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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 17 DE MAYO DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

No te conocía de nada. Sabía que te habían traído a la Delegación del Gobierno, como su mano derecha el Delegado del Gobierno, Luis Vicente Moro.

En la Delegación, tu figura pequeña, menuda, se iba engrandeciendo por la gran labor que desarrollabas y, desde ese puesto que ocupabas, tu nombre, Elena, empezó a sonar con fuerza en los rincones de esta tierra.

Toda esa buena labor y el conocimiento que como persona trabajadora infatigable, se tenían de tu persona, es lo que te llevó a ocupar un puesto en la lista del Partido Popular. Lo que con el paso del tiempo, se vino a demostrar el gran acierto que habían tenido los populares de llevarte en su lista y darte el puesto de responsabilidad que ocupabas.

Fue, precisamente, cuando llevabas más de un año ocupando el puesto de consejera, en el Ayuntamiento, cuando tuve la oportunidad de conocerte, gracia a que nos presentó un gran amigo, Manolo de la Torre.

Nos estrechamos la mano y durante algo más de un minuto mantuvimos una conversación, en la cual, me dijiste “Te leo todos los días y estoy de acuerdo contigo en un noventa y nueve por ciento”,. A lo que te respondí “yo estoy de acuerdo al cien por cien, puesto que soy el que lo escribe.

Te marchaste a tus quehaceres y yo seguí charlando con mi amigo, Manolo de la Torre, mientras terminábamos de tomarnos el café.

Siempre, a lo largo de esos cincuenta años que llevo dedicado al periodismo, he procurado mantener la menor relación posible con los políticos para evitar que, ese contacto me llevase, un día, a tener que acortar mi libertad callando lo que de otra forma jamás callaría.

Contigo, Elena, fue algo diferente. Nos seguimos viendo, casi a diario, cuando yo volvía de mi paseo hasta el puerto y tu salías de tomarte tu café y fumarte tu inseparable cigarrillo

Vi tanta sinceridad, vi tanta sencillez y tanta verdad en tus palabras y en tu persona que, por vez primera, empecé a acercarme a un político que me caía bien

Tu saber estar, Elena, superaba en mucho a todos esos que se hacen llamar políticos, sin saber lo que es política, que sólo te dan la mano y saludan al pueblo, cuando llegan las elecciones y hay que buscar votos pero que, mientras llegan esas fechas de elecciones, ni te ven ni te saludan.

Cuanto deberían de aprender toda esa fauna, de tu saber estar en todo momento y en todas las situaciones. Pero el caballero como la dama, nace no se hace.Y toda esa fauna, aunque estuviésen alrededor tuya horas y horas, jamás aprenderían, porque no nacieron para eso.

Algunos, Elena, no te conocían, y al ver tu figura menuda, creyeron que eras fácilmente manejable. Esos cometieron el error más grande de sus vidas, al juzgarte de esa manera, porque dentro de esa mujer menuda, frágil, que daba la sensación, de ser esa endeble rama que puede doblegar el viento, se encontraba una mujer culta, inteligente, brava y valiente,que se agigantaba ante los problemas que le surgían solucionado, algunos de ellos de difícil solución, poniendo sobre la mesa todo lo que es capaz de poner una mujer bravía.

Prudente y valiente, trabajadora incansable, amiga de sus amigos, con la sonrisa en los labios derrotando a sus enemigos, esa era Elena Sánchez, una gran amiga a la que uno, por vez, primera, a pesar de ser política le entregó su amistad y se siente orgulloso de ser su amigo.

Allá donde estés, Elena, me imagino que en el cielo, tomándote un café y fumándote un inevitable cigarrillo recibe, amiga mía, un fuerte abrazo de este tu amigo, Andrés.

Una amistad auténtica, sincera, con la nobleza que nos caracteriza a todos los que soos descendientes de maños. La nobleza baturra.

Y ahora, perdona, tengo que seguir y continuar escribiendo para terminar el artículo, aunque este trozo suponga, ese uno por ciento en el que no estábamos de acuerdo.

Igual, hoy, conociéndote, tampoco vamos a estarlo según tu particular punto de vista puesto que, desde el mío, te sigo insistiendo estoy de acuerdo en el cien por cien de lo que escribo.

Has padecido, injustamente, una gran presión que fue en aumento desde que Luis Moro, cesó com delegado del gobierno en Ceuta. Los buitres, apoyados por los cuervos se lanzaron sobre ti, sin piedad alguna, y todo porque en tu despacho, aunque no estába a la vista de todos, debería haber sido colocado ese cartel que díjese “Aquí se puede meter la pata, pero no la mano”.

Son los mismos buitres, con el apoyo de los cuervos, los que te pusieron esa enorme presión que tenías que soportar cada día. A veces, insoportable para alguien que no hubiése tenido tu entereza y, sobre todo, tu valentía enfrentándote, a todos ellos, a cara descubierta como sólo hacen la gente de bien.

Por eso he sentido unas enormes nauseas, cuando he leído, los que algunos falsos, e hipócritas, dicen sobre tu persona.

Descansa en paz, Elena.
 

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