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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 24 DE MAYO DE 2006

 
OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

Un paseo reparador

Por Domingo Ramos


Es público, notorio y, además, de obligado cumplimiento: hay que darse un paseo diario si se quiere mantener la forma, controlar el colesterol y el nivel de glucosa en sangre.

Es necesario, también (el paseo diario claro está) para mantener el ritmo cardiaco, la capacidad respiratoria, los trastornos vasculares e, inclusive, para evitar el riesgo de la depresión, tan de moda en estos tiempos.

No existe la menor duda que un paseo diario propicia el bienestar corporal y más cuando se lleva a cabo sin compañía, solo, dándole vueltas a los pensamientos, que normalmente suelen ser los mas favorables, y neuronas cerebrales, que también se benefician con la oxigenación que acumula el organismo durante un paseo.

Cuando se realiza con la compañía de otras personas que normalmente suelen ser amigos (teniendo la preocupación de no incluir en el “equipo” a discutidores profesionales o fans acérrimos de opciones políticas o equipos de fútbol), también supone una terapia reparadora, ya que el largo paseo suele ir acompañado de bromas, chistes y ocurrencias de vivencias pasadas o presentes que hacen corta la caminata y sirve para relajar las tensiones del trabajo, ocupación o problemas diarios que desaparecen por lo menos durante el tiempo del recorrido.

Hay que reconocer que el paseo diario es reparador, barato y ya sea solo, en grupo o con la compañía de una melodiosa música, puede suponer una dosis de salud para quien lo practica, teniéndose en cuenta que la primera recomendación que te hace el médico de cabecera cuando acudes a él (aparte de la conocida prohibición de fumar y el consumo moderado de alcohol), es que cuides la forma a través de un paseo diario.

Por cierto pocos médicos vemos aficionados a estas prescripciones de andar y quemar grasas, que es otro de los conceptos básicos que benefician con el paseo: la adiposis u obesidad tan temida y “culpable” de no pocos accidentes cerebrales o cardíacos.

Lo que ya no es de tanto beneficio para el organismo, creo yo, es que el protagonista del paseo reparador (por regla general persona de cierta edad, sin ocupación determinada, libre de obediencias y horarios) se lo haga a diario acompañado de un aparato de radio, ahora llamado transistor, “tragándose” además la sarta de anuncios e informativos que se emiten por las emisoras, porque para ir inmerso en disquisiciones políticas sufriendo si es de signo contrario a la opción que defienda el contertulio de turno, enterándose de los atentados y muertes violentas u oyendo las bondades del mejor equipo de Europa, el Barcelona, o del Mundo, si el que escucha es forofo del Real Madrid o viceversa e ir sorteando las abundantes excrementos de perros que pueblan las aceras de nuestra Ciudad, mejor es quedarse en casa.
 

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