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ACTUALIDAD - MIÉRCOLES, 24 DE MAYO DE 2006


el príncipe atiende a las explicaciones. e.s.

ejercito / maniobras
 

Más de 800 militares ceutíes
realizan maniobras en Almería

Participaron en la maniobra ‘Baluarte’
bajo la supervisión del Príncipe de
Asturias. El escenario fue la base
militar de Álvarez de Sotomayor
 

CEUTA
David Gallego

local
@elpueblodeceuta.com

“El equipo de rescate se dirige a la zona donde están los prisioneros”, se escucha por radio en el puesto de mando, desde donde dirigen las operaciones el Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, y el comandante general de Ceuta, Luís Gómez-Hortigüela, apostados en el cerro de las Yeseras, un paraje semidesértico muy cerca de la ciudad de Almería.

Desde allí tienen un control visual sobre el campo de batalla desde el remonte donde se han ubicado, unos metros a la izquierda de francotiradores, donde unidades de la Legión y de los Regulares participan en una operación que bajo el nombre de “baluarte” pretende liberar a Almería del acecho enemigo. Los zapadores han abierto brecha sobre el puesto de mando del ejército contrario, y lo que ahora escuchan por radio Felipe de Borbón y Gómez-Hortigüela es el avance de los legionarios para tomar la base y rescatar a los prisioneros. Minutos después, un helicóptero de doble hélice Chinouk aterrizará en la zona, evacuará a los contendientes, y todo habrá terminado. Almería, los almerienses y todos los españoles pueden volver a respirar tranquilos. Han sido liberados.

Este relato, que podría ser un supuesto en caso de contienda militar, fue un simulacro ejercitado ayer en tierras almerienses por la infantería española, todos ellos provenientes de las unidades de Ceuta, al otro lado del Estrecho.

Se trata del ejercicio militar que desarrollaron ayer, tras días de maniobras sobre el terreno, en la base militar de Álvarez de Sotomayor de Viator, a escasos kilómetros de Almería, 800 militares del Grupo de Regulares de Ceuta número 54, del Tercio Duque de Alba segundo de la Legión, del Regimiento de Artillería de Campaña número 30, del Regimiento de Ingenieros número 7, y de la Unidad de Apoyo Logístico número 23, todos ellos de la Comge ceutí. Colaboraron con ellos helicópteros de las Fuerzas Aeromóviles del Ejercito de Tierra y aviones del Ejército del Aire.

Todo empezó en aquellas accidentadas colladas del desierto de Almería, que en cierto modo podría recordar a la dureza del campo de batalla afgana, sobre las diez y media de la mañana, cuando puntual llegaba el Príncipe de Asturias a bordo de un helicóptero. Una vez en tierra fue recibido con honores por un piquete del Grupo de Regulares de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Allí, minutos después, Felipe de Borbón recibió de manos del comandante general de Ceuta el “briefing” de las maniobras a desarrollar en las próximas horas. Se trataba de un ejercicio en el que se simulaba un ataque a la capital almeriense, en un perímetro de ocho o nueve kilómetros con varios frentes abiertos. Lógicamente, y por imposibilidad de desarrollar la acción sobre todos los supuestos frentes, la acción se centró en uno solo, el escenificado en el campo de maniobras de la base militar de Viator. El objetivo era repeler el ataque enemigo, y liberar las bases ocupadas de las garras del contrincante que cercan la ciudad, así como a los prisioneros.

Llega el turno de los artilleros, que en una posición a unos siete kilómetros del campo donde se desarrollará el asalto al enemigo, colocan las baterías con una destreza tal que en menos de cinco minutos ya hay cuatro cañones de ocho toneladas cada uno apuntando con sus misiles hacia las laderas donde está situado el puesto de control del contendiente, frente al cerro de las Yeserías. Tienen muy poco tiempo para actuar, pues apenas comiencen a lanzar su artillería pesada, el ejército contrario responderá en cuestión de un par de minutos. La precisión y la rapidez son vitales para no perder a hombres en el transcurso de la batalla.

Como quiera que este ejercicio es eso, un simulacro, no comienzan en ese momento las hostilidades. Hay que esperar a que los medios de comunicación presentes, junto con los mandos de la operación, se trasladen a los puntos del observatorio del campo de entrenamiento donde se desarrollará el grueso de las operaciones.
 


Dos objetivos: la base operativa y los prisioneros de guerra

Hay dos objetivos que serán atacados de forma simultánea por unidades de legionarios, donde además de mandos enemigos se encuentran los prisioneros de guerra del bando aliado, y si no es reducida con prontitud, puede surtir de refuerzos a la principal.

Antes, los francotiradores, con fusiles de precisión, apostados en los cerros, han terminado con los vigías y centinelas. Campo abierto para penetrar, pero aún queda un obstáculo, y es que hasta llegar a la base que han de asaltar, los zapadores tienen que abrir una brecha entre el campo de minas. Con una pértiga explosiva abren un pasillo por donde entrará posteriormente con agilidad el cuerpo de asalto. “Ese equipo de rescate se dirige a la zona donde están los prisioneros”, se escucha desde el punto de observación. El asalto ha sido un éxito, y es el momento de evacuar lo más pronto posible.
 

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