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OPINIÓN - VIERNES 3 DE FEBRERO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Exitosa visita de Zapatero
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Desde hace ya varios meses, se nos viene diciendo que España está presta a romperse en mil pedazos y que urge poner remedio a esa desmembración que viene propiciando el presidente del Gobierno.
El motivo principal que se esgrime es la reforma del Estatuto de Cataluña. Y, claro, conociendo que la ocasión para desencadenar el golpe del 36 lo facilitaron dos cuestiones “sensibles”: los sucesos de Castilblanco y Arnedo -que tocaban el orden público- y la discusión en Cortes del Estatuto de Cataluña -que tocaba la unidad de España-, uno puede pensar que en cualquier momento algunos estén tentados de volver a repetir el pasado. Y, aunque todo quedaría en un intento, dada la situación actual de España, convendrán ustedes en que no dejaría de ser un hecho que serviría para colmar las aspiraciones de cualquier émulo de Tejero.

Pues bien, el hombre que está siendo señalado como ese demonio que está poniendo a España al borde de la Balcanización y a quien se le achacan todos los males actuales, pasó por esta ciudad y dejó en el ambiente la sensación de que no necesita alardear de bragueta para que le sea reconocido que no se amilana fácilmente.

Impecable la visita de Zapatero a Melilla y Ceuta, gobernadas ambas por una derecha que debiera centrarse más, y demostración evidente de que hay citas que merecen la pena ser recordadas, en ocasiones. He aquí una: “Cada época ha sido siempre la peor. Y si las ha habido verdaderamente peores, estas dieron a luz las grandes cosas”.

De tal visita, dijimos antes de que el presidente del Gobierno pusiera los pies en el helipuerto, que éste se iba a entrevistar con un presidente, Juan Vivas, que se manifiesta siempre con la moderación que los españoles estamos pidiendo a gritos. Y que ni siquiera las consignas de su partido, por más que sea respetuoso con ellas, lo hacen salirse de madre. Lo cual, dado los tiempos que corren y en una ciudad tan compleja, tiene un mérito indiscutible.

No obstante, el presidente haría bien en cortar de raíz que se publiquen editoriales favorables a su causa, fabricados en su seno y enviados luego a cierto medio. Método que impuso el GIL y que, como todo lo grotesco e impropio, parece ser que se ha convertido en una mala costumbre. Porque si algo hay que no necesita Vivas, en estos momentos, es contar con periodistas de cámara que, incluso, pongan su firma a cualquier escrito oficialista.

Y no lo necesita, entre otras muchas razones, porque hay una muy principal: Vivas representa ese centro político que necesita recuperar su partido, cuanto antes, si quiere volver a ganar unas elecciones generales. Y ello es algo que tienen más que asumido los dirigentes populares, por más que desde la trastienda les apriete las tuercas un José María Aznar que sigue queriendo hacer de los suyos un grupo de combate aguerrido contra todo lo que diga y haga ZP.

Así, mal haría Javier Arenas, siendo como es político sagaz y tan proclive a destacar su amor por Ceuta, en no incitar a Vivas para que éste, después de lo bien que le ha salido su papel como anfitrión del presidente del Gobierno, diga algo que no deba decir o nos salga con un tono faltón que, por no ser su estilo, le cae peor que una bufanda a una foca. Que para esos menesteres ya cuentan en el partido con personas capacitadas para contarnos el cuento del alfajor.

Máxime cuando, y lo he repetido hasta la saciedad, el PP con Juan Vivas al frente, seguirá ganando elecciones hasta que se aburra. Y todo, claro está, por hacer de la moderación su enseña política. Ah, me remito a lo ya dicho días pasados: de haber elegido Vivas militar en el PSOE, seguro que habría obtenido también la mayoría absoluta.
 

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