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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 10 DE MAYO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Lirios del valle
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Me gusta relatar, como escribidora, historias pequeñas y hermosas, porque, ciertamente, la epopeya no es lo mío, bueno, eso ya lo saben. Esto sucedió en Málaga hace pocos años, mi marido, el viejo pintor Erik el Belga acudió escandalizado a buscarme blandiendo con furia un periódico.

La historia que azuzó su neuropatía diabética era curiosa: el Ayuntamiento de Nerja había cedido a las Monjitas del Buen Samaritano, nueve santas mujeres que malviven en la sacristía de la ermita y cuya labor es ir cuidando casa por casa a enfermos terminales y ancianos, en fin, que el Consistorio en plan poderío les había dado lo del alquiler de las hamacas en verano para los guiris y también labores de guardacoches. Todo para que las monjitas fueran llenando su calcetín, un calcetín custodiado por querubines en la sacristía y donde iban metiendo sus óbolos para construir, nada más y nada menos, que una residencia para ancianos y enfermos necesitados. El viejo pintor, tan solo de imaginarse a las hermanitas arrastrando sus hábitos y tirando de las hamacas le daba una alferecía y luego en plan gorrilla aparcando los coches, le daba un jamacuco. En este caso el anciano artista no tomó su fusil sino su pincel y realizó para las monjas una obra en formato grande, sobre lienzo y a espátula con una virgen gótica, para regalársela y que la vendieran.

Lo cierto es que no esperábamos que se realizara un acto institucional con asistencia de las autoridades y de la prensa a la entrega de la obra, pero al viejo le llamaron “Dimas el buen ladrón” y le hicieron un discurso muy ruborizante por lo excesivo. Todo manejado por la superiora, la hermana Puri, que, a partir de ese instante pasó a mandar en mi marido más que yo, porque le tiene comida la moral y lo que dice la hermanita Puri se hace en mi casa, lo que constituye para nosotros, como católicos, un privilegio.

Pero no acaba aquí la historia, las humildes y santas mujeres, desde su agujerito de al lado de la ermita, liaron a un informático y se pusieron a vender la obra por internet en plan subasta y salió la noticia hasta en la televisión de Suiza. ¿Qué quien compró la Virgen? Pues un hotel madrileño que fue el que más pujó. Pero el paso estaba dado y muchos se volcaron en hacer realidad el sueño inalcanzable de las del Buen Samaritano que iban reuniendo perrilla a perrilla, centimito a centimito, como son ellas, pobres de solemnidad, lirios del valle a los que el buen Dios dota de más belleza y más resplandor que a un emperador. Necesitadas entre las necesitadas y recibiendo a la revista Gara , con lo malo que son los abertzales, que envió a una batasuna a hacer un reportaje y la tiparraca acabó compartiendo merienda con el pintor y las monjitas y redactó un reportaje que hubiera enloquecido de júbilo al mismo Santo Pontífice, trucos y maneras del Espíritu Santo, no busquen más.

La historia interminable del pintor y los lirios del valle. “Erik, Erik, que los de la cofradía de los Dolores han ahorrado y han bordado un estandarte, pero no tienen dinero para encargar un retrato de la Santísima Virgen” Y el viejo pintor “Vale hermana, yo se lo hago, pero nos tienen que invitar a todos a merendar, empezando por las monjas y que sea una buena merienda”¡Que si lo fue! En un hotel se hizo la entrega del oleo de la Virgen y nos hartamos de canapeses y de gloria bendita, las hermanitas eran las que más comían , porque tienen mucha necesidad y las que más contentas estaban jaleando a la Virgen y llamándola ¡Guapa! Como aquí se acostumbra. Pero les digo les cuento que en casa, la hermana superiora Puri es el ángel que nos protege y que pidió al pintor un retrato de la fundadora de la obra, una monjita con gafas y regordeta de mejillas lustrosas y vestida con hábito blanco, el retrato era “un detalle” y la fundadora parecía un angelote de los que pintaba Murillo, sobre un fondo de nubes crepusculares.

Habla la Biblia de los lirios del valle y sus palabras, tan pequeñas y hermosas, parecen estar retratando la realidad de una comunidad de hermanitas que guardan la ermita y cuidan a los enfermos, sin medios, sin infraestructuras, tan solo con el poderoso apoyo de la fe y la oración. Y fe tenía Puri cuando hizo que Erik le pintara un panel grande de un retablo con una virgen gótica con libro “Hermana, véndalo que este panel es caro” y las monjas maravilladas ante los pliegues góticos y las vestiduras bellísimas de Nuestra Señora “¡Ay Erik! No lo queremos vender porque es muy bonito ¿Nos lo podemos quedar para la capilla de nuestra Casa?” Llaman Casa a su futuro hospital residencia que, ladrillo a ladrillo, se va elevando y que todos sabemos que será una realidad más tarde o más temprano, porque hay mucho ángel y mucha plegaria metida por medio, muchos enchufes celestiales y muchos empresarios “tocados” desde arriba y que arriman el hombro y los euros.

Si Dios le da tiempo, pese a sus achaques, el pintor ha prometido pintar toda la capilla y hacer un retablo gótico y un cuadro monumental con “El tránsito de San José” que así se llama a la muerte del santo carpintero.

Esto señores, es una relación puramente comercial, el pintor pinta y las monjas rezan por el y por nosotros, ellas reciben obras pero no van ustedes a negarme, que nosotros salimos ganando. Eso es la pura realidad.
 

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