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OPINIÓN - DOMINGO, 30 DE JULIO DE 2006

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Tiempo de convivencia y fiestas

Las fiestas patronales nacen con el espíritu de unir a los ciudadanos de una misma localidad y hacer vibrar a mujeres, niños y hombres. Las calles parecen más bellas, la música es más intensa y las conversaciones se eternizan hasta la madrugada.

Grupos de amigos encuentran un motivo para juntarse después de haber trabajado duramente en sus casetas. Las familias enteras acuden y miman a todos sus miembros, desde los más pequeños en las atracciones hasta a sus mayores, que comentan anécdotas sobre sus primeras salidas a la feria o lo mucho que han cambiado las formas de divertirse. En el fondo los modos de vivir la noche deberían ser los mismos que antaño: bailar, comer, beber y disfrutar de una semana muy intensa en compañía de familiares y amigos.

La feria de Ceuta posee el atractivo indiscutible de su gente, su clima, en definitiva, de su ambiente. Toda la ciudad se vuelca con este tipo de acontecimientos. Miles de personas se acercan al Real con curiosidad para ver cómo ha quedado, lo guapa que es la reina de este año o cómo está su caseta favorita este año. Ahora sólo cabe pedir que la diversión no sea sinónimo de incidentes que acaben en los titulares de la prensa local. Los servicios públicos estarán trabajando para facilitar la vida a los visitantes de esta feria.

Los problemas también serán los de siempre. El exceso de alcohol, los enfrentamientos y el cansancio acumulado. Sin embargo, vivir unas fiestas con pasión en la Ciudad Autónoma es muy sencillo. La fórmula es muy simple. Acudir con ganas de pasarlo bien, probar la comida tradicional en alguna caseta, probar el ‘rebujito’, vivir las sevillanas, echarle paciencia a los éxitos del verano, asistir a los conciertos que se ofrecen durante toda la semana y llegar lo suficientemente bien a casa para recargar las pilas. Porque como en todo, lo bueno siempre acaba.
 

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