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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 19 DE JULIO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

¡Fuego!
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Como cada verano por estas fechas y con los pantanos exagües por la falta de lluvias regulares, aparece la amenaza del fuego que devasta hectáreas de monte y supone una tragedia ecológica inenarrable. Porque no se trata tan solo de las arboledas y del monte bajo devastado, sino de las docenas de especies animales que perecen y que pierden su hábitat natural.

¿Campañas de concienciación? Siempre son buenas aunque nos encontramos suficientemente concienciados por el siniestro fenómeno e intentamos atender los consejos básicos como el no hacer barbacoas en zonas boscosas, eliminar la colilla que sale volando por la ventanilla del coche y que hoy por hoy, de ser apercibida por un sagaz picoleto te cuesta una ruina ruinera, cascabelera, eliminar la quema de rastrojos y construir cortafuegos en las zonas de riesgo, pero ni con esas…

Cuentan del psicópata con el mechero y la gasolina que esperó sentado en una silla, embelesado, a contemplar su delito y esperar que vinieran a detenerle. Contra los pirómanos hay mal arreglo, contra los especuladores que quieren comprar madera calcinada hay bueno: no venderla ni permitir construir en el área devastada, obligando a repoblar con especies autóctonas crecidas evitando los paisajes lunares de tierra agonizante que restan tras los incendios.

¿Qué si se pueden evitar los fenómenos meteorológicos? En parte, yo, como la abuela cebolleta que soy aún recuerdo que, en mi pueblo de Nador habían pararrayos en muchas casas y los rayos iban a parar a un pozo, todo por elemental prudencia porque, en aquella tierra mía tan árida, abundaban las tormentas secas con gran aparatología y muy espectaculares y desde chiquitillas estábamos aleccionadas a no ponernos jamás bajo un árbol en caso de tormenta y cerrar las ventanas para que no entren los rayos ¡fenómeno más

alarmante!. No obstante, en la modernidad del siglo XXI cuando observamos de reojo antenas y artilugios sospechando que puedan ser cancerígenos o contaminantes, corre la leyenda de que, los pararrayos de hoy contaminan, que no los artefactos de antaño porque, en mis tiempos y en Nador nunca conocí a nadie aquejado de cáncer por tener en el techo un pararrayos, ni se planteaba el dilema de hoy y los cachivaches absorberayos cumplían su cometido y ejercían sus competencias que eran sanas y evitaban accidentes de todo tipo, neutralizando las descargas celestiales.

Desde entonces nunca jamás he vuelto a contemplar en una techumbre uno de esos tranquilizadores artilugios y no me importaría tener uno de ellos en mi casita, porque no creo en las ondas magnéticas y si en la leyenda urbana que aconseja apagar televisores y no utilizar el mechero caso de ir en coche, porque atraen a los rayos. Los mismos rayos y centellas que lanzan algunos ciudadanos con el tema de las competencias que quiere recuperar o ampliar la Ciudad Autónoma, competencias como urbanismo y bienestar social, una maravilla, caso de ser desempeñadas por tecnócratas que no por políticos y dirigidas por auténticos profesionales en la materia que no por cargos electos que pueden no tener ni idea.

Me comentan que en el país vecino y de cara a las próximas elecciones para que no abrume por su mayoría el partido islamista, el joven Mohamed VI se ha rodeado, no de palmeros y de pelotilleros, sino de ingenieros de altísimo nivel. ¡Ahí, ahí!. Del país vecino hay que aprovechar lo que se pueda y si tienen buenas iniciativas copiarlas sin pagar copyright ¿Ustedes se figuran urbanismo dirigido por auténticos expertos? Una maravilla a recuperar y explotar por el bien de este pueblo meridional, tan de culturas acrisoladas que necesita avanzar mediante buenas inversiones y un desarrollo sostenible, sin permitir que vayan a convertir a Sáhira Ceuta que es como me gusta nombrarla, en un saturado Benidorm de los cojones, ladrillo, cemento y meadas de guiris de los que van con sandalias y calcetín blanco, no se gastan un puto duro, se compran el primer día que llegan un botellín de agua, se lo beben y el resto de las vacaciones las pasan rellenando la misma botella en los lavabos de los wáteres. ¿Qué si por allí no hay incendios? Pues la verdad es que, en la saturada costa mediterránea, hay tan pocas zonas verdes que difícil es que ardan pinares, hayedos o alcornocales, si acaso puede arder un bloque de vecinos por un problema con el gas o porque uno se duerme fumando y se arma la mundial.

Hay que ver como nos estamos cargando el planeta ¿Qué si soy ecologista? Por supuesto, toda persona sensata ama y respeta la naturaleza sin caer, por supuesto, ni en los excesos ni en la ridiculez y la demagogia mierdosa, pero, como ustedes considero ,que cada árbol talado es una herida en la epidermis de la Madre Tierra y aquí y en Málaga, los sénecas locales han talado los bellísimos y centenarios ejemplares de plátanos del parque ante las protestas y la furia de los malagueños y la indiferencia de la fiscalía de medioambiente ¡lástima de patrimonio ecológico masacrado! Pero hablamos del fuego, de los incendios estacionales, del dolor que se experimenta al ver arder un monte y los años que sabemos que se tardará en verlo regenerado. Y estamos concienciados, machaca que machaca nos han ido metiendo una cultura de amor y respeto por la naturaleza de la que antes carecíamos, será que antes había más naturaleza sin contaminar, tan hermosa e impoluta que hoy alucinaríamos pero que, entonces nos parecía algo normal. Ir de excursión al toro del monte Hacho, ahora ni toro ni puñetas y muy poca reforestación y una lucha por rescatar del asfalto pedazos, cachos de verde y de césped. Yo diría que, por cada metro cuadrado de ladrillos otro tanto de zonas verdes con aspersores y reforestación con cortafuegos, buenos hidroaviones y la pericia de los bomberos ¡que miren que es difícil ser bombero! Tienen más requisitos que los notarios y aun pese a ellos y a sus habilidades, cada verano,sigue volviendo el fuego.
 

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