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OPINIÓN - JUEVES 9 DE MARZO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Corporativismo trasnochado
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El corporativismo es una actitud defensiva, medievalista y venida a menos, pero de la que siguen aprovechándose muchos gremios para encubrir negligencias y corrupciones que se produzcan entre sus miembros. Ese hoy por ti, y mañana por mí es un lema que expresa claramente que el sistema corporativista es una barrera en la cual se pueden cobijar personas que hayan cometido infracciones graves o se hayan extralimitados en sus funciones.

Hartos estamos, por ejemplo, de ver películas donde los policías, sobre todo estadounidenses, se odian a muerte pero que ante un desliz de un compañero anteponen el derecho a defenderlo por más que en el empeño arruinen la vida y los derechos de la víctimas. Y pobre de quien no asuma la orden de defender el juramento corporativo. Pues no sólo entrará a formar parte de una lista de apestados, sino que estará expuesto a que le endosen un sambenito de mucho cuidado.

Cierto que en las películas siempre terminan imponiéndose la razón y la verdad por medio del arrepentimiento de un funcionario, que, atormentada su conciencia por defender lo indefendible, sale largando y redime al Cuerpo de esa miseria que es dar la razón a un miserable, por el mero hecho de vestir el mismo uniforme.

También nos ofrece Hollywood series referentes a la actividad de los hospitales en la que los médicos, ante cualquier imprudencia que suele costar la vida a un paciente o dejarlo lisiado para el resto de su vida, no dudan en meterse en el burladero corporativista, sabiendo que cuentan con la mayoría de sus colegas para intentar escabullirse de la cornada del morlaco que él ha dado vida con su error.

En este caso, tampoco se privan los guionistas de destacar al profesional que desoyendo los consejos de todo el cuadro médico, denuncia y testifica que su colega se distrajo en el quirófano y dejó el estómago del operado relleno de gasas y con unas tijeras aposentadas entre sus paredes. Y es que los americanos, tan Wasp ellos (blanco anglo-sajón, protestantes), no pierden el tiempo a la hora de hacernos creer que allí prevalece el bien por encima del mal. Porque las películas, con finales realistas, gustan muy poco a las gentes.

En el periodismo, los hay que tratan de que las redacciones sigan siendo un reducto de ese trasnochado sistema en el cual cupiera siempre la defensa a ultranza de quienes son corruptos o a la hora de escribir no calculan el riesgo y luego pasa lo que pasa. Si bien, en el segundo caso, habría que mirar hacia arriba y no distraerse solamente en el profesional que firmó el artículo. Porque todo medio cuenta con la atención permanente de un editor que sabe a qué juega y, sobre todo, es consciente de lo que puede ganar o perder en el envite diario de contar cosas. Y sé de lo que estoy hablando. Pues no en vano, me he pasado más de tres lustros en las redacciones y muy cerca de los editores. Algo que me ha dado la posibilidad de conocer sus reacciones, ambiciones, defectos, virtudes... Y por supuesto los he conocido que nunca dudaron de pedir ayuda a los profesionales y, sin embargo, luego dejaron a éstos en la estacada. O sea: solos ante el problema que les había acarreado la defensa personal del sujeto y de su empresa.

Así, bien harían los jóvenes periodistas que llegan a Ceuta para abrirse camino en una profesión compleja, peligrosa y mal remunerada, en aprovechar el tiempo en un oficio que exige práctica y creatividad a partes iguales. Que es a fin de cuentas lo que más debe interesarles. Ello y, desde luego, no atentar contra la línea editorial del medio ni andar presumiendo de un corporativismo trasnochado en una ciudad que desconocen en todos los sentidos. Atiendan el consejo.
 

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