PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura


Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - DOMINGO 15 DE ENERO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

El protagonismo del pollo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando nos hablan del IPC, y, por tanto, de cómo se ha encarecido llenar la cesta de la plaza, es ya tradicional que sea el pollo el culpable de que dejemos en los mercados más dinero. El pollo viene a ser cual los niños: que siempre es bueno que los haya en casa para que paguen los vidrios rotos. Cada vez que se habla del pollo, a mí se me viene a la memoria el comenzar de los años 60 y los olores que salían de los primeros asadores que se instalaron en las grandes ciudades. Oigo lo que dicen en un telediario sobre el primero que se abrió en Barcelona y cómo los viandantes se paraban ante su puerta para calmarse el apetito con las emanaciones sudorosas que despedían las aves. No en vano, un pollo asado costaba entonces el ojo de una cara. Venía a salir por 74 pesetas, cuando los sueldos estaban en dos talegos al mes, y poco más.

En Madrid era famosa la Gaditana: situada en la calle Cádiz y donde tenía el cine Carretas la puerta dispuesta para salidas en situaciones de emergencia. En ese asador, uno llegó a comerse una granja entera. Gracias a que ya ganaba un dinero muy curioso al mes. Comiéndome un pollo, poco tiempo después de que se hubiera esfumado la hora vaga de mediodía, me enteré yo del asesinato de John Kennedy, mientras le entregaba a El Feo, un corredor de futbolistas, el último plazo de su porcentaje por haberme colocado bien. La noticia hizo posible que hasta El Feo, que pesaba cien kilos y no precisamente por estar a dietas, se impusiera la obligación de no zamparse lo que quedaba de su pollo correspondiente. Y es que Kennedy nos caía bien a todos, incluso cuando se nos fue contando que no era trigo limpio.

Muchas fueron las suposiciones que se hicieron sobre la conspiración que hubo para matarlo. Porque Oswald quedó descartado casi desde el principio. Se nos dijo que la mafia, luego que había sido víctima del primer golpe militar dado en los Estados Unidos, por medio de los Jefes de Estado Mayor Conjunto, porque no querían ni el fin de la Guerra del Vietnam ni tampoco de la Guerra Fría, a lo que estaba dispuesto el presidente y que suponía un enorme descenso en el tráfico de armas. Y muchas patrañas más.

Ahora, cuando ya el pollo está al alcance de casi todos los españoles, por mucho que se le achaquen culpas desestabilizadoras en los presupuestos alimentarios, nos enteramos de que Fidel Castro fue el verdadero urdidor de la trama que hizo posible el magnicidio. Y también se nos dice que ello era algo que conocían desde los primeros momentos el presidente Lyndon Johnson y el clan de los Kennedy. Y que guardaron silencio por conveniencias de todo tipo, muchas de ellas nada patrióticas.

Franco jamás llego a fiarse de los estadounidenses. El Caudillo jamás les perdonó que la mentira sobre el hundimiento del Maine sirviera como pretexto para declararnos la guerra y hacer que Pascual Cervera, almirante de la escuadra española, sufriera las consecuencias de una derrota cantada en la bahía de Santiago de Cuba.

Nada nos ha extrañado, pues, que cuando aún creíamos que Bush y Aznar mantenían relaciones cordiales, saliera Paul Bremer, ex gobernador civil en Irak, arremetiendo contra la actuación de los militares españoles enviados por el anterior Gobierno. Lo cual nos demuestra que Franco sabía más que un lepero.

Día llegará en que haya que negociar nuevamente el contrato de las bases de Morón y Rota, entre otras cosas, y a ver si entonces los políticos españoles tienen la habilidad suficiente para hacer que esta gente pague las pérdidas que ocasionará el que hayan torpedeado el negocio hecho con Chávez. Franco detestaba a los estadounidenses, pero necesitaba la leche en polvo y el queso de ellos. Que si no...
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto