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SUCESOS - MIÉRCOLES, 26 DE JULIO DE 2006


‘Hmido’ (i) y García Montes. REDUAN.

 justicia / absolución del tribunal supremo
 

Hmido recuerda Guantánamo
con la certeza de que su libertad
es algo inapelable

Hamed piensa en trabajar y en la demanda multimillonaria contra la administración Bush
 

CEUTA
Mada M.
madamartinez@elpueblodeceuta.com

Entre sus previsiones a corto plazo figura encontrar un trabajo, y como dispone del permiso preceptivo de camiones, lo de ser camionero resulta una opción plausible. Hmido, Ahmed Abderraham o el talibán español relataba ayer, tímidamente, los años de cautiverio en campos militares afganos y paquistaníes y en Guantánamo. A su lado comparecía Marcos García Montes, abogado que junto al juez Baltasar Garzón, han impulsado la vuelta a casa de Ahmed después de permanecer dos años incomunicado en la base norteamericano donde fue vejado y torturado psicológicamente.

“Al final se ha hecho justicia”. García Montes abría así la rueda de prensa y arremetía contra la administración estadounidense por permitir la existencia de Guantánamo, y anunciaba la interposición de una demanda “multimillonaria” contra el aparato norteamericano (“nunca contra su pueblo”) por abusos, privación de libertad, castigos físicos, psíquicos y las secuelas que le han quedado: una severa miopía, estrés postraumático y trastorno del sueño, porque le sobreviene constantemente el recuerdo de lo vivido en cautiverio. Unos hechos que comienzan cuando Hmido y unas 150 personas más son apresadas en Afganistán por su supuesta vinculación con Al Qaeda. “Nosotros huíamos de la guerra, no teníamos nada que ver con ella ni con el 11-S ni con nada”, explica Hmido con voz queda. A pesar de que siempre mantuvo su inocencia, el ceutí saltó por campamentos militares, recayendo en primero en Pessawar, en pleno Paquistán. Agua con lentejas para comer e interrogatorios con la inteligencia militar de EEUU, que, lo primero que les presguntó era si conocían a Bin Laden y al mulá Omar. “Lógicamente yo y mis compañeros dijimos que no, que sólo de verlos en la tele”. Los soldados norteamericanos les trasladarón más tarde a una prisión militar en Kandahar (Afganistán) aunque Hmido no sabía realmente donde estaba ya que viajó en todo momento con los ojos vendados. Después de unos meses, el traslado definitvo: con los ojos, la boca y los oídos cubiertos, Ahmed voló, “más de 24 horas” hacia la base de Guantánamo. Pero no acaba ahí su viaje. Dentro de este campo de concentración, el talibán español recorrió tres secciones, empezando por la zona Rayos X: una “jaula” con luz permanente y dos cubos, uno para beber y lavarse y otro para hacer sus necesidades. Después, y ante la ‘amenaza’ de la huelga de hambre iniciada por los presos, Hmido fue llevado a una celda cuyos barrotes no permitían ver más allás de unos metros. Allí perdió la visión. Cuando salía al patio, quince minutos por semana, “ya empecé a notar las figuras nebulosas”, explica.

Ahmed pasó por multitud de interrogatorios durante los dos años que estuvo en Guantánamo, basados todos en la sensación de terror. Según relata Hmido, lo dejaban en un barracón vacío y sin ventanas durante más de seis horas; luego volvían y le amenzaban diciendo que era un terrorista y que nunca más vería a sus familiares. Su madre, entre otros, le acompañaba ayer y grababa su intervención con una cámara de vídeo casera. Una mujer que se siente feliz porque sabe que no se puede recurrir una sentencia del Tribunal Constitucional por lo que la libertad de la que disfruta su hijo es ya irrevocable. “El TS es la Constitución en blanco”, subrayó García Montes que bromeó con el peso de Himido. “Está ahora más gordo que depués de pasar por el campo de engorde de Guantánamo”. Y es que, antes de salir, a los presos “les ponen guapos” en una de las áreas de la cárcel norteamericana, permitiéndoles comer “pescado o arroz, porque saben que Oriente Medio comen mucho arroz”, recuerda Ahmed. Un Ahmed nervioso que, contradictoriamente, destiló en todo momento serenidad, relatando cronológicamente su periplo por campos militares de medio mundo. “Quiero vivir una vida normal, buscar un trabajo”, indicó el talibán español, que estudia la posibilidad de presentar una querella conjunta con otros presos de Guantánamo, que salieron después de él. Himdo ha sido el primero y eso es, más que un motivo de orgullo, un milagro para el propio Ahmed.

El auto del Tribunal Supremo invalida todo proceso por el que haya pasado Hamed Abderrahmán, incluido elinterrogatorio que le realizó la policía española. García Montes fue bastante dura con las autoridades y el Gobierno español: “en vez de mandar ayuda, mandan a la policía en plan inquisitorial”, destacó.

Pero la historia ha tenido final feliz y Hamed ya está en su casa, con su familia. “Salió de España para estudiar y se encontró con que era terrorista”, indicó García Montes.
 

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