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OPINIÓN - MARTES, 30 DE MAYO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Los errores se pagan
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

… Y en política aún más. De hecho, los socialistas le están poniendo la temática en bandeja a los populares con el incremento espectacular de la delincuencia por parte de extranjeros, de las famosas “bandas” que tienen de rodillas a todos los ciudadanos.

Porque ya no hablamos de los temibles kosovares, ni de los crueles albaneses, ni de los terroríficos rumanos, todos ellos centrados en el asalto a casas habitadas, hasta el punto de haber generado una auténtica psicosis y tal estado de inquietud en la ciudadanía que, la respuesta gubernamental no debería circunscribirse al envío de unos cientos de guardias civiles a las zonas calientes, sino con una inmediata reforma del Código Penal, de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, de la Ley de Extranjería y una iniciativa global a nivel de Asuntos Exteriores.

Con respecto a nuestro garantista Código Penal un incremento de las penas por robo, elevándolas a prisión mayor. Con respecto a la Ley Procesal ninguna libertad provisional a reincidentes; expulsión automática de los delincuentes extranjeros y acuerdos globales con sus países de origen para que cumplan allí sus condenas y no tengan por que costarle un duro al contribuyente. Porque los presos cuestan dinero y encima nuestro sistema legal no les obliga a producir para saldar su responsabilidad civil para con la sociedad. En muchos Estados de EEUU existen los trabajos forzados y a los encarcelados les ponen a hacer carreteras, a picar piedra o a repoblar bosques, una dignísima manera de hacerles amortizar lo que comen y no ser una carga para la sociedad.

En política los errores se pagan y muy caros, se pagan en las urnas y los socialistas ya han agotado la mitad de su legislatura encontrándose entre las manos la patata caliente de un recrudecimiento de las actividades ilegales por parte de extranjeros, un clima de auténtica alarma social donde no sirve de nada el anuncio de la creación de un Centro de Inteligencia, con la UDYCO y los picoletos nos bastamos y sobramos, siempre que se les dote de los medios necesarios y se incrementen sus salarios equiparándolos a los de los políticos. A mi un político no va a impedirme que me entre un rumano en el coche, me ponga un cuchillo en el cuello y me de un paseo por los cajeros de media ciudad sacando dinero con la tarjeta de crédito. Un policía o un guardia civil me protegen, a un político tenemos, encima que pagarles escoltas para que no le pasen ninguno de los desagradables y peligrosos incidentes con los que tenemos que apencar el resto de los ciudadanos. La Ley de Extranjería se aplica mal y de ello se aprovechan unas mafias que, en algunos casos, como las de la mendicidad de menores rumanos que roban con extrema violencia enviados por sus padres, van a cargarse el turismo. Problema no hay, se detiene a los menores delincuentes, se llama a los padres y todo el núcleo familiar al completo repatriado a Rumanía en un auténtico puente aereo entre España y aquel país.

Creo que en Ceuta aún no ha llegado el problema de los delincuentes rumanos, son mafias perfectamente organizadas y tienen tomadas las grandes ciudades españolas, unos tocan el acordeón y mendigan mientras las mujeres fingen mendigar y son expertas carteristas, no dudan en utilizar a niños pequeños, sospechosamente dormidos, para mendigar y a partir de los seis u ocho años les envían a robar, hasta que cumplen los dieciocho.

Es cuestión de endurecer las leyes, pero endurecerlas con coherencia, rebajando la edad penal a los dieciséis años, ya que los llamados eufemísticamente “centros de reforma” no suelen cumplir con los fines de reeducación, disciplina y reinserción, mientras que los funcionarios de prisiones y un módulo de dieciséis a dieciocho años tienen más medios y más experiencia para sacar adelante a los internos jóvenes.

Hubieron unos años, a principios del Milenio, en los que, bandas de menores marroquíes llamadas “del pegamento” tenían en situación permanente de riesgo por robos y atracos al centro antiguo de Madrid, entraban y salían de los reformatorios y no parecía haber solución.Al menos hasta que llegaron las temibles Maras sudamericanas, los Latin Kings y los Ñetas, grupos conformados por menores y mayores pero extremadamente duros y que ocuparon sin vacilación el puesto de los magrebíes y para colmo de males, irrumpieron por la frontera de Hendaya, ese inmenso coladero, todas las mafias que operaban en Rumanía, con la diferencia de que, mientras que el padre marroquí o sudamericano lucha por sacar a sus hijos de la calle y del mal ambiente, los rumanos están especializados en educar a los niños en la delincuencia y utilizarlos con la máxima crueldad.

Los observatorios políticos empiezan a vacilar en cuanto a las estadísticas y la delincuencia extranjera está ocupando el primer lugar en el sentir de los ciudadanos, suplantando al terrorismo etarra que, mientras dure la tregua trampa y acuerdan los dineros y el precio político que hay que pagarles, ha perdido prioridad en los miedos ciudadanos. El único medio que tiene el Gobierno para conformar a la ciudadanía es la acción, las deportaciones masivas, el endurecimiento de las leyes y el acuerdo de cumplimiento en los países de origen, un punto capaz por si solo de erradicar gran parte de la delincuencia ya que el delincuente importado tiene horror a las cárceles y al sistema de su país. La que avisa no es traidora: No bastan unos cientos de guardias para calmar la psicosis, hay que actuar.
 

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