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OPINIÓN - SÁBADO, 4 DE FEBRERO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Andrés Domínguez
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Andrés Domínguez, ADE para sus lectores, está recluido en su casa, reponiéndose de un chequeo. Pero sigue sin perder su humor y, sobre todo, me hace saber que nuestra amistad es de las que se forjan en fragua. Y a mí, que la palabra amistad me parece gastada de tanto usarse en vano, me suena bien cuando Andrés la pronuncia para nombrarme.

Yo conozco a Andrés desde hace muchos años; un conocimiento que nos permitía saludarnos, pegar la hebra cuando la ocasión se encartaba y hasta discrepar, en ocasiones, sin perder la compostura. Pero fue a raíz de celebrarse un partido entre jugadores veteranos, para recabar fondos durante unas fiestas navideñas, que empezamos a frecuentarnos más.

Y, tras ese primer paso, decidimos reunirnos todos los sábados, salvo inconvenientes o imprevistos de última hora, para parlotear en la sala de estar de un hotel, degustando el inevitable café de la mañana. Una costumbre que vengo echando de menos, debido a que mi amigo ha cogido la misma manía que políticos y futbolistas: hacerse revisiones cada dos por tres. Por lo tanto, no te quejes si luego te ves obligado a enclaustrarte más tiempo del que tú y yo quisiéramos. Y en momentos donde me consta que hubieras querido vivir en la calle la visita de José Luis Rodríguez Zapatero, como presidente del Gobierno. En cualquier caso, aquí estoy yo haciéndome a la idea de que estamos, un sábado más, en el Hotel Tryp, intercambiando pareceres y, por qué no decirlo, dándole a la sinhueso sobre asuntos que nos repatean y que nos obligan a repetirnos.

Habrás observado, amigo, mediante la lectura de tus periódicos favoritos, de esa radio que siempre tienes a mano y de tu navegar por la Internet, que Juan Vivas ha sido fiel a su forma de ser y ha dado una lección de saber estar a todos los políticos que han hecho del insulto por sistema y de la mala educación sus armas predilectas. Sí: ya sé que la oposición debe contar con personas dispuestas a bramar contra quienes están gobernando. Pero los hay que más que oposición lo que hacen es rebuznar. Y ya sabes, Andrés, a quién me refiero.

También te anticipo que no pude entrevistar a Jesús Caldera, porque como ya sabrás se borró del viaje a última hora. Y me hubiera gustado hacerlo, dado que en su pueblo, Béjar, cumplí yo mis veinte años. Y, seguramente, podría haberle contado algunos recuerdos de familia. De la suya; es decir, de la del ministro de Trabajo. Y se lo habría pasado muy bien conmigo. Igual que cuando, como tú recordarás, entrevisté a Pío García Escudero y nos pusimos ambos a hablar de toros. Y es que el hombre, bien conocido por ti, venía exhausto de soportar una entrevista en la televisión local. Donde un pesado, con aires remilgados, me lo había dejado hecho una braga.

Que es, Andrés, como llegó ZP a Ceuta, después de aguantar las impertinencias de Juan José Imbroda. Y todo porque éste, ya lo he escrito en otras ocasiones, cumple casi a rajatabla el guión que le marcan desde la sede sita en la calle Génova. Y, por más que intente mostrarse afable, se acuerda de las consignas de Zaplana y Acebes y se pone algo atrabiliario. Si bien no llega, todavía, a la altura de Francisco Fraiz cuando mandaba algo.

Y metido ya de lleno en cháchara, tal y como haríamos en caso de estar ahora sentados en el Tryp, te diré que estuve en el bar del Hotel La Muralla, el miércoles pasado, a fin de ver el ir y venir de la gente que esperaba la llegada de Zapatero y Juan Vivas, con sus respectivos séquitos. Y que hablé con Emilio Carreira, a quien por cierto lo vi mejor que nunca. Después, querido amigo, en medio de tan grande bullicio, me eché un vino al coleto para brindar por tu recuperación.
 

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