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ACTUALIDAD - JUEVES 2 DE FEBRERO DE 2006


Zapatero firmó en el libro de oro. EP

POLÍTICA / VIAJE OFICIAL
 

ZP se gustó entre gritos de ‘presidente’ y ¡Ceuta español!

José Luis Rodríguez Zapatero paseó por el centro urbano de la Ciudad Autónoma y se dejó querer ante una población volcada
 

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se dio un baño de multitudes en Ceuta, donde fue recibido al grito de ‘¡presidente, presidente!’ y acompañado por centenares de personas durante un improvisdado paseo por el Revellín. Durante este breve recorrido, Zapatero se dejó tocar y fotografiar, se paró a charlar con cualquiera que lo solicitase y demostró poseer un carisma insospechado ante las masas a partir de un carácter sencillo y un trato directo y cercano.

José Luis Rodríguez Zapatero llegó escrupulosamente puntual al Palacio de la Asamblea. Eran las 9,30 horas cuando dejó el hotel La Muralla y su lento paseo estuvo protegido por varias decenas de guardaespaldas y reporteros gráficos. Tal vez por la temprana hora, la reacción popular fue más bien discreta. Ni gritos, ni hurras, ni piropos, unas pocas decenas de personas observaban tímidamente, como si no supiesen bien qué pasaba, mientras su presencia era amortiguada por el trabajo apurado de los profesionales.

Frente a la Asamblea, en la plaza de África, colgaban dos pancartas que rezaban estas consignas: ‘Para ser iguales: Ceuta comunidad autónoma’, a cargo del PSPC y ‘PSOE cumple tus promesas: plan de bonificación para todos’, de Comisiones Obreras.

Consentidos por una rígida agenda , dos iniciativas partidas de movimientos sociales tuvieron oportunidad de llegar a Zapatero. En primer lugar, un discapacitado en silla de ruedas le entregó una carta al presidente y a continuación, el secretario de construcción de CC.OO. hizo lo propio para reivindicar las carencias que en materia de vivienda soporta la ciudad. En cuanto cruzó el umbral del palacio de la Asamblea, la muchedumbre, que había tenido una reacción tibia hasta ese momento, se dispersó rápidamente.

Una hora y media después, la presencia de un presidente del gobierno comenzó a hacerse patente en Ceuta. La gente se detenía a las puertas de la asamblea con curiosidad y había quien albergaba la idea de poder transmitir sus quejas al máximo responsable del Gobierno español. “Queremos pedirle una vivienda digna porque vivimos toda la familia en una barraca”, decían dos jóvenes. Un reportero del popular programa ‘Caiga Quien Caiga’ ejercía el papel de animador y la gente comenzaba a guardar su posición con interés.

“Estoy encantada, pero tenía que haber venido antes”, decía una señora. “No tiene miedo y no ha venido a pedir votos, está demostrando que se interesa por Ceuta”. La opinión generalizada era de reconocimiento al gesto de visitar la ciudad, aunque algunos admitiesen que la visita debería haberse producido antes.Pasadas las 11 horas, José Luis Rodríguez Zapatero dejó la asamblea con la intención de dar un paseo hasta el final del Revellín y saludar a los ceutíes. A partir de aquí la ciudad se volcó con su presidente.

Zapatero populista

El verdadero impacto de la visita del presidente se midió a partir de su salida del palacio de la asamblea. Si bien las extremas medidas de seguridad y el hermetismo habían caracterizado la llegada de Zapatero hasta entonces, su paseo por el centro urbano se convirtió en un baño de multitudes. ZP hizo gala de talante y emulando al mejor Felipe González se dispersó entre la multitud saludando con jovialidad y una simpatía que no era posible fingir.

Cercano al pueblo, se pudo ver a un Zapatero menudo, ligeramente bronceado y muy sonriente. Su mano se ofrecía sin peso entre afirmaciones de ¡Ceuta español!, respondidas con un asentimiento o una mirada cómplice. “Ya era hora de que viniese. La próxima con el Rey”, decían los ceutíes. Fuentes cercanas al presidente destacaban el ímpetu de la gente del sur, mientras los responsables de seguridad trabajaban a destajo tratando de apartar a la muchedumbre de un presidente que se gustaba entre su pueblo. Tuvo tiempo para todos y se detuvo con paciencia ante gritos como “¡Qué arte tienes, ZP!”.

Una vez llegó al cruce con la calle Padilla, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero subió a su coche oficial y se marchó rumbo al hospital, siguiendo con su agenda. De vuelta al centro, su salida del IES Luis de Camoens fue más de lo mismo. Ceutíes volcados y un presidente satisfecho.
 

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