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OPINIÓN - MIÉRCOLES 11 DE ENERO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Apuntes de El Madrigal
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El Barcelona sigue ganando y su juego de conjunto destaca poderosamente. A los hechos me remito: causa baja Xavi, futbolista fundamental en cualquier club, y ni siquiera se nota su baja. Ahora los azulgrana se quedan sin Eto’o, durante varias semanas, pero a buen seguro que la máquina continuará funcionando bajo la regla de que cada futbolista sabe la misión concreta que ha de cumplir para ponerla a contribución del bien general.

Mientras ello sucede, los madridistas nos preguntamos, una y mil veces, que está sucediendo en el Madrid para que los componentes del cuadro técnico no dejen de dar palos de ciego. De momento, a mí me cabe pensar que tanto Butragueño como Ramón Martínez tendrían que retirarse a cualquier monasterio para meditar sobre sus numerosos errores y que tratan de solucionar tomando decisiones sin tener las ideas muy claras al respecto.

Uno, que algo debe saber de un deporte que vivió desde que empezó a echar los dientes, vio con buenos ojos que se eligiera a López Caro como entrenador, siempre y cuando éste fuera revestido de la autoridad suficiente para hacer las alineaciones. Pero mi gozo en un pozo.

Me explico: en El Madrigal me di cuenta de que el entrenador, nacido en Lebrija, se deja influenciar por Butragueño y Martínez en todos los sentidos. De no ser así, resulta inexplicable que Roberto Soldado permaneciera en el banquillo cuando Ronaldo se retiró por lesión.

La cuestión es clara: mantener a los equipos filiales les cuesta a los clubs mucho dinero. Ya no digamos en equipos como el Madrid y Barcelona. Los canteranos saben que es difícil jugar en el sitio de las grandes estrellas. Pero son conscientes de que su oportunidad les puede llegar si acaso el primer equipo, por diversas causas, se queda huérfano de futbolistas en la demarcación que ellos ocupan.

Y es entonces, la historia está repleta de oportunidades tales, cuando consiguen destacar y hasta convertirse en jugadores muy necesarios para el club que los vio crecer. Recordemos a Michel, a Chendo (un ejemplo de constancia y sentido común futbolístico), a Butragueño, etc. Así, aparte de los trueques que el Madrid pueda hacer con sus canteranos, es la forma de recuperar parte o todo el dinero que se invierte en las categorías inferiores.

Pues bien, en Villarreal se vio claramente cómo López Caro estaba esperando la ocasión para presentar en sociedad a Cicinho, aunque fuera a costa de renunciar a Soldado y, por supuesto, a quedarse sin un verdadero delantero centro en un partido que necesitaba ganar. Lo cual no quiere decir que no me gustara el debutante.

Entiendo que López Caro, agradecido a Ramón Martínez por la ayuda que le ha venido prestando desde hace años, quiera corresponderle aceptando las sugerencias de éste, encaminadas me imagino a contentar a Florentino Pérez. Pero actuando de esa manera, es decir, sin imponer sus criterios, perderá la gran oportunidad de su vida deportiva: ser algo más que el entrenador circunstancial del Madrid.

Otro error del entrenador fue volver a caer en la tentación de situar a Helguera en el medio terreno. Zonal vital que disminuye todas las cualidades de un jugador que como central saca a relucir sus mayores virtudes: colocación y seguridad, que le permiten ocultar su falta de velocidad. Desde atrás, el santanderino Iván saca la pelota jugada; en el medio terreno se le nublan las ideas y se convierte en un pasador impreciso que deambula por tan grande zona sin orden ni concierto. La oportunidad que disfruta López Caro es la soñada por cualquier entrenador. Pero es imprescindible no fracasar con las ideas de otros.
 

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