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OPINIÓN - DOMINGO 12 DE MARZO DE 2006

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

¡Qué mal y qué cutrez!

Por Nuria Van Den Berghe


Desilusionante, esa es la palabra. Me aposté frente a las noticias (también llamadas “el parte” por las antiguas generaciones) y me apresté a presenciar una buena movida. Hablo de la manifestación convocada en Ceuta por miembros del colectivo islámico en solidaridad con los turcos u otomanos a quienes, los irreverentes chirigoteros de Los Polluelos, financiados por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán que le tiene un especial “gato” a los turcos, los chirigoteros, compararon con animales.

Para servidora que se quedaron cortos, porque, los turcos, han tratado a la minoría kurda al estilo Saddam Husseín y han sido con ellos muy porculeros, auténticas fieras salvajes. ¿Qué dicen ustedes? ¿Qué los islámicos ceutíes se han dado por aludidos? Es su problema. Pero que no intenten convertirlo en el nuestro, porque pasamos. Y además a nosotros, mix de la filosofía griega, del derecho romano, del Humanismo cristiano y de los más espectaculares avances científicos y tecnológicos, es decir occidentales, y en mi caso con la magia rifeña y el duende genético gitano, los agravios de ese colectivo, nos traen al pairo. Animales racionales somos todos. Aunque hay versiones e interpretaciones, a mi, por ser mora rifeña, en la Facultad de derecho de Granada me llamaban simpáticamente “el eslabón perdido” y opinaban que Darwin, de resucitar, no tenía que buscar más, que ahí estábamos nosotros como prueba intermediaria entre el mono y el hombre. ¡Cuánto ingenio!.

Pero muy mal. La manifestación, a nivel informativo un asco. Si los organizadores soñaron con abrir los telediarios sus tentativas fueron un fiasco. Mísera cobertura informativa, unos minutos escasos en algunas cadenas y un tratamiento distante, por no decir gélido. Eso si, como las cadenas son muy morbosas y tienen mucha mala leche, se extendieron un poco más hablando del salvajismo posterior a la concentración. La imagen del conjunto fue penosa, las pancartas pobretonas, los eslóganes poco imaginativos, la asistencia escasa y los discursejos tan poco interesantes, tan demagógicos y tan soporíferos que no merecieron ni un miserable segundo en los medios. Servidora se desilusionó. Pero supongo que más se desilusionaron los organizadores, días y días pontificando y semiamenazando veladamente con una espectacular marcha eufemísticamente titulada algo tan “original” y tan poco manido como es lo de “Contra el racismo”. Que no es racismo, es rassismo, a ver si respetamos la semántica y el lenguaje.

Pues eso colegas, que los que pedían “tolerancia” y coreaban con desgana cuatro frases que no eran, desde luego, un prodigio del marketing político, se vieron levemente desbordados por miembros del colectivo que trataron de emular, en pobre y en cateto, los disturbios franceses de hace unos meses o las violentas manifestaciones anti-viñetas del Profeta. Pero fatal. Gentucerío y chusmerío esos violentos que rompieron escaparates en plan kale borroka pero sin orden ni concierto, lo mismo atacaban un puesto de la Once que tiraban sillas y no tuvieron ni la previsión de hacerse con algún tipo de bandera de nylon de esas que vende en todo el mundo un poderoso fabricante norteamericano para que, los integristas, las quemen y ardan bien. Los americanos tienen montado un buen negocio vendiendo su bandera y banderas occidentales a los islámicos para que las quemen y las pisen. Ya saben aceitunita comía, huesecito en mano. Pero en Ceuta ha sido “mucho te quiero perrito pero pan poquito”. Muy marginal y la Policía, que se podía haber lucido, detenido a un buen puñado y limpiado temporalmente las calles de una ciudad occidental y democrática de elementos indeseables, tan solo, según una escueta reseña de prensa, detuvo a dos mamarrachos.

Penoso. Y servidora de ustedes que ha acudido a manifestaciones madrileñas, sobre todo cuando se adhieren los obispos, servidora, la cronista que del hambre perdió la vista, está acostumbrada a otro estilo, otra categoría y otro poderío. Dos mil individuos con cuatro pancartas pringosas me recordaron a las manifestaciones de cuando cerraron en Málaga la fábrica de pollos Menogal, que los polleros se sublevaron.

Oigan ¡Que mal y que cutrez!.
 

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