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OPINIÓN - DOMINGO, 14 DE MAYO DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Hace años que no pasaba por la Plaza de Azcárate que, por cierto, no se llama de esa manera, sino Plaza del General Mola pero, nosotros, todos los que habíamos nacidos por sus cercanías, siempre la hemos llamado y seguimos llamando Plaza de Azcárate.

Cuando, los otros días, tuve que ir hasta ese lugar, los recuerdos se agolparon en mi mente, haciendo aflorar unos sentimientos que me hicieron vivir, unos momentos emotivos. No en vano, mi juventud estuvo muy unida a esa bendita plaza, llena de recuerdos de mi época infantil y juvenil.

Mi mente, por esa facultad que tenemos los humanos, de poder volver atrás en el tiempo, me trasladó a esa época en la que me sentaba junto a aquellos ancianos que formaban parte de la historia viva de esta tierra.

Les escuchaba, con verdadero deleite, contar las auténticas historia de todos aquellos que llegaron hasta nuestra tierra y, en la cual forjaron una fortuna, echando raíces en ella dando paso, a esa segunda generación que fueron los verdaderos caballas.

Me contaron historia de todos los tipos, buenas y malas, pero, al fin de cuentas, todas ellas fueron las historias que dieron paso a poner las bases que, un día, con el paso del tiempo, llevaron a llamarnos, por méritos propios, La Perla del Mediterráneo.

Me hablaban del penal que era Ceuta y de los presos que había en ese penal, y que por unas pocas pesetas les pintaban, a los ceutíes, sus casas. Incluso recuerdo que, uno de ellos, me llegó a contar la historia de un presidiario que respondía la nombre de Botacristo y que ,esa historia había servido para escribir un libro que se titulaba Cabo de Vara.

¿Ficción o realidad la vida de este presidiario?. La verdad no lo sé, pero cuando años después leí la novela, se acercaba más a la realidad que me contaron mis viejos, que a la fantasía de un escritor.

Cada vez que pasaba un personaje, de aquella época, por el lado de ello, les preguntaba que me podían decir de él. Y , hoy día, en el disco duro de mi cerebro, guardo como oro en paño todas esas historias que de personajes importantes de la Ceuta antigüa me contaron

El conocimiento de todas esas historias, es mi gran secreto, mi gran historia jamás contada.Un siglo de estos, en los que me decida a contar todo o parte de esas historias que guardo en mi mente, lo haré de forma que dignifique a todos aquellos hombres que hicieron fortuna en nuestra tierra, porque gracias a ellos y a esos otros que sólo se entregaron, en cuerpo y alma a su trabajo, hicieron la historia viva de mi tierra.

Hay otras historias, de otros personajes, más cercanas a la Ceuta actual que, esas, seguro que las contaré el día que algunos de los personajillos, cuyas fortunas nacieron de esas historias, me toquen los cataplines.

Hoy, cuando aquellos hombres que me contaron la historia viva de esta tierra, ya no están entre nosotros siento, por ellos, la misma admiración que que sentí, en los momentos en que me contaban la historia de mi tierra.

Aquellos hombres, algo rudos en sus comportamientos, casi analfabetos, tenían la garantía de su nobleza y de su honradez, amén de algo que admiro por encima de todas las cosas, el respeto a la palabra dada porque una palabra dada, por cualquiera de ellos, tenía más valor que cualquier documento.

Esa forma de ser, ese cumplir la palabra dada como si de algo sagrado se tratase, me merecen todo el respeto del mundo. Lo contrario de lo queme merecen todos esos personajillos de medio pelo, politiquillos del tres al cuarto que le dan, a usted, una palabra y la incumplen, con la misma fácilidad que se la habían dado.

Si uno de estos personajillos de medio pelo o politiquillo del tres al cuarto le da, a usted, una palabra y la incumple, qué se puede esperar de él, nada más que una chusmería más de ese chusma que no merece respeto alguno.

Aquellos hombres que, cuando era un chaval, me contaron la historia de Ceuta y me enseñaron lo que es y significa, para un hombre de verdad, el cumplimiento de la palabra dada, están a años luz de todos esos chusmas que no saben lo que significa el cumplimiento de esa palabra entregada.

Por eso, de aquellos hombres que me contaron la historia de mi tierra y la historia de todos aquellos personajes que se hicieron millonarios en Ceuta, creo firmemente en todo lo que me contaron, no pongo en duda nada de lo que me dijeron porque, esos hombres, tienen el aval de la honestidad y la garantía de la palabra dada.

Que enorme diferencia entre aquellos hombres y los chusmas de hoy día, que dan su palabra como aquellos otros que juran, por sus hijos, como si estos fuesen una, simple, tajada de pescado.

Por eso, toda mi admiración es para aquellos hombres que me contaron esa historias, y no creo nada de lo que me digan, los cuentistas que tanto abundan por estos lares, disfrazados de corderos cuando, en realidad son auténticos lobos.
 

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