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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 21 DE JUNIO DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

En principio iba a escribir sobre el tan traído y llevado referéndum del Estatut de Cataluña que se votó el pasado domingo. Un referéndum que sólo ha conseguido llevar a las urnas a menos de la mitad de los posibles votantes por lo que, a pesar de las manifestaciones de alegría de algunos de los que estaban interesados en el sí e incluso hablando de un gran triunfo me da la sensación, no extraña, que más que hablar de un gran triunfo, habría que hablar de un desinterés total de los catalanes por el mencionado Estatut.

Vamos, que a la gran mayoría ni les va ni les viene. Pero esa opinión que voy a dar sobre ese referéndum, con números que son los que no engañan a nadie, la vamos a dejar para mañana porque, hoy, aunque algunos no lo crean, me interesa más, mucho más, la situación de nuestras playas con la llegada de las aguas vivas.

Quiero recordar que, el pasado año, me tuve que dedicar a la ducha por culpa de esos bichos, que inundaron nuestras playas, haciendo imposible que se diera uno un baño en el mar.

Algunos, todo hay que decirlo, les da igual la llegada de las medusas que le imposibiliten bañarse porque, todos ellos, sin discusión alguna, son capaces de “bañarse” hasta en una “lágrima”.

Bueno ha habido incluso quien se ha “bañado” en un “continente” y se permite el lujo de criticar a quienes nunca se “bañaron” nada más que en la playa.

Un siglo de estos, me voy a dedicar a escribir todo lo que sé de ese “baño” dado en un “continente” por ese mamarracho que llegó incluso a engañar a los que acostumbra a llevar de “gira”, mientras él se mete la tela en el bolsillo. Bien pagado por cierto, y con sueldo fijo desde hace años. De momento, vamos a seguir con las medusas y sus consecuencias.

LLegaba un servidor a la Ribera, playa que frecuento y donde me encuentro más a gusto que un guarro en un charco, echaba un vistazo y ,de nuevo, a recorrer el camino en sentido contrario al utilizado para llegar hasta ella.

De vuelta, me acordaba de toda la parentela de las medusas que me impedían darme un chapuzón en las aguas de la Ribera. Ese chapuzón que se agradece por fuera y otro en el chiringuito por dentro, para compensar el cuerpo e igualar las facultades exteriores e interiores. Este pedazo de cuerpo danone se merece eso y mucho más.

Este año, según me he enterado por la prensa, no sólo se va a enterar por la prensa Felipe González, servidor también, van a poner, de hecho se están colocando, unas mallas anti medusas de cerca de doscientos metros lineales, para evitar que las medusas dejen de practicar su deporte favorito que es el picarle al personal.

Como podrán comprobar, estoy dándole el nombre de medusas a los bichejos esos que me impiden bañarme y nolas llamo aguas vivas para evitar, al llamarlas de esa forma, malos entendidos.

Siempre hay quien se las da de inteligente, lee lo que quiere y le conviene leer, para salir corriendo a decirle, a quien corresponda, lo que según su saber y entender quiero decir, pero que no he dicho. Y el que la lleva la entiende. Y a esa chusma de correveidiles la entiendo de una forma perfecta. ¿Qué sería de éste pueblo, sin politiquillos de medio pelo, sin pelotas y lameculos?. Sería, que duda cabe, un jardín sin flores o unas playas sin medusas.

Mejor unas playas sin medusas donde uno se pueda bañar con la tranquilidad de no sufrir un picotazo de esos bichejos que duelen lo suyo.

hay que felicitar a quien se le ha ocurrido la felíz idea de poner esas redes para que no puedan pasar y, de esa forma, dejar tranquilo que los bañistas disfruten de las aguas del mar.

Me estaba pensando, perdón por pensar, que eso es cosa exclusiva de las grandes “lumbreras” de esta tierra, que podríamos poner otras redes en determinadas calles y, de esa manera, evitaríamos el paso por ellas de todos esos politiquillos de medio pelo, pelotas y lameculos que hacen más daño, a esta tierra, que los posibles picotazos que dan las medusas.

La verdad sea dicha, me causa repugnancia ver a esos politiquillos del tres al cuarto, acompañados a todos los lugares, por esas pandilla de pelotas y lameculos que tienen como única misión el reírle las gracias aunque, lo que cuente, sea más soso que un huevo de pava y, encima al contarlo le pegue par de patadas al diccionario.

Naturalmente juegan su papel, el papel de comparsa, a ver si es posible que caiga algún puestecito, de esos que te dan por el señalamiento del dedo, para cobrar y no dar un palo al agua.

No importa si eres o no eres del partido, si has sido uno de esos defensores del mismo cuando pintaban bastos. Nada de eso importa.

Lo único que importa, para poder conseguirlo, es ser amiguete del “inteligente” de turno con capacidad para otorgarte el puestecito

Igual te traen de fuera, a sabiendas que eres del partido contrario. Todo es cuestión del señalamiento del dedo.
 

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