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OPINIÓN - JUEVES 9 DE FEBRERO DE 2006

 
OPINIÓN / LA GUERRA DE LAS VIÑETAS

Arte y Libertad (I)

Por José Luis Navazo


Acariciado por la brisa y el sol de esta luminosa tarde de febrero, recreo la vista desempolvando el documentado volúmen de historia del arte islámico (siglos VII al XIII) de H. Steiner, en el que se reproduce una alegre y afamida pintura mural de la sala de recepción de “Kusayr Arma” (el castillo rojo, de hecho una construcción termal) construído en la época omeya entre los “limes” de Siria y Jordania, conocido como “ninfas saliendo de las olas” y en el que aparecen unas jóvenes desnudas de generosos senos ante el que el especialista alemán matiza: “La prohibición de imágenes al parecer solo se aplicaba a las obras de religión”.

Efectivamente, heredero del Judaísmo (La Biblia es tajante: “No adoraréis a los ídolos”) y compitiendo con algunas corrientes del Cristianismo (a excepción de la pujante imaginería católica), el Islam (tanto en el Corán como en numerosos hadices) se posiciona fimemente contra la reproducción de imágenes, animales o humanas, por entenderlo como una especie de “competición” con el Creador, el Supremo Hacedor, Alá= Dios, viéndose reforzado su “anicomismo” por las corrientes iconoclastas nacidas en el Bizancio cristiano de los siglos VIII-X. Como explica el profesor Thoraval, “La interdicción teológica de la imagen, inherente a la religión musulmana, se encontró reforzada de esta manera por factores externos e internos”.

El monoteísmo de Mahoma tenía por objetivo arrumbar los cultos idólatras de las tribus arábigas preislámicas (una competencia al fin y al cabo) aunque, tras conquistar La Meca, se vió obligado a respetar las ornamentaciones florales, paisajísticas o geométricas así como una piedra caída del cielo, “La Kaaba”, muy respetada y que rápidamente, con un gran instinto político, fue relacionada con “el común padre Abraham”. El meteorito tenía, a lo que se ve, una gran impronta mediática convirtiéndose posteriormente en cuasi objeto litúrgico en la sagrada peregrinación, uno de los cinco pilares del Islam. ¿No estaríamos encontrándonos, en puridad, con una pervivencia lastrada de un culto idolátrico?...?

En cualquier caso, estas directrices iconoclastas lastraron y condenaron el desarrollo del arte escultórico en el Islam, que se vió forzado a orientarse por ejemplo hacia el embellecimiento de las letras (escultura cúfica) CONT.
 

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