzar cierta calle, vieron a un ciego que, sentado en el suelo, imploraba la caridad. De pronto, Paquito detiene el paso, y va a poner una moneda de diez céntimos en la mano del desgraciado.

Admirado Sebastián de la acción de su compañero, le reprende, diciéndole: “¿Por qué has hecho eso? ¿No sabes, acaso, que el ciego Pascualón es una mala persona? ¿Por qué es una mala persona?, repuso Paquito. –Sí amigo mío. Tu no conoces la historia de ese hombre, porque hace poco que vives entre nosotros; pero yo te contaré, Pacualón era pajarero, hacía ciegos a los pobres pájaros, quemándoles los ojos con un hierro candente, a fin de que así cantaran más y aumentarse su negocio. Cuanto ganaba se lo gastaba en aguardiente, y hasta abandono o a sus hijos. Esto lo saben cuantos conocen a Pascualón.

En verdad, que, si es cierto lo que dices, ese hombre ha sido malo, muy malo, más hoy es un desgraciad....”

Resulta un tanto sorprendente, en los tiempos actuales, cómo ambos libros son editados en Cataluña-Barcelona; los dos en correcto español. La mayor parte de los documentos, que posiblemente sean originales, insertados en “Guía del Artesano” tienen como referencias localidades catalanas algo impensable en la actualidad. El libro cumple satisfactoriamente con sus objetivos. El otro libro “El primer Manuscrito”, que invita los maestros a su utilización como método simultáneo de lecto-escritura, tiene como “fin lógico”, su importancia como factor contributivo de la instrucción y educación del niño.

En resumen, dos magníficas obras, que, aún sin ser utilizadas, tienen su vigencia, aunque sea en el recuerdo de muchos alumnos, con los que aprendimos, ya que fueron portadores de grandes valores, hoy, desgraciadamente, desaparecidos.
 

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