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OPINIÓN - VIERNES 17 DE MARZO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Deben entenderse
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Fue finalizada una entrevista que le hice a Nicolás Fernández Cucurull, es decir, durante los minutos de conversación mantenidos sin que la grabadora estuviera ya funcionando, cuando le dije que en Ceuta escaseaban los políticos de cierto relieve. Su respuesta fue tan rápida como contundente:

-Mohamed Alí es un buen político y habrá que tenerlo muy en cuenta.

Debo reconocer que en aquel momento debí preguntarle al diputado por las razones de su contestación y, desde luego, las causas por las que a Mohamed Alí se le había privado de estar presente en la mesa rectora. Aunque mucho me temo que Nicolás, escarmentado ya por todo lo que le había sucedido durante la campaña para elegir al presidente del PP de Ceuta, hubiera optado por darme pares y nones. O sea, no decirme nada que hubiera molestado a quienes en su partido siguen alzando la voz para dividir más que para tejer lazos de unión entre comunidades.

Pero yo me quedé con lo dicho por un hombre sensato, sumamente preparado, y a quien la férrea disciplina de partido le hace callarse muchas cosas y decir otras que no encajan con su manera de ver la realidad de Ceuta. Y tomé nota de que Nicolás Fernández Cucurull era consciente de que había que tener muy en cuenta la capacidad política del hombre fuerte de la UDCE.

Y, por lo tanto, volví a preguntarme lo siguiente: ¿qué motivos habría tenido Juan Vivas para no permitir que Mohamed Alí se sentara a su vera durante los plenos? Una duda fácil de resolver, sabiendo lo que sé, pero que me negaba a aceptar. Por algo tan simple como no dar crédito a que por compromisos contraídos por favores mutuos entre militantes se pudiera cometer un desliz que tarde o temprano demostraría ser contraproducente en todos los sentidos.

Máxime si tenemos en cuenta lo bien que le fue al PP cuando necesitó del PDSC. Un partido que nunca escatimó su ayuda a los populares y cuyos dirigentes, Mohamed Chaib y Mustafa Mizzian, dieron en todo momento muestras suficientes de lealtad a lo pactado y de muchas otras cosas: todas ellas de gran necesidad en esta ciudad.

¿Acaso no hubiera sido conveniente, tras la victoriosa irrupción de Mohamed Alí en la política activa, haber dialogado con él mucho más y, sobre todo, no haberle hecho creer que su presencia no estaba bien vista? Seguro que esta pregunta podría respondérseme de forma muy distinta y argumentada también de igual manera. Aunque lo lógico es que alguien, todavía festejando la mayoría absoluta obtenida por Juan Vivas, dijera, simple y llanamente, que en esta ocasión sobraban los buenos entendimientos con los partidos de la oposición. Lo cual sería, además de un grave error, motivo suficiente para calificarle de mal político y, naturalmente, de desconocer la ciudad en que vive. Por más que hubiera nacido en ella.

Mohamed Alí es un buen político y persona con la que el Gobierno debe entenderse mal que les pese a quienes están en contra de esa posición. Que no son pocos y hasta los hay ocupando cargos importantes tanto en el partido como en la Ciudad. Y desechar ese camino es, sin duda, exponerse a muchos desencuentros entre partes. En suma: lo que no faltarán serán motivos para que se produzcan los desencuentros y salgan a relucir los malos modos.

Y he aquí donde se impone que actúe Vivas. “Y aunque actuar es muy distinto de hablar, aun con elocuencia, y de pensar, aun con ingenio”, al presidente le corresponde en su tarea ser muy escrupuloso con la equidad. Sin hostilidad ni indulgencia. Y él bien sabe a lo que me estoy refiriendo. Manos a la obra.
 

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