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OPINIÓN - DOMINGO 5 DE MARZO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

No cabe escurrir el bulto
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Nada más hacerse público los sondeos realizados por el Centro de Investigación Social en Ceuta, fechas atrás, en relación a como están considerados los líderes políticos de la Ciudad Autónoma, comprobamos que el estudio del CIS no decía nada que ya no supiéramos: que Juan Vivas es el político más valorado por los ciudadanos, casi mayoritariamente.

Le llovieron las alabanzas, apuntaladas con cenefas de ropajes festivos: es el más inteligente, humilde, buen gestor, simpático y defensor de las necesidades de su tierra allá donde es invitado a proclamarlas. Todo ello, sin duda, prueba palpable de que Vivas ha obtenido un grado de popularidad inalcanzable, de momento, para ningún otro político. Y, desde luego, una demostración clara de que volverá a destrozar las urnas por el peso de los votos favorables a él.

Sin embargo, tanta demostración de afecto y entrega al presidente, por parte de los ciudadanos, parece ser que sirvió para que las personas encargadas de evitarle a Vivas que se meta en algunos de los muchos jardines que le acechan, diariamente, se durmieran en los laureles del éxito del jefe y se dedicaran a pensar sólo en lo bien que se lo iban a pasar durante los carnavales.

Y ni siquiera tuvieron la precaución de designar a alguien que, alejado del tumulto de las fiestas carnavalescas, hubiera permanecido ojo avizor a todo cuanto se estaba cociendo alrededor de un Vivas que, por causa de una encuesta, había hecho subir, hasta el desbordamiento, los niveles de toxinas que había generado la envidia entre sus enemigos.

Envidia muy acendrada entre quienes lo consideran un advenedizo de la política. Y lo que es peor: Vivas está siempre expuesto al peligro del sentimiento de tristeza existente en alguien que no deja de mirarlo con la frustración de no haber conseguido él lo que ha logrado un Vivas a quien tiene por ser menor a la hora de hacer las correspondientes comparaciones.

Pues bien, asediado por entorno tan peligroso y me imagino desconocido para él, Juan Vivas se sentó en el patio de butacas del Instituto Siete Colinas con la única intención de presidir unas fiestas donde por su condición de bajo en estatura iba a ser motivo de chanza por los chirigoteros.

Situación pintiparada para dar pruebas evidentes de tolerancia y de saber soportar estoicamente no la burla fina, figura retórica que no encaja en estas fiestas, sino cierto sarcasmo que debería tragarse con la sonrisa en los labios y el aplauso presto.

Y así lo hizo. Al menos, las fotografías publicadas reflejaron a un presidente dichoso y riéndose porque su ser bajo hubiera sido motivo principal de chufla en el concurso de agrupaciones carnavalescas.

Lo que no sabía el presidente, de ningún modo, es que mientras él se lo pasaba en grande en la sala (mucho más por el dominio de sí mismo que estaba ofreciendo ante un público bullanguero y con ganas de divertirse, que por gustarle las letras alusivas a su estatura), ya se estaba fraguando el escándalo contra él y contra la ciudad.

Porque de haberlo sabido, y conociéndolo, nada de lo ocurrido hubiera sido posible. Y se hubieran evitado los días en que Ceuta ha vuelto a ser portada de unos medios que han visto incrementadas sus noticias sensacionales a costa de una tierra donde ha de primar la moderación por encima de todo y más que en ningún otro sitio.

A partir de ahora, y en vista de lo sucedido, urge que los políticos desistan de usarlo como móvil para deteriorar la imagen de Vivas. Error grave y peligroso. Y en cuanto al presidente, bien haría con mirar a su alrededor para escarmentar la inutilidad de quienes le han metido en semejante jardín. Pues no es aconsejable escurrir el bulto.
 

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