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OPINIÓN - SÁBADO, 22 DE JULIO DE 2006

 
OPINIÓN / EL MAESTRO

Las ratios


Por Andrés Gómez Fernández


En los momentos actuales, la diversidad de escolares es cada día mayor, donde hay que hacer grandes esfuerzos para que la convivencia pueda frenar la conflictividad, y, por otro lado, la obligatoriedad de la ESO, (alumnos hasta los 15 años), hay que tener muy presente el número de alumnos por aula –ratio- como clave a la hora de hacer frente a lo anteriormente expuesto.

Ante esta situación, los enseñantes se sienten desbordados y piden a las administraciones educativas refuerzos o bien recortes en el número de estudiantes. Pues, bien, lo cierto es que no reciben ni lo uno ni lo otro a juzgar por el avance de los datos del año académico actual: el número de alumnos por clase se sitúa en 20, 6 en Primaria, 24,6 en Secundaria y 24, 3 en Bachillerato.

Pero, además, existen importantes diferencias con respecto a las Autonomías a la hora de “abarrotar” las clases. En Secundaria y Bachillerato, niveles educativos especialmente conflictivos, sobre todo el primero, Cataluña y Andalucía son las Comunidades con mayor número de estudiantes por clase.

La importancia de este indicador radica, según los expertos de la OCDE, que es junto con el número de horas de clase, lo que nos permite conocer la “oportunidad de aprender”, que tiene cada alumno, es decir, el acceso real que tiene a la enseñanza. Desde el punto de vista de los profesores, el tamaño de los grupos a los que imparten clase y el número de horas lectivas son dos de los elementos que en mayor medida influyen en su carga de trabajo. ¿Sólo ratio y número de horas? Y, ¿qué decimos de la motivación del profesor, de su autoridad, de sus emolumentos…?

Además, los criterios de cálculo de la ratio, a mi juicio, no se ajustan a la realidad. Dividir el número total de alumnos entre le número total de profesores no es correcto. La ratio verdadera es la que se corresponde con las tutorías, porque, por ejemplo, un grupo clase formado por treinta alumnos, será los que tendrán que atender cada uno de los componentes del equipo docente, profesores de cada una de las materias que forman parte del currículo. No estará, con este ejemplo por debajo de treinta; luego las quejas de los profesores están más que fundadas.

En los países de nuestro entorno, Italia, Noruega y Portugal tienen las ratios más bajas en Primaria, con menos de quince alumnos como media por profesor, mientras que en Francia, Irlanda y Holanda se superan los veinte alumnos por profesor. España registra una media de algo más de veintitrés alumnos si tienen en cuenta Primaria, Secundaria y Bachillerato.

En este aumento de la ratio también han influido la llegada de alumnos inmigrantes. El curso que ahora ha concluido contó con un total de más de medio millón de alumnos extranjeros, lo que supone un quince por ciento más que el anterior, entre el total de casi siete millones de estudiantes matriculados. Las comunidades autónomas en las que se concentró este tipo de alumnado fueron Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía. Durante los últimos cinco años la presencia de escolares inmigrantes se ha triplicado en Cataluña, Aragón, Cantabria, Castilla La Mancha, Comunidad Valenciana y Murcia. Las etapas con más extranjeros, Primaria, seguida de Secundaria e Infantil.

Por origen, la mayoría procedían de Europa, seguidos de los de América del Norte, Central y del Sur, de Asia y de Oceanía. El mayor aumento se ha producido entre los primeros, de manera que los estudiantes procedentes de Europa se han incrementado en un treinta por ciento respecto al año anterior y, concretamente de países no comunitarios con una subida del veintiséis por ciento.

La Formación Profesional está en declive, lo contrario de lo que ocurre en otros países de la U.E. Siguen estas enseñanzas sin atraer al alumnado, donde sólo por más de un seis por ciento la iniciaron, entre el grado medio y el superior. Según datos aportados por Educación, de casi dos millones de alumnos que cursaron Secundaria, sólo algo más seiscientos mil se animaron a seguir con el Bachillerato, lo que supone que en esta etapa educativa hubo algo más del treinta y cuatro por ciento menos de alumnos que en la ESO.

Las Autonomías que concentraron más alumnado en las etapas no universitarias fueron Andalucía, Cataluña y Madrid. El treinta y cinco por ciento de los estudiantes cursaron estudios de Primaria, el veintiséis por ciento lo hizo en Secundaria y el 21 por ciento fueron niños de Educación Infantil, mientras que el nueve por ciento estuvo constituido por alumnos de Bachillerato.

Y resulta poco menos que sorprendente, que, cuando en el Sistema Educativo actual, cada día va cobrando más fuerza la Formación Profesional, un conjunto de enseñanzas que capacita para el desempleo cualificado de las distintas profesiones. La F.P. cuenta en la actualidad con un total de ciento cuarenta y dos titulaciones con el objetivo de atender a las demandas de cualificación del sistema productivo y cada año la oferta de estos módulos tiende a crecer.

Y volviendo con las ratios, sin dudas que estamos muy lejos de cuando los grupos estaban constituidos por gran número de alumnos –con maestros únicos-, que en los momentos actúales nos suenan a disparates. Grupos constituidos entre treinta y cuarenta alumnos, generalmente lejos de una deseada homogeneidad. ¡Y había que atenderlos! Todo ha cambiado, particularmente el alumnado, que muestran un desinterés general y con la aparición de la llamada “violencia en las aulas” haciendo imposible que el proceso de enseñanza-aprendizaje se convierta en fracaso escolar irreversible.

Aún me cuesta creer que en mis primeras experiencias por una sola vez, tuve que atender a un grupo de setenta alumnos, por aquello teníamos que hacer grandes esfuerzos para conseguir una mejor escolarización de nuestros alumnos. Se trataban de reagrupamientos de alumnos de distintos niveles –tipo escuelas unitarias-, por lo que había que elaborar las consiguientes “adaptaciones curriculares de aula”. Claro que el clima social del aula era totalmente distinto, donde el alumnado asistía a clase con el objetivo de aprender.
 

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