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OPINIÓN - LUNES, 17 DE JULIO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

“Estoy hasta los c…”
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Hoy, 17 de julio, día del Alzamiento Nacional hace setenta años en Melilla, en cuyo escudo campea la frase “Adelantada en el Alzamiento Nacional” y aniversario de mi boda con un hombre de Dios “Señor, es tan santo que no lo merezco, así que ¡llévatelo!”. Hoy, fecha significativa para los unos y los otros a alto nivel, porque, tristemente, aunque al pueblo llano nos la refanfinfla, en las alturas gubernamentales, los que llegaron al poder sobre la sangre de los inocentes del 11M, parecen empeñados en volver a las dos Españas, a que se nos hiele el corazón y a desempolvar los fantasmas de la revancha y la confrontación.

Y van a conseguir una puta mierda. Por mucho que, los socialistas del Zetapé, fabriquen, falseando la Historia, sus documentales de la 2 dirigidos por esos a los que Ussía llama “comisarios políticos” y servidora llama sanguijuelas de la historia y hemofílicos políticos porque, cuando nadie recuerda el 36 ellos siguen con las heridas abiertas y con los instintos de un gato rabiando por haber sido vencidos y jodidos. ¿Qué quieren? ¿Reescribir la Historia y presentarnos la quema de conventos consentida por la República en 1931 y el asesinato de cien mil católicos por su religión como “pelillos a la mar” y travesuras de las hordas socialistas y comunistas que eran unos “perlillas”?. Hoy 17 de julio hago mía la frase de aquel soldado republicano que iba hacia la derrota “Estoy hasta los cojones de vivir momentos históricos”. Y la ciberderecha neocon sigue esperando que, socialistas y comunistas, descendientes políticos de aquellos que asesinaron al conservador Calvo Sotelo y se cargaron impunemente, los muy analfabetos, la mitad del patrimonio histórico artístico de la dolorida España, nos pidan públicamente perdón. ¡Si serán sandios y si harán sandeces! En lugar de relegar al olvido la barbarie y los rencores, vienen a hurgar y a provocar, queriendo desunir y politizar, por lo malo, a un pueblo español que está preocupado por la delincuencia, por la inmigración descontrolada y por la usura bancaria que empobrece terriblemente a las familias. No nos ocupa ni preocupa el 36, hasta hace poco relegado a historias de abueletes. Pero si los del Gobierno quieren escarbar, hurgar y reabrir heridas les anuncio que aquí vamos a hablar y a reivindicar todos, no solo los de la bandera tricolor con su franja morada que parece un brazalete de luto en nuestra roja y gualda, bandera, que, para los cristianos, significa mucho malo ya que, bajo su fúnebre morado asesinaron y torturaron indistintamente a curas, monjas, miembros de acción católica y al vecino de enfrente al que, el miliciano de turno le tenía gato desde que le reclamó una deuda de diez reales.

Zetapé ¿Quieres desenterrar a los muertos? Pues vale. Todos a una. Yo, Nuria Van den Berghe, acuso al comisario político Santiago Carrillo por los crímenes de Paracuellos del Jarama y exijo que sea juzgado como criminal de guerra, condenado y encarcelado. Mi aspiración es legítima, ya que asesinó a mi tío Lorenzo Iniesta de veinte años, joven estudiante de Derecho y falangista. Y exijo la condena de los descendientes políticos del Frente Popular de Almería ya que, a un primo de mi abuelo, el tío José, llamado Juan, párroco de Santa Cruz, le cortaron las manos suponiendo que, con los muñones, no podría oficiar la Santa Misa. ¿Quieren remover mierda? Pues todos a la par empezando por los cristianos que, con excepción del siniestro bloque soviético, nunca antes desde Nerón habían soportado una persecución igual.

¡Que torpeza la de la izquierda! Se nota, se siente, la ausencia de hombres sensatos y de buenos consejeros, se añora más que nunca la ponderación de ese Felipe González o de ese Alfonso Guerra, ellos gobernaron, pero jamás envenenaron, los hicieron bien o mal, pero sin permitir remover viejos cadáveres. ¿Qué en las cunetas hay muchos republicanos? Si y curas y monjas y cristianos. Todos perdimos en aquella guerra fraticida que empezó siendo un terrible problema de orden público y que Azaña trató de evitar con un gobierno de coalición formado por todos, incluidos los militares, pero que no logró por la intransigencia socialista y comunista que querían armar al proletariado y lo armaron. Y se lió. Por más que estuvieran enloquecidos reclutando a las masas a quienes pagaban el rumboso salario de diez pesetas diarias por luchar, el triple justo de lo que ganaban los militares. Y ni por esas.

Los españoles no queremos ni estamos dispuestos a llevar cicuta en vena. Ni a que, removiendo el pasado intenten burdamente que no pensemos en los auténticos problemas del presente y en lo que, en realidad nos ocupa y nos preocupa, como es el gasto millonario de los concurridísimos gobiernos autonómicos, la centuplicación del número de funcionarios, allegados y cargos de confianza, palmeros y trepaollas, la escasez de los míseros sueldos de los esforzados y magníficos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, la falta de garantías de preparación humana, espiritual e intelectual en el nombramiento de jovencísimos e inexpertos jueces y fiscales, la desintegración de España y el arresto y sanción inmediata al español que se atreva a expresar su preocupación ante el fenómeno.

Muchas cosas nos amargan que no son precisamente un conflicto de hace setenta años, nos preocupa el hoy de España, la falta total de libertad de expresión, información y opinión sobre determinados temas, la existencia de “intocables”, la hambruna de los pensionistas, el millón de “sin techo” ,las mafias extranjeras y la generación de estupendos jóvenes “mileuristas” preparados pero rácanamente pagados que no gritan ¡Viva la revolución del proletariado! Porque el proletariado de hoy paga sus hipotecas y tiene como principal enemigo a la banca, sino que clama eso de “Queremos un pisito, como el del principito”.

Hoy 17 de julio recuerdo con simpatía la frase del republicano y no es que yo esté hasta los cojones de vivir momentos históricos, sino de contemplar el panorama de unos cantamañas irresponsables que tratan de hacer resurgir los rencores y los agravios de hace setenta años. Señores: váyanse ustedes a tomar directamente y mucho por el culo.
 

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