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SOCIEDAD - DOMINGO, 23 DE JULIO DE 2006


unos cacos cierran desde el interior. e.p.

entrevista / profesiones
 

“Al abrir la caja fuerte, cayó
al suelo un consolador”

Alí Mohamed es un cerrajero de la Ciudad Autónoma. Ha visto de todo en su carrera
 

CEUTA
Laura Fernández
laurafernandez@elpueblodeceuta.com

De su padre aprendió “a no decir nunca que no se puede”. En el negocio de la cerrajería, Alí Mohamed Amad no recuerda cerradura que se le haya resistido. Su progenitor le enseñó un oficio que él había aprendido sin maestro: el arte de abrir cualquier cosa. Tiene tantas anécdotas que sonrojaría a cualquier cuentista aficionado.

En una ocasión, asegura, le llamaron para abrir una caja fuerte. “Cuando abrí la puerta, cayó rodando al suelo un consolador”, y fue en aquel momento, -“en el que sentí más vergüenza que los propietarios”- cuando cambió su manía para siempre: “Desde entonces, abro la cajas, pero dejo que sea el dueño quien tire de la puerta”.

Policía, Bomberos y casi cualquier ceutí que se deja las llaves le telefonea a cualquier hora del día. O de la noche. “Si me llama alguien a las cuatro de la mañana porque se ha quedado en la calle, yo no puedo decirle: me paso el miércoles y te abro”.

Entre las historias, algunas rocambolescas, otras criminales y la mayoría graciosas, Alí recuerda el caso de un chico que se quedó en calzoncillos, a media noche, en la calle. “El chaval salió a pedir un cigarrillo a un familiar que vivía enfrente”. La mala suerte quiso que su pariente no estuviese, “así que un vecino le prestó una bata y vino en mi búsqueda”.

Algunas noches, tal vez por el hazar o por el despiste, “he salido hasta tres veces”. Hay clientes que son fijos. Alí Mohamed ha abierto la puerta de la misma persona hasta en cuatro ocasiones. De hecho “en un mismo día, abrí tres veces la misma puerta”.

Saqueadores

El tema de los robos está directamente relacionado con muchas de las llamadas que recibe el cerrajero. “Una vez abrí una puerta que tenía el pestillo echado por dentro”, sostiene. Al llegar a la habitación, el ladrón estaba llenando su bolsa, cual película de acción, de enseres y joyas que encontraba a su paso.

La policía toma las huellas al tiempo que Mohamed abre las puertas. “Hay momentos en los que coincidíamos”, comenta Mohamed.

Pero, sin duda, no todas las historias son para contarlas con amigos mientras se toma una cañas, aunque Alí asegura que sus colegas le piden anécdotas para “echarse unas risas”.

En otra ocasión, a una mujer se le cerró la puerta mientras salía a comprar algo a la tienda de la esquina. Desafortunadamente, se había dejado la olla puesta en el fuego.

“Cuando llegó el marido, le pegó dos hostias delante de mí y le dijo que por qué había tenido que salir, que ahora el fuego iba a prenderse así que tuve que intervenir yo”. Son cosas “que pueden pasarle a cualquiera”.

El peligro de las tarjetas


Muchas puertas se abren con una simple tarjeta. Alí recomienda que siempre se eche la llave, aunque sea para bajar a tirar la basura. Aunque se tenga una puerta blindada o una buena cerradura, “es cuestión de acostumbrarse”

La mayoría de las personas, antes de irse de vacaciones, blinda puertas y ventanas. En julio y agosto, el trabajo decae, pero después de las vacaciones “ya es la debacle”. Al volver, “a mucha gente le han robado el bolso, ha perdido las llaves o simplemente las ha olvidado en su casa de Ibiza”.

Otra de las anécdotas que cuenta habla de una chica que se metió al baño a ducharse y se quedó la puerta atascada. “La mujer estuvo unas siete horas dentro hasta que llegó su novio y me avisó”, comenta. No a todo el mundo le da un ataque de nervios, además, “cuanto más nervioso te pones, peor”. Hay mucha gente que comienza a dar patadas a la puerta, víctima de un ataque de pánico.

La apertura de la cerradura de una puerta blindada puede costar alrededor de 40 euros. Algo que en muchos casos sólo se debe al despiste o el olvido puede salir bastante caro. Alí reitera su único consejo “cerrar la puerta con llave cuando salgan de casa o vayan a dormir”.
 


“Hay más miedo en los últimos meses”

“La gente tiene mucho más miedo que hace un año”. Hace unos meses, ceuta sufrió una oleada de robos. “Había unos choricillos que abrían las puertas con tarjetas y robaban habiendo incluso gente durmiendo”.

La alarma saltó ante la incertidumbre, -propiciada por los informativos-, de no saber si se les echaba un gas para dormirlos o no.

Más tarde, eso pasó. Alí Mohamed cuenta que, tras un período de calma, ha vuelto el desasosiego. “Desde hace un mes y medio, hay otra oleada de robos, están entrando otra vez con tarjeta. Si no hay nadie, cierran la puerta por dentro”.
 

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