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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 17 DE MAYO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Del integrismo
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Los occidentales, mea culpa, me incluyo en el lote, nos encontramos algunas veces lingüísticamente condicionados y asociamos de manera automática términos , sustantivos y calificativos. Por ejemplo, traemos a colación la palabra “integrismo” y la asociamos, con una especie de yuyu al término “Islámico” y ya se nos hace un todo en la cocorota de chadores y barbudos con cara de mala hostia y los instintos de un gato rabiando.

Pero de sabios es errar y de necios insistir en el error y por ello tengo que aclarar que existen más tipos de integrismos y todos ellos igualmente intolerantes, agresivos e ilógicos, amen de absolutamente inadmisibles. Y traigo el tema a colación porque ayer leí con incrédulo horror en un periódico que un grupo de padres habían denunciado a un colegio de Valladolid por tener el crucifijo en sus aulas. Comprendo…Se tranquilicen… Si. Ustedes tienen razón cuando lo primero que se viene a la cabeza es la exclamación “¡Serán hijoputas!” No obstante el asunto, todo lo que rodea a esa denuncia que se me antoja asquerosa amén de analfabeta, el tema es que, renegados siempre los ha habido y apóstatas también. Hay religiones que se toman el tema con inmensa seriedad, como el Islam, que castiga al renegado y al apóstata con la pena máxima, digamos que, los occidentales nunca llegamos a tamaños extremos y gozamos de una saludable libertad para practicar la fe que deseemos.

De hecho hubo una época, en los noventa, que con la moda de la New Age molaban las religiones orientales y era de lo más snob hacer meditación trascendental, practicar tai chi y meterse a budistas en plan fin de semana en el costroso lamasterio que hay en las Alpujarras. Pero budistas de boquilla, porque a cualquiera de esos místicos les preguntabas ¿Y tu comes algo que tenga ojos? Y les entraba repelús, budistas he conocido confesos que agarraban un jamón y le montaban un festival y lo de rechazar todo aquello con ojos les parecía una parida y un exceso.

Lo oriental sigue siendo chic y pijo. Cualquier cultura es interesante y bella de aprender. Pero nosotros, los europeos, somos una mezcla explosiva de filosofía griega, derecho romano, Humanismo Cristiano y los más espectaculares avances científicos y tecnológicos. Y por conformar ese espectacular gazpacho cultural lo hemos inventado todo. Desde las vacunas a los ordenadores, hemos ido a la luna y continuamos innovando imparables, para nosotros Dios nos hizo a su Imagen y Semejanza, se nos concedieron al nacer una serie de talentos y al viajar hacia la luz hemos de demostrar nuestra capacidad para gestionar y aumentar esos talentos. Los cristianos somos la releche, pa que nos vamos a engañar y encima creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que está tras cada nuevo descubrimiento, tras cada impresionante muestra de la inteligencia y el resplandor humano. Esta religión, que es más que religión, nuestra cultura occidental, es muy joía a la hora de achucharnos para que nos superemos, para que seamos diosecillos en miniatura iluminados por la Inteligencia Divina. Vamos, la repanocha.

Y ahora es el momento de comerme ¡Serán asquerosos los padres que han denunciado la presencia en las aulas de un símbolo de nuestra cultura! Dicen que constituyen una especie de asociación de gentuza llamada Padres por el laicismo. ¿Ven? Los laicos, los renegados y los apóstatas, en una palabra, los ateos de mierda, son integrismo en estado puro. Y cuidado, yo, en mis creencias no soy una fanática en absoluto, soy persona de fe, pero cuando ganó las elecciones el PSOE y muchos empezaron a recordar la profecía y a decir que, el Anticristo llegaría al poder sobre la sangre de los inocentes y hablaban del 11M, a mi me parecía una exageración y algo de extremo mal gusto, hasta me daba un poco de miedo y me juré no volver a tontear con el Apocalipsis porque impresiona lo que dice.¡Vaya si impresiona! Y Nostradamus mejor haría en cerrar el pico y el Tercer Misterio de Fátima que se quede tranquilo adonde esté. El caso es que quieren arrancar de las paredes de una escuela el símbolo por excelencia de nuestra fe y de nuestra cultura, algo puramente histórico y aquí se demuestra que los islámicos tienen más vergüenza y más cojones que nosotros durmiendo, porque no me figuro yo en Marruecos a una asociación de ateos denunciando a una escuela porque en ella se encuentren símbolos del Islam. Bueno, me lo figuro y me figuro que irían a la cárcel, por comemierdas, renegados y repugnantes.

Aquí no pasa nada. El ateismo de toda la vida, ese que quemó iglesias y conventos, ahora se llama con elegancia “laicismo” porque suena más a progresía de salón, a melindres de acomplejados y a jilipollas convictos y confesos en una palabra. Pero atiendo expectante la respuesta de los padres “no laicos” es decir, que no reniegan de su cultura occidental.

Acabo este artículo con un sabor amargo en la boca, el sabor de la decepción, porque si llegan a asociarse individuos e individuas para atacar lo nuestro y no les responden escupiéndoles a la cara que es lo que se merecen ¿Qué va a ser de nosotros? Joder y el ejemplo para los niños, fabricar por integrismo de un niño inocente un ateo es algo tan macabro que no existe precedente en ninguna religión del mundo. ¿La respuesta? No agachar la cabeza y reafirmarnos cada día más en quienes somos y de donde venimos y hacerlo en nombre de los que fueron, de los que son y de los que serán, en nombre de todos los nuestros.
 

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