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OPINIÓN - DOMINGO, 26 DE NOVIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Madrid
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Cuando llegué el viernes noche al centro de Madrid, procedente de hacer una visita en una de sus lejanas y frías cárceles, se acababan de encender los seis millones de bombillas del alumbrado navideño. O al menos eso publicitan: que son seis millones y que las han alumbrado en fecha temprana para satisfacer a la ciudadanía. Y eso está bien. Me refiero a decorar las calles lo antes posible porque, la misión de los políticos municipales es hacer que, sus votantes, se sientan felices. El derecho a la felicidad que, según Rojas Marcos es el cumplimiento de las expectativas, es inalienable en el ser humano y quien así lo reconoce y actúa en consecuencia acierta. Las expectativas en estas fechas que se van adornando con la bellísima parafernalia navideña, son vivir y sentir cada vez más intensamente el significado de la fiesta grande de la cristiandad, por aquello de disfrutar y reafirmarnos, que son sentires que refuerzan la autoestima. Pero…

No he visto decoración navideña más horrorosa en todos los días de mi vida, árboles con bombillas azules, bonitos, pero, en el Paseo del Prado han ideado unas culebras doradas demasiado rígidas y a continuación, sustituyendo los motivos tradicionales, una especie de líneas de luz paralelas y fragmentadas que no significan nada y más adelante espirales y espirales. Porque Albertín, el alcalde, pijoprogre y que se chala por parecer de vanguardia ha contratado las ideas de diseñadores supuestamente cool como Devota y Lomba o la Ruiz de la Prada, que han querido hacerse los modernos diseñando adornos pesadillescos. Dinero tiene que haber costado la innovación. Mucho. ¿En Ceuta son los mandatarios pijoprogres o tradicionales? Espero por el placer estético de ustedes que sean de los segundos. ¿Qué que hice en Madrid? Cené, dormí y me volví ayer en el tren de la mañana. Por cierto, si son fumadores les aconsejo que no vayan a Da Nicola de calle Orense, porque nos apartan en un lugar independiente, oscuro y mal ventilado. ¿Qué que cené? Bueno, yo nunca ceno más que galletas de soja, pero por ir con mi chiquitillo, el que hace el master y no pregonar mis problemillas con la comida, pedí una ensalada de pasta. La pasta helada, la ración escasa, el salmón se intuía en algún lugar y , supongo que para castigarnos por ser adictos a la nicotina, escatimaban hasta en el hielo de la bebida, como si el camarero estuviera coleccionando los cubitos para hacer una urbanización de iglús. Hay tan feroz especulación inmobiliaria que la gente se envenena y se deja llevar por la avaricia.

Pero que, el viernes pasado inauguraran el alumbrado y que, en el rato que estuve en el Corte Inglés de Castellana satisfaciendo malamente las imperiosas ansias consumistas de mi niño, sonaran villancicos, todo adelanta una Navidad que, de alguna manera ansiamos y que ha llegado lluviosa y desapacible a los madriles donde les aseguro que, con el profesor Tierno Galván como alcalde, en aquellos años sin tanta crispación ni mala leche, se vivía infinitamente mejor y existían una calidad de vida y una seguridad ciudadana que eran impecables. ¿En qué nos habremos equivocado o en que habremos fallado para que, la situación nacional se haya vuelto tan incómoda? Algo ha fallado en el Sistema, igual que han fallado los adornos luminosos de Madrid.
 

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