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OPINIÓN - MIÉRCOLES 1 DE FEBRERO DE 2006

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Histórica visita oficial de un presidente

Si bien no vamos ahora a discernir si en 2000 y 2004 José María Aznar visitó Ceuta en un acto propio del Partido Popular y en su persona se hallaba -no obstante- el rango de presidente de la nación, en esta ocasión y sin actos de partido de por medio, un presidente del Gobierno de nuestro país, enfundado oficialmente como tal, ha pisado esta tierra un cuarto de siglo después de que Adolfo Suárez lo hiciera en el inicio de la mítica década de los 80.

Una visita de este calibre lleva inherente, para desgracia de los ceutíes y de los melillenses, la vinculación permanente y la atención mediática a lo que pueda opinar Marruecos buscando un interés extraño y dando demasiado pábulo a quien ni debe, ni puede exigir, reclamar o solicitar lo que no fue nunca, ni es, ni será suyo.

Por otro lado, Ceuta que es española mucho antes que algunas de las regiones peninsulares, debe soportar cierta falta de rigor y gran desconocimiento de lo propio entre los mismos españoles cuando leemos en algunos medios la muy desafortunada nomenclatura de “plazas” al referirse a Ceuta y Melilla. Nunca a un español de Ceuta se le ocurriría hablar de la plaza de Almería, la de Cuenca o, incluso, las de Canarias.

Aún así, el hecho de la separación de 19 kilómetros de la Península que nos otorga la extrapeninsularidad por la ubicación geográfica en el norte de Africa, no debe ser motivo de preocupación entre nosotros mismos demandando la ratificación permanente de un hecho absolutamente incuestionable como es la españolidad de Ceuta, o la de Melilla.

El que Ceuta y Melilla se encuentren entroncadas en la mismísima organización territorial del Estado, como no podía de ser de otro modo, -tras el ‘taconazo’ de Andalucía en el 79- manteniendo representantes en el Congreso y en el Senado y, siendo una Autonomía más (aún se puede mejorar) en la ordenación administrativa del país, debe ser suficiente como para dejar de reclamar lo evidente.

Sin embargo, de momento, se da por bueno el silencio aunque sólo sea por el hecho de la visita oficial como tal, de un presidente de Gobierno. Algún día éstas dejarán de contar con la catalogación de históricas por ser algo natural y normalizado.
 

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